Jabs y Rectos
Un relato muy conmovedor

<STRONG>Jabs y Rectos<BR></STRONG>Un relato muy conmovedor

La noche anterior a la pelea que montaría Danilo “Cuero Duro” Cabrera frente al sólido campeón mundial, el mexicano Julio César Chávez, su madre tuvo el presagio de que a su hijo algo grave le pasaría.

Su temor casi se convierte en  realidad: el dominicano recibió una soberana paliza de parte del mexicano que obligó a hospitalizarlo en un centro médico de Tijuana, México. La historia de “Cuero Duro” tuvo matizada  por tres desiguales enfrentamientos, en los cuales  el cibaeño enseñó su coraje y valentía, pero sin chance de triunfo frente  rivales mucho más experimentados que él.

En alrededor de un año, “Cuero Duro” fue sometido a un castigo satánico por parte, primero,  de  Barry McGuigan,  en febrero de 1986, recibiendo una golpiza durante 14 rounds, luego  en junio de ese mismo año enfrentó a  Azuma Nelson, quien lo tumbó en  10 asaltos. Y en agosto de 1987, Chávez quien era monarca de las 130  libras,  acabó de “matarlo” con una zurra que le propinó durante 12 rounds. Para ese entonces Chávez se preparaba para subir a las 135 libras y medirse a Chapo Rosario.

 No sé si los amigos lectores coinciden conmigo, pero pienso que esos tres combates afectaron la salud del criollo, que incluso fue determinante de sacarlo de una posibilidad de seguir buscando una corona mundial.

Hoy sin embargo,  aunque estable, el criollo está sin suficientes recursos para llevar una vida holgada y sana. ¿Tuvo Cuero Duro la culpa de pelear con tres verdugos en un plazo más o menos corto?

Pienso que no.

Creo que sólo la ambición de sus manejadores  lo llevaron al derrotero, lo llevaron a buscarse unos pesos sin importar la posibilidad de triunfo y a costa de  su salud.

Aquí entra la crueldad de este deporte, ¿quién es responsable de que un joven gladiador sufra  ese  castigo por “unos dólares más” y sin una autoridad  que lo impida?

 El referí tiene en sus manos la responsabilidad de evitar castigo desconsiderado de un boxeador sobre otro.

  Pero a éste poco le importa lo que pase el  ring y mas si está confabulado como es costumbre en este deporte.

 El entrenador o “second”, como suele llamársele al que lo lleva al  ring y le instruye su táctica y estrategia del desarrollo del pleito, éste tiene mayor  responsabilidad de saber cuando a su pupilo no lo están masacrando y no evita el castigo, por el contrario, lo invita a seguir sobre el ring.   Hay que destacar que el médico designado por las autoridades para vigilar la salud del atleta, que finalmente deja pasar muchas cosas, las que posteriormente  definen  la muerte de un hombre sobre las 12 cuerdas.

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