Madrid. James Dean fue “un viento de libertad” en la América de los años cincuenta, puritana y enconsertada, fue el anuncio de la apertura que llegaría en los sesenta, según el periodista y escritor francés Philippe Besson, autor de una nueva biografía del actor.
Una biografía muy especial, muy novelada, y escrita en primera persona desde la perspectiva de 30 voces, la de Dean y la de otros 29 personas que rodearon al mito, algunos personajes públicos y otros que formaban de su círculo familiar.
“Vive deprisa” (alianza Literaria) es el título de un libro que llega ahora en su edición en español, cuando se cumplen 60 años de su fallecimiento -el 30 de septiembre de 1955- y en el que Besson ha tratado de “salir de la verdad oficial y encontrar la realidad del hombre detrás de la leyenda”, explica en una entrevista con Efe.
Desde sus padres, Winton y Mildred, a Elia Kazan, que lo dirigió en “East of Eden” (1955); algunos de sus compañeros, como Natalie Wood, Elizabeth Taylor o Rock Hudson; su gran amor, Pier Angeli, o su primera profesora de arte dramático, Adeline Brookshire.
Besson ha recopilado sus testimonios en entrevistas y autobiografías principalmente, además de haber recorrido algunos de los escenarios importantes en la vida de Dean, como su Indiana natal o Nueva York, la ciudad de sus sueños.
Y también pudo contemplar cientos de fotografías, muchas de ellas guardadas por amigos y familiares y que nunca se han exhibido en público, y que le permitieron conocer en profundidad al mito, pero sobre todo, al ser humano.
“He podido extrapolar su vida a través de las fotografías de infancia con sus padres, muy poco conocidas”, así como imágenes de cuando ya era popular e incluso fotografías de los documentos de identidad. Muchas imágenes que retrataron a un ídolo que falleció con tan solo 24 años y que había alcanzado una enorme fama con un único largometraje, “East of Eden».
Dejó rodados otros dos, “Rebel without a cause” y “Giant”, que se estrenaron tras su fallecimiento.
Su imagen descuidada y un atractivo sustentado en una profunda mirada miope y en un carácter displicente que generaba unas complejas relaciones de amor-odio, hicieron de él el perfecto símbolo de una rebeldía que muchos admiraban.
“Desprendía algo extraordinario (…) Había algo incandescente que salía de su interior, no era el estándar de la belleza de la época. Delante de la cámara solo irradiaba luz. Sedujo a todos los jóvenes”, señala Besson.
Y eso es algo que queda claro en un libro en el solo entre un dos y un tres por ciento son citas textuales de sus narradores.
“Las palabras son inventadas, no quería repetir una verdad histórica, pero son frases que podrían haberse pronunciado” porque salen “de datos exactos».
Así, los relatos que Besson ha puesto en boca de Marlon Brando y Elizabeth Taylor, por ejemplo, están sacados de sus memorias.
“Me di cuenta de que era un puto genio. Y los genios tienen derecho a joder a todo el mundo”, se imagina Besson que dijo Brando, palabras no textuales pero cuyo fondo queda recogido en las memorias del actor.
En el caso de Taylor sí introduce una frase dicha por la actriz, que pidió que no se reprodujera hasta su muerte. “Durante el rodaje -de “Giant»-, nos quedábamos despiertos hasta las tantas, hablando toda la noche.
Me dijo que a raíz de la muerte de su madre -cuando Dean tenía 9 años-, el pastor de su iglesia empezó a abusar de él.
Creo que lo atormentó toda su vida». Esos abusos, el fallecimiento de su madre adorada, la separación de su padre -que él consideraba abandono- y una bisexualidad no aceptada en su época fueron hechos que marcaron al sensible, frágil y atormentado Jimmy.
“La gente percibía su sensibilidad”, pero era una época en la que se pasó de forma casi instantánea de John Wayne a James Dean y su imagen de joven torturado.
“El gran público no conocía su vida, ni su ambigüedad, ni su sexualidad, y no lo hubieran aprobado de haberse sabido”, opina Besson.
Un retrato que sin datos históricos, sin apenas fechas y con pocos hechos concretos permite sin embargo hacerse una idea muy completa de una personalidad que 60 años después de su muerte sigue fascinando.