Cuando el Centro Cultural Banreservas anuncia una exposición, confiamos en su calidad. Cuando el Museo Bellapart anuncia una exposición, confiamos en su calidad. Cuando ambas instituciones se juntan, el contenido y el montaje son evidentemente estupendos. Ahora, proponen un tema excepcional: “Colson desconocido. Reencuentro con el Caribe’”.
Todos los cuadros provienen de la Colección Bellapart Álvarez: es otra excepción en Santo Domingo, el fondo del museo provee las obras expuestas. Myrna Guerrero, su directora, ha hecho una curaduría ejemplar, compartiendo la -exigente y óptima– museografía con Teresa Raulina Capellán, ejecutiva del centro cultural. Las obras de Jaime Colson, dispuestas con acierto, cada una renovando la atención, están acompañadas por biografía completa, fotografías, documentos y textos.
Motivación histórica
Un nuevo período, tema de la exposición, cambia el enfoque racial, ya que Colson se declaró enfáticamente, con el fin de reevaluar los orígenes y una tipología vernácula: él adoptó entonces un realismo exacerbado, un retorno al cubismo o al neocubismo con diferentes características, fehacientes de su memoria y volubilidad aunadas, que observamos en 26 obras, esmeradamente seleccionadas.
Esa época, de acercamiento a Haití y Africanista, corresponde a un sentimiento íntimo: Jaime Colson no guardó el mismo entusiasmo por Europa ni perdonó la pérdida de la serie de las Catarsis y de otras obras en Caracas.
Su “período negro”, el mayor y el mejor en nuestra opinión, lo hizo retornar al cubismo, casi treinta años después… Pero mucho más personal, transfiriendo allí su nueva profesión de fe, racial y regional.
Sorprende que ni exposición ni fase creativa, extensa en el tiempo, fueron prácticamente notadas y comentadas por la prensa y los críticos. ¿Era esto una indiferencia relativa a estas series, sin embargo excelentes? ¿Fue una consecuencia del prejuicio racial y anti-haitiano cuando identificaban a Jaime Colson con el neo-humanismo, originado a partir del clasicismo europeo?
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Exposición cimera
Los cuadros expuestos exaltan ese reencuentro racial ‘and’ cultural, instrumentado por un dibujo extraordinario como el modo verdadero de expresión y de arquitectura del cuerpo. Estas obras de la colección Bellapart Álvarez son “Colsons” inconfundibles, auténticos, luminosos, fuertes, en lo estético –aún lo terrible es aquí hermoso-! –y lo esencial.
Esta revalorización de las raíces, Jaime Colson la proclamó en obras y palabras: “Nada en nosotros es Indio, somos Afro-Americanos”. Si él había representado anteriormente efebos “mulatos”, el retorno al país natal y el viaje a Haití en 1957 incrementaron iconografía y toma de consciencia, insistente y persistente.
Nos sobrecogen obras maestras, entre retratos y serie africanista, ¡una inusual y única versión negra del cubismo en el continente! Una pintura, como ”Fiesta en Guachupita” –Colson mismo mencionaba su color- es una cima del arte dominicano y caribeño. Dibujos, como “Ritmos” y “Bailarines”, encabezan universalmente el cubismo gráfico.
Tal vez es esa versión de un nuevo cubismo que más nos emocionó. ¡La “Carreta” alía cubismo y futurismo! El realismo sensacional de retratos, a veces con un toque alucinante –“Haitiana” o “Muchacho”- hay varios- subyuga, insuperable, pero esperable…
Agradecemos al Museo Bellapart y al Centro Cultural Banreservas, por habernos brindado este incomparable legado afroantillano de Jaime Colson. ¡Queda anhelar que miles la visiten y disfruten!
Fue una fase deslumbrante y original, que curiosamente fue ignorada y no se incluyó en las retrospectivas del cubismo latinoamericano, lo que siempre nos ha indignado. M.T.