Iván García en la Guerra de Abril

Iván García en la Guerra de Abril

En graves momentos de la Revolución de Abril fue la confianza del coronel Caamaño. El líder lloró al relatarle la experiencia con jóvenes de un comando alarmados porque creyeron verlo marearse. Iván también se conmueve al contarlo. El episodio le impresionó al grado de convertirlo en monólogo que en alguna parte expresa: “… que lo vio con sus propios ojos, y con ellos mismos compartió aquellas lágrimas que brotaron de un alma que yerma se creía…”

Iván García estuvo en la refriega desde que ocuparon a Radio Santo Domingo porque trabajaba allí después del ajusticiamiento de Trujillo y salió a ver lo que ocurría. Monina Solá les alertó: “¡Salgan, que van para allá! Y salimos saltando. Ellos se apoderaron de la emisora. Abrieron por unos días la antena, bombardearon todo eso”.
En el “reperpero” recuerda que estaban Héctor Aristy y militares y ahí decidió ponerse al servicio de los constitucionalistas.

Con voz pausada pero firme a pesar de estar convaleciente de una calcificación de las arterias cardiacas que obligó a una operación de corazón abierto, cuenta entusiasmado los episodios de su vida en la izquierda que han opacado su exitosa carrera de actor y autor de una bibliografía cuantiosa. Después de la cirugía ha adelgazado considerablemente. “Tengo el peso de cuando me casé hace 44 años”.

“El 28 de abril de 1965 estaba en casa de mi hermana y sentí un ruido tremendo, vi los tanques americanos entrando y pregunté: ¿Cómo es posible? Al otro día ya la ciudad estaba dividida en dos”.

El 29 se produjo su ingreso al Palacio Presidencial de Caamaño. Pero esta decisión, valiente, también dejó un amargo recuerdo en su corazón sensible porque el ímpetu juvenil, su espíritu revolucionario, lo llevaron a faltarle el respeto a su padre. Don Toribio lo trasladó en su vehículo para ver cuál era la situación y cuando el rebelde adolescente estuvo dentro de la zona constitucionalista comunicó al reputado médico: “Yo me quedo”.

El papá le razonaba el peligro. Iván replicó: “Prefiero que me maten aquí adentro a vivir una vida arrodillada como la que has vivido”. El remordimiento le llevó a escribir otro monólogo para descargar la angustia por la respuesta irreverente. “Si por algún momento logro sobrevivir, tendré que pedirle disculpas… Sé que debe haberle dolido todo lo que le dije, pero siento que, en este momento, más me tortura a mí… Él ha sido un buen padre, sin duda, pero esta guerra nos hace olvidar las cosas, por más importantes que sean…”.

Inmerso en el Copello. Cargaba un fusil Fal que nunca utilizó, porque era dueño de armas poderosas: sus ideas, sus palabras. Entró a la HIG, Radio Constitucionalista, dirigida por Franklin Domínguez y allí se encontró con Armando Almánzar, Manuel Ruiz Bastardo, Luis Acosta Tejeda, Luis Armando Asunción, Mario Báez Asunción, Juan José Ayuso, Fernando Casado, Ercilio Veloz Burgos, “Espaillat, el técnico” , Marta Jane, Christian Guerie, entre otros.

Franklin y él escribían noticias, novelas y obras cortas basadas en la Guerra, encarnaban personajes y presentaban el acontecimiento “con mucha dramatización, con ejemplo de valentía, decisión, propósito de hacer lo que era nuestro deber”. Iván fue creativo, locutor, actor, musicalizador.

Los encuentros diarios con dirigentes civiles y militares son inolvidables en su recuento pero ninguno como las experiencias con Caamaño y Juan María Lora Fernández los días del sangriento bombardeo yanqui del 15 y el 16 de julio. El Presidente en armas había estado recorriendo los comandos “y de repente se me apareció y comenzó a hablar de su vida: lo que había sido su padre y la vivencia de esos días. En uno de los comandos limítrofes encontró a jóvenes con armas, acostados en el suelo, hambrientos, sucios, como a la espera de un ataque y se emocionó tanto que se mareó”.

_ ¿Le pasa algo, comandante?, preguntaron. “Y yo, que quizá días antes había reprimido a esos muchachos me di cuenta de lo que teníamos que hacer para salvarlos a ellos, que eran el futuro de la Patria”, comentó el líder. “Y lloró”.
Cuenta además que había sido de los que tiró piedras a Caamaño cuando este era jefe de los Cascos Blancos. “¿Qué sabía yo quién era él? Hasta que lo vi en el ataque del Puente Duarte, que fue cuando hablaron con Bosch y él dijo que Caamaño iba a ser el Presidente, estuve alejado de él”.

De su posterior trato lo define caballeroso, muy correcto, no pasaba sin saludar, y agrega: “Aunque parezca mentira, tenía ciertos elementos de timidez, cuando se pensaba que era hosco, pero era muy arrojado”.

El más cercano a Iván, sin embargo, fue Lora Fernández, “una persona encantadora, tomaba café con nosotros y esa noche de los tiroteos entró y me dijo: “Bueno, Iván, esta noche nos van a llevar a todos”. Salió y regresó con una pistola preciosa y me la entregó: “Toma, para que cuando entren te lleves dos o tres por delante”.

“Yo no la quiero, no he matado a nadie, si voy a morir tendré la conciencia limpia”.
-Ja, ja, estos artistas si son cómicos, replicó Lora, y añadió: “Tienes razón, los que tenemos que matar somos nosotros, ustedes están para mantenernos el espíritu vivo”.
Corazón macorisano. Iván nació en San Pedro de Macorís el 20 de febrero de 1938, hijo de Toribio Lorenzo García García y Luisa Estela Guerra Martínez. En 1944 vinieron a residir en Santo Domingo pero el destacado dramaturgo dice ser “de corazón macorisano”.

Estudió en la Escuela Anexa de la calle 19 de Marzo, en los colegios De la Salle y Santo Tomás de Aquino y en La Normal “Presidente Trujillo” donde se hizo tíguere y bachiller. Estos estudios coincidieron con el Servicio Militar Obligatorio. Fue a la universidad y se inscribió en ingeniería para complacer a su padre, pero a los dos meses pasó a Derecho, que no concluyó porque ingresó al 14 de Junio

Está casado con Francisca María de la Asunción Brenes Guridi (Frances), madre de sus hijos Lakshmi, Surya, Ramakósmico y Buddhanjali.

Sobre su experiencia en la Revolución comenta: “Mi papel fundamental fue como ejemplo de la actitud que debíamos tener sin pensar en cargo, ni pago ni mucho menos. Vivíamos de la misericordia pública”.

La contienda bélica fue necesaria, afirma. “Estábamos defendiendo la nacionalidad y seguimos siendo dominicanos con todas las maniobras de los americanos, de los embajadores y de los gobiernos… Éramos pocos, como los trinitarios, los restauradores, los del 14 de Junio, pero se precisaba de esa poca gente para lo que se pudiera hacer”.

A este autor de más de 30 libros publicados e inmensidad de trabajos para la televisión y el teatro, lo buscan como conductor para actos conmemorativos de la Guerra Patria y su presencia en ella es tan reconocida que, habiendo sido civil, se ponen de pie, lo aplauden, y le hacen el saludo militarmente.

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