J. Alcántara Almánzar: La crítica necesaria

J. Alcántara Almánzar: La crítica necesaria

En el año 1997 tuve el honor de presentar  la primera edición del libro La aventura interior del escritor y entrañable amigo José Alcántara Almánzar. Once años después José nuevamente me encomienda la presentación del libro, ahora en su segunda edición, misión que me distingue y que aprecio como muestra de estima y de la inalterable amistad que nos une.

Y bueno, ya en las aguas de la reflexión temporal,  a las que sospecho me ha lanzado, con intención cómplice, nuestro autor, no puedo sino comenzar escarbando en la memoria para recuperar, de mis recuerdos más lejanos de José, el más nítido, el que me lleva a los años finales de la década del setenta, una noche, en la casa del poeta Máximo Avilés Blonda, donde José leía un ensayo sobre Avilés que después aparecería en Estudios de poesía dominicana.

Esta obra, única en nuestra bibliografía literaria por su objetivo y unidad metodológica, en la que se ofrece un enfoque histórico y sociológico de la poesía dominicana, proyectó la figura de su autor, que hasta ese momento destacaba por unos cuentos inquietantes y muy bien escritos.   

Entonces me impresionó la rigurosidad y la claridad expositiva de aquel joven de hablar pausado, que si bien podía ubicar dentro de mi generación por edad y afinidad de pensamiento, era diferente tanto por su formación académica y la rigurosidad del discurso crítico como por la formalidad de su trato.

En los años siguientes, Alcántara abandonaría la temática y el énfasis sociológico de sus primeros textos, pero aquellas cualidades que llamaron mi atención seguirían acompañándole, acrisoladas en un itinerario crítico y creador alejado de modas y capillas, y contrario a ese fundamentalismo altisonante detrás del cual casi siempre se esconde la carencia de pensamiento.

Hay que decirlo. Con el paso del tiempo Alcántara se convirtió en el eremita de nuestra literatura. Y creo no equivocarme si me aventuro en decir que en este apartamiento han incidido las miserias de la cultura ambiente, contrarias a su sensibilidad y espíritu recto. Un eremita, pero laborioso, trabajador incansable dedicado en cuerpo y alma a su obra, pero también al fortalecimiento de la  literatura y la cultura dominicanas. No son pocos los autores dominicanos que Alcántara ha acogido con generosidad, leyendo y corrigiendo sus manuscritos con la acuciosidad que le caracteriza.

La relectura de La aventura interior me ha permitido acercarme de nuevo no ya al amigo sino al escritor, al ensayista crítico de praxis escritural esencial, en quien, como dijo Alfonso Reyes de Pedro Henríquez Ureña, el molde es siempre del tamaño de la idea que encierra.

Y no ha sido sino ahora, después de tantos años de trato y conocimiento, cuando al sumergirme en las páginas del libro, advierto la correspondencia entre las características de su discurso y esos rasgos que a mi juicio perfilan su personalidad y que confirma la conocida frase de Buffon: “El estilo es el hombre”: madurez,  sobriedad,  honestidad, profundidad y claridad de pensamiento tanto en sus textos críticos como en su persona. Nunca el exceso, la frase altisonante, el gesto desdeñoso, la engañifa, el descuido.

Alcántara no es el pontífice enseñoreado en el conocimiento, ni el evangelista que da a conocer a los ignorantes la palabra. Su actitud es más simple y auténtica. Él sólo aspira, desde la literatura, explicar y explicarse la experiencia literaria desde el en-sí, como aventura interior, y también como lectura, interpretación de signos en la página y el mundo.  Alcántara concibe la práctica literaria como totalidad que parte del conocimiento para llegar al ser, como vía de perfeccionamiento humano, antídoto contra el vacío y la soledad en tanto nos mueve al encuentro con el otro.

La aventura interior reúne textos publicados a lo largo de varios años en periódicos, suplementos y revistas, casi todos en las páginas del suplemento cultural “Isla Abierta”, del periódico Hoy.  Hay, pues, como es lógico esperar, una gama de temas y un tono variable, por lo que asombra que los principios establecidos por el autor en el prólogo como orientadores, hayan sido cumplidos a cabalidad en los más de cincuenta textos comprendidos en el libro: brevedad, precisión, nitidez compositiva. A estos preceptos de vocación claramente comunicacional, agrega el esfuerzo por eliminar los énfasis innecesarios, las digresiones y las ampulosidades retóricas.

Como podemos constatar Alcántara no guarda cartas bajo la manga. Es diáfano al dejar establecido su programa, como diáfano en declarar sus preferencias, en expresar juicios y en revelar, entremezclados con los comentarios literarios, aspectos de su vida personal, con lo que logra un acercamiento poco común con el lector. La reedición de este libro nos enfrenta con la necesidad de una crítica que, como la de Alcántara, sea ejercicio del criterio, capaz de analizar sin complacencias pero con respeto obras y autores.

Para Alcántara la literatura dominicana no tiene secretos. No hay libro ni autor que no conozca, ni dato que no encuentre en su archivo o en su memoria. Pero a diferencia de otros, el conocimiento ecuménico no impide la comunicación. Y este es quizás el rasgo más sobresaliente de su ejercicio crítico. Discípulo fiel de Rueda y Paz, es capaz de manejar con sencillez y estilo  nociones y conceptos de la ciencia literaria sin espantar con jerigonzas y galimatías al lector que sólo busca comprender y disfrutar el arte literario.  

En los últimos años José Alcántara Almánzar ha publicado en periódicos y revistas ensayos y textos narrativos que revelan el perfeccionamiento de su estilo y el dominio vigoroso del lenguaje que sólo alcanza el escritor que ha asumido la literatura como pasión existencial, el obstinado en su oficio, de vocación y disciplina a prueba de frustraciones y desencantos. Estos textos, y los más de quince títulos publicados, le confirman como uno de los más importantes escritores dominicanos contemporáneos.

En síntesis

Criterios del autor
Alcántara concibe la práctica literaria como totalidad que parte del conocimiento para llegar al ser, como vía de perfeccionamiento humano, antídoto contra el vacío y la soledad en tanto nos mueve al encuentro con el otro. Esta es la segunda edición de  su obra “La aventura interior” que  circuló exitosamente en su primera salida.

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