El jabalí es una especie de cerdo en estado salvaje. Sus partes más apreciadas son el solomillo y los cuartos delanteros. Por su origen porcino, se le pueden aplicar todas las técnicas culinarias que se emplean con el cerdo, a excepción de la morcilla, debido a la dificultad de sangrarlo.

Desde la antigüedad, esta carne tiene gran tradición en la mesa francesa, además de que en los trabajos realizados por Hércules figuraba la captura del jabalí.

Y es que este animal se caza en el Viejo Continente desde muchos siglos atrás, siendo quizá su momento de gloria la Edad Media. La carne del jabato, como los franceses la llaman, es realmente tierna cuando se acaba de matar, mientras que los ejemplares más viejos deben ser colgados al menos una semana y luego marinados antes de ver el fuego.

Estos animalitos son utilizados por los españoles para cocinarlos en los mejores restaurantes de Madrid. Dentro de los platos que más se destacan está el jabalí con arroz, acompañado de puré de apio o de manzana.

Además se puede saborear el jabalí asado con compota de manzana, el estofado de jabalí, la pierna de jabalí asada en horno de leña y jabalí relleno de ciruelas y nueces con batatas al horno.

Características

El aspecto del jabalí es similar al del cerdo: cuerpo macizo, robusto, patas fuertes y cortas, al igual que el cuello y la cola.

La cabeza es grande, con hocico plano, en los machos adultos sobresalen dos grandes caninos inferiores que se denominan colmillos o navajas. Su cuerpo aparece recubierto de fuertes cerdas de color pardo oscuro.

Las crías presentan unas bandas blancas en el lomo y laterales, en torno a los seis meses; dichas bandas blancas desaparecen, y los jóvenes adquieren un tono rojizo homogéneo, pasando a ser denominados bermejos.

Se alimentan de raíces suculentas, frutos secos, insectos, gusanos y roedores, su fino olfato les permite detectar el alimento bajo el suelo, revolviendo entonces la tierra con los colmillos hasta alcanzarlo.