“Mi gran sorpresa fue encontrarme con Jacques en el Comando de los Haitianos, donde estuvo el Club Libanes Sirio Palestino. Le pregunté: ¿Qué haces aquí? Tú eres un hombre de letras. Me hizo entender que sabía manejar armas, echaba a andar ametralladoras, les daba mantenimiento, las reparaba y manipulaba”.
Juan Luis Castellanos, ex militante del 14 de Junio y del Movimiento Popular Dominicano fue uno de los combatientes de abril que tuvo mayor trato con el poeta, maestro, revolucionario haitiano-dominicano Jacques Viau Renaud, a quien el Ayuntamiento recordará con una calle en Santo Domingo.
Estuvieron juntos en La escuela Normal durante tres años hasta que Castellanos se inclinó por el cuarto de Matemáticas y Viau por Filosofía y Letras. Y se reencontraron en la revolución de 1965 en ese comando al que asignaron a Juan Luis como instructor. Se reunían a diario, visitaban diferentes grupos armados para clasificar armas y remediar las dificultades que se presentaran.
“El hombre es él y sus circunstancias, yo sé de armas”, le dijo a Juan Luis cuando este se extrañó de su presencia. Y agregó: “Estoy aquí por convicción, era una responsabilidad ineludible estar junto a ustedes en esta lucha”. Castellanos trabajó y anduvo con él hasta el día en que un mortero asesino de las tropas de ocupación tronchó la vida del compañero casi adolescente.
De Jacques Viau habla también María Antonia de la Rosa, Única, socióloga, dirigente estudiantil, educadora, también ex militante del 1J4 y del MPD, nacida en Villa Duarte pero criada en La Cruz de Mendoza donde conoció a Jacques. “Iba al barrio a la casa del poeta Rafael Abreu. Teníamos el Club Recreativo y Cultural La Unidad y él participaba de las actividades al igual que Juan Augusto Castellanos, Mateo Morrison, Chichí Bomba y otros”, declara Única, confesando que la entidad era “una especie de célula del 14”. La dama amó tanto a Jacques que fundó un instituto con su nombre. Muy pobre.
Gracias a ellos fue posible construir una breve biografía del olvidado Viau. De él no se ha conseguido una foto. Antonio Lockward Artiles, Miguel Alfonseca, Juan José Ayuso, Mateo Morrison, Miguel D. Mena, Ramón Alberto Ferreras, Tony Raful y otros no han dejado que se extinga su memoria exaltando su heroísmo en poemas y artículos. Lockward pronunció el panegírico y escribió el prólogo a su obra póstuma “Permanencia del llanto”. Alfonseca compuso y leyó en el entierro el “Responso para Jacques Viau Renaud”. Al velatorio asistió conmovido el presidente Caamaño.
Antes de la guerra. Jacques nació en Puerto Príncipe el 28 de junio de 1941. Otros afirman que en 1942. Su padre, Alfred Viau, fue candidato a la presidencia de Haití y tenía como opositor a François Duvalier. Perseguido tras el proceso electoral, buscó refugio en República Dominicana. Vino en 1948 y los pocos que han consignado este dato dicen que “trajo a su familia”, pero Juan Luis solo conoció a Jacques, a su padre y a otro hermano del poeta, “Mauricio, que trabajó en Pan American”. Nadie menciona quien fue la madre.
Única y Castellanos no se enteraron del domicilio de los Viau. “Sus padres temían a la dictadura duvalierista, a los Ton-Ton Macoutes, que eran muy agresivos. Ellos mantenían una actitud muy discreta y Jacques no buscaba cámaras”. Viau Renaud, además, participaba secretamente en conspiraciones contra el régimen duvalierista.
“Hasta donde yo lo conocí, asevera Juan Luis, él no pertenecía a ninguna célula ni partido”.
Lo recuerda “de cara redonda, con el cabello un tanto ensortijado, se recortaba bajito”. Única acota que “tenía unos ojos muy bellos. “No era el haitiano típico”. Alguien publicó que Viau ejercía gran atractivo entre las mujeres y que sus ojos eran amarillos lo que contrastaba con su piel mulata. “Era hermoso”, expresa Única. La que fue su novia pertenece a una reconocida familia de la izquierda y del exilio antitrujillista. “Me enteré de esos amores por Antonio Lockward”, refiere Única.
Castellanos lo define “tranquilo, sosegado. Cuando se planteaban problemas sonreía. No era explosivo ni belicoso”. Ambos entrevistados relatan que “era muy culto, gustaba de la lectura, vivía recomendando libros, le gustaba enseñar lo que sabía y aprendía”.
Impartía docencia en el Liceo Dominicano. Alfred, su padre, fue profesor de idiomas en el Instituto Escuela y en otros colegios, según Castellanos.
Como poeta, anota Antonio Lockward, participó en el Movimiento Arte y Liberación y “después visitó con timidez la Sociedad de Escritores. Hacía vida con los grupos de exiliados haitianos. Enseñaba. Militaba como revolucionario”.
En la guerra. “El Comando de los Haitianos era un grupo muy heterogéneo, estaba en la Mariano Cestero”, refiere Juan Luis. Jacques llegaba temprano con su traje de faena y un arma corta al cinto. “Nunca lo vi con arma larga”. A veces iban a la fortaleza Ozama a buscar piezas para sus reparaciones, “hablábamos del día a día y luego nos dispersábamos. Yo daba clases en la Escuela de Comandos”, narra Juan Luis. Única cocinaba para algunos soldados constitucionalistas.
El día de la muerte de Viau, Juan Luis conversó con él como siempre y después se separaron. “En la escuela que domina la cuesta de la Jacinto de la Concha el poeta Jacques Viau Renaud fue alcanzado por una granada de mortero disparada por las tropas imperialistas yanquis”, escribió Lockward.
Fue el 15 de junio de 1965. Única se enteró por José Miguel Escarfulleri, del Comando Médico. “Me angustió, me puse muy triste”, exclama.
A Juan Luis se lo comunicó su hermano, Juan Augusto, que estaba en la Policía Constitucionalista. “Me sorprendió que lo mataran en el Comando B-3. ¿Qué hacía él ahí?, me pregunté y seguido me respondí: Jacques no rehuía ninguna situación de peligro”. Confiesa que con la presencia de Jacques Viau “tú no te sentías solo, veías que no eras el único soñador y que la vida reúne a las personas que tienen la misma forma de pensar”.
Única añade que “a pesar de haber sido haitiano luchó por nuestra soberanía y lo hizo con valor y sacrificio”.
Para ellos “ha sido tímidamente reconocido. No ha tenido dolientes, está en medio del recuerdo y del olvido”.
El entierro de Viau en el cementerio de la avenida Independencia fue conmovedor. Después del panegírico de Lockward prometiendo: “¡Seguiremos su lucha, Venceremos!”, y del Responso de Alfosenca, “Toda la isla para ti, compañero / toda la tierra agridulce de los pueblos para ti, compañero…” sus compatriotas entonaron el Himno haitiano.
Viau había sido herido en ambas piernas y llevado al hospital Padre Billini donde falleció. Mientras todos abandonaban cabizbajos el camposanto, dicen que se escuchaba a su padre inconsolable repitiendo: “¡Mon fils…!” ,“¡Mon fils…”.