Izquierdear

Izquierdear

El maese Pedro en disputa con Don Quijote de la Mancha, que se reputaba razonable menos cuando de historias fantásticas se trataba, vio como éste izquierdeaba, es decir, se apartaba del buen razonar en su discurso, obligándolo a cierta disciplina, allí donde antes había puras discusiones.

En ocasiones pienso que Don Quijote no era tanto un idealista, como es costumbre pintarlo, sino un vanidoso, enamorado de sus propias fantasías, de esos que se emborrachan con sus propias palabras y mejor inventan hechizos para negar sus yerros, aun a pura magulladura y dolor. Que sus causas, todas, incluyendo la mayor de las aventuras, la lectura, eran justas, no es cuestión de debate, que a estas alturas ya se sabe que en cada razón hay una locura y en cada locura hay una razón.

Es común en estos días que alguna gente le dé por izquierdear, como en algunos temas al Quijote, dicho en lenguaje cervantino, es decir, en emborracharse de sus propias palabras sin reparar en lo más mínimo en la veracidad de los hechos, apartándose del buen razonar. Abrazando antes que a las buenas razones a la vanidad de pensar que las cosas son ciertas porque se nos han ocurrido a nosotros.

La simplificación a la que los medios se obligan por razones de espacio y entendimiento ayuda a que en nuestro país se debatan titulares antes que conceptos, y se entablen interminables discusiones, en las cuales al final no se llega a ninguna conclusión. No admitimos, ni por asomo, la posibilidad de que los argumentos propios sean molinos y no gigantes, y cuando la realidad asoma, argumentamos hechizos, cual quijotes modernos.

La situación se ve agravada cuando los especialistas se venden al mejor postor o cuando la autoridad de una materia se excede en los alcances de su conocimiento dejando a la opinión pública sin referentes creíbles y sin las guías necesarias para una opinión fundamentada. Las redes sociales no son la explicación de esta babel pero la potencializan.

Hoy día la opinión de un especialista vale igual que la de un lego… a veces porque el lego hace más ruido y a veces porque el especialista se rebaja, por sus argumentos, por sus intereses, por sus pasiones, a la posición del lego.

Lo hemos visto: no será la prohibición moralista del concierto de Miley Cyrus, ni los debates sobre Loma Miranda, ni las manipulaciones con el tema migratorio, ni la doble moral imperante las únicos botones de muestra. El deporte nacional es izquierdear en el sentido cervantino, decir cosas alejadas del buen razonar, apostar a cualquier causa, con tal de que esté cerca de nuestros intereses o nos haga sentir heroicos las causas que decimos defender, sin que importen los datos concretos.

Bien que nos caería un Maese Pedro que detenga tanto rifirrafe, no para que todos pensemos lo mismo al mismo tiempo, pero al menos para que no abandonemos las buenas razones, ocupándonos de una vez por todas de los temas fundamentales.

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