En enero de este año, Japón contaba con poco más de 122 millones de habitantes, lo que supuso un descenso de unas 800.000 personas con respeto al año anterior.
Según los expertos, la caída demográfica de Japón aúna entre sus causas el envejecimiento de la población, el aumento de la participación de la mujer en el mercado laboral y la tendencia a los matrimonios tardíos sin hijos. El descenso de población, que ya encadena catorce años seguidos, se siente especialmente en las zonas rurales, donde las escuelas cierran por falta de niños y muchos pueblos se llenan de casa abandonadas.
Aunque los analistas alertan del descomunal gasto social de un país envejecido y tradicionalmente reacio a la inmigración extranjera, la estadística de hoy ofrece una luz de esperanza. El número de residentes extranjeros en Japón se situó en más de 2,99 millones, el primer aumento en tres años registrado en todas las prefecturas.
Aun así, los datos de hoy, corresponden con proyecciones pesimistas como la de la Universidad de Keio según la cual, el archipiélago nipón bajará a los 88 millones de habitantes en 2065.