Japón ante el mundo

Japón ante el mundo

El viernes 11 de marzo 2011 la nación japonesa fue sacudida por un fuerte terremoto que sobrepasó el máximo de la escala nipona de 7 equivalente a 9.0 grados de la escala Richter. Dicho país no había experimentado en su historia un sismo de semejante magnitud. Al temblor de tierra le siguió un maremoto o tsunami  que arrastró casas, vehículos y otras propiedades, así como miles de seres humanos.

Y como si esto fuera poco, para completar la tragedia varias plantas nucleares sufrieron averías gradadas en 5 en una escala máxima de 7.

Sobradas razones ha tenido el primer ministro japonés al afirmar que se trata de la mayor de las pruebas a la que se ha visto sometido su pueblo.

Japón es una nación insular ubicada en el este asiático constituido por unas cuatro islas mayores  y numerosas islitas para una extensión territorial  de aproximadamente trescientos setenta y ocho mil kilómetros cuadrados. Cuenta con una población de alrededor de ciento veintiocho millones de habitantes. Es el único país  que ha padecido los embistes de dos bombas nucleares lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki por los Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial  en agosto de 1945. Gente laboriosa fue capaz de levantarse como el ave fénix hasta convertirse en una gran potencia exportadora de tecnología y equipos  de utilidad en múltiples campos.

En un mundo globalizado es importante darle seguimiento al desastre natural  acaecido en el país del sol. Siete mil muertos documentados y unos once mil desaparecidos representan una cifra muy alta de pérdidas en vidas humanas. Debemos elevar votos a favor de una pronta y efectiva recuperación de ese abnegado y trabajador pueblo. Es posible que algunas personas no capten en lo inmediato las consecuencias para los dominicanos de una interrupción de las industrias de Tokio. Por nuestras calles transita a diario una flota vehicular de fabricación japonesa, electrodomésticos, plantas eléctricas, equipos biomédicos e implementos agrícolas, por solo mencionar algunos ejemplos, requieren de piezas y servicios de aquel país.

Daba gusto y emoción ver a las autoridades niponas con firmeza, serenidad y sin aspaviento orientando y alentando a la ciudadanía al tiempo que le exhortaban a cooperar mutuamente a fin de reducir las pérdidas y el dolor de sus hermanos.  En ningún momento se ha visto desesperación, ni pedido de socorro al mundo exterior por parte del gobierno. Están convencidos de que saldrán victoriosos de este serio revés que la naturaleza acaba de asestarle. No son alarmistas, ni temen a contar sus verdades en el momento que lo creen prudente. No mendigan y aunque aceptan las ayudas generosas que se les ofrecen, son ellos quienes dirigen sus propios operativos de rescate y de recuperación.

¡Cuánta dignidad y cuánta valentía ante la adversidad tienen los japoneses!  Esas son unas de las  razones para que sean tan exitosos en el trabajo. Aprendamos de los buenos ejemplos. La grandeza de un pueblo no se mide por el tamaño de su territorio, ni por el número de sus habitantes sino por la calidad humana de su gente.

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