Iván Gatón trata las amenazas acechan la democracia

Iván Gatón trata las amenazas acechan la democracia

Iván Gatón, catedrático y analista geopolítico, tiene razones para preocuparse: ve amenazas que acechan a la democracia en el mundo. Su mirada va más allá: vislumbra un futuro incierto para la humanidad.
Esto así porque, según él, las plagas del pasado reviven hoy: la demagogia política, el nacionalismo brutal y el autoritarismo. Además, la democracia está “prostituida” por los cortesanos.
Así pues, la “pornocracia se caracteriza por la corrupción y el favoritismo ejercido por la fuerte influencia de cortesanos en los asuntos públicos no así de políticos: hombres y mujeres que van más allá de la satisfacción de sus instintos”.
Gatón concibe la democracia a la manera de los griegos: por eso nos recuerda que es un proyecto de construcción diaria y de igualdad ante la ley.
Claro, él no solo defiende los derechos y la dignidad humana puestos en riesgo: también promueve el cumplimiento de las obligaciones. Si tenemos derechos que exigir, también tenemos deberes que cumplir.
El experto desmitifica la postdemocracia: “es una mentira de expertos para favorecer a élites cuyo amo es el mercado y no las personas que sobreviven en un planeta cada vez más deshumanizado y desigual”.
Si el diagnóstico es sombrío, la perspectiva no lo es menos: “Esta situación, sin lugar a dudas, no es simplemente injusticia, sino provocación a más tensión social y a la violencia”.
He ahí sus previsiones, desplegadas sobre un tablero mundial matizado por la violencia y la injusticia.
Empero, Gatón asume un compromiso vital y, por tanto, cree que la encrucijada actual convoca la responsabilidad de las mentes más sensatas del planeta. Aquí reflexiona: “Para salvar la democracia y por ende un mejor futuro para la humanidad, debemos iniciar una revolución de valores y la misma requiere de una alta dosis de sacrificio personal”.
El dilema se abre ante el mundo: sobrevivir o sucumbir. Gatón anhela la sobrevivencia de la humanidad y, en su empeño, no ceja ante el pesimismo. Al contrario, promueve a uno de los espíritus más lúcidos de nuestro tiempo: el francés Edgar Morin.
Este despliega sus criterios en “Para una política de la civilización” y enarbola la solidaridad humana como un antídoto a la deshumanización.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas