PARIS (AFP).- Con el descontento social y el miedo a Europa como motor, el ‘no’ al Tratado Constitucional avanza inexorablemente en Francia, aunque los partidarios del proyecto, comenzando por el presidente Jacques Chirac, luchan «hasta el final» para convencer a los ciudadanos de votar ‘sí’ el domingo.
Según los dos últimos sondeos divulgados el jueves, el ‘no’ cuenta con un 55% de las intenciones de voto. Sin embargo, un 20% de los encuestados todavía no sabe qué votar el próximo 29 de mayo.
Con la esperanza de convencer a este porcentaje de indecisos, partidarios y detractores del proyecto intensifican sus esfuerzos en la recta final de esta campaña que finalizará el viernes a medianoche.
El jueves, Jacques Chirac usó su último as en la manga en una intervención solemne divulgada por radio y televisión cuando recordó a los ciudadanos que tienen en sus manos «una parte del destino» del país y les pidió que voten por «por el bien de Francia y Europa» y no pensando en cuestiones de política interior.
«No nos equivoquemos de pregunta el 29 de mayo. No hay que elegir entre la derecha o la izquierda, entre un gobierno u otro: se trata del futuro de vuestros hijos, del futuro de Francia y Europa», aseguró, pronosticando un «periodo de «divisiones e incertidumbre» en Europa en caso de victoria del ‘no’.
Según él, «Europa quedará averiada, en busca de un consenso imposible» ya que no existe por ahora ningún plan alternativo a este Tratado Constitucional.
Con esta ardiente defensa del ‘sí’, el mandatario pone su destino político en manos de los ciudadanos, ya que será considerado en parte responsable del resultado, sea positivo o negativo.
Concretamente, si el Tratado no es ratificado, será difícil que el dirigente decida presentarse en 2007 para un tercer mandato.
Mientras tanto, los líderes de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (derecha), los centristas de UDF, los ecologistas y una facción de los socialistas intentan esconder su pesimismo y usan sus últimas bazas por el ‘sí’.
«No estamos aquí para renunciar y preparar el día después de la derrota sino trabajar por la victoria hasta el último minuto», afirmó François Bayrou, líder de UDF.
Más claro, el ex presidente francés Valery Giscard d’Estaing aseguró que «votar no, es marcar un gol en propio campo».
Por su parte, Nicolas Sarkozy, presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), partido de Chirac, pidió a los ciudadanos que «no tomen a Europa como rehén» y diferencien entre las cuestiones de política interior y los desafíos europeos.
Pero el domingo, al depositar su papeleta de voto, miles de franceses expresarán fundamentalmente su descontento con el gobierno, su miedo a la Europa del este, su nacionalismo exacerbado o su decepción frente al modelo de desarrollo predicado por el viejo continente.
«El ‘no’ es el vacío total, es la peor de las respuestas (…) Es decir a los socios europeos que Francia no ha acudido a su cita (…) ¿Queremos que Francia sea líder o se quede aislada en Europa?», se preguntó Sarkozy.
Mientras tanto, uno de los grandes defensores del ‘no’, el socialista Laurent Fabius, pidió a los franceses que acudan a las urnas para que «el resultado no deje lugar a dudas».
La formación de oposición fue una de las primeras víctimas de este referéndum al que llega desgarrada internamente entre defensores y detractores y en el que sus líderes se juegan su credibilidad de cara a las presidenciales del 2007.
Los socialistas partidarios del ‘sí’, liderados el primer secretario del partido François Hollande, preparan un gran mitin de cierre de campaña para el viernes en Lille (norte de Francia), en el que participará el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
El avance imparable del ‘no’ en Francia, bando en el que se mezclan socialistas, extrema derecha, comunistas, troskistas, soberanistas, anarquistas y euroescépticos, provoca escalofríos en sus socios europeos, que consideran que sin Francia, piedra angular de Europa, el continente no podrá avanzar en su integración.
Además, un ‘no’ en este país podría provocar un efecto dominó en Holanda, Suecia, Dinamarca o Polonia, donde todavía no se ha ratificado el Tratado Constitucional.