Japón conecta cable a Fukushima y detecta radiactividad en agua y alimentos

Japón conecta cable a Fukushima y detecta radiactividad en agua y alimentos

KITAKAMI, Japón, (AFP) – Operarios de Fukushima (noreste de Japón) lograron conectar un cable eléctrico al reactor número 2 para intentar restablecer la corriente en momentos en que se detectó yodo radiactivo en el agua de Tokio y niveles anormales de radiactividad en leche y espinacas.  

Un cable eléctrico fue conectado al reactor número 2 de la central nuclear para enfriar el combustible de la planta dañada en el sismo del 11 de marzo que dejó más de 7.000 muertos según un último balance, pero todavía no se restableció la corriente, anunció el sábado la agencia nipona de seguridad nuclear.  

 «El cable fue conectado al reactor número 2, pero la electricidad todavía no fue restablecida porque hay que hacer varias verificaciones ya que varias zonas están inundadas por agua marina», explicó un portavoz de la Agencia, Dumiaki Hayakawa.  

«Si no encontramos problemas hoy en las instalaciones, la corriente eléctrica podría ser restablecida el domingo», agregó el portavoz. La empresa Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la central, no ha confirmado esta información.   La perspectiva de un regreso de la electricidad a la central nuclear de Fukushima daba un poco de esperanza este sábado. Las operaciones se aceleraron de madrugada para tratar de enfriar los reactores dañados y evitar así un accidente nuclear peor que el ocurrido en 1986 en Chernobyl (Ucrania).  

Los operarios trabajaban a destajo en la central para restablecer el suministro eléctrico en cuatro de los seis reactores y esperaban hacer lo propio el domingo en los dos reactores más dañados, el 3 y el 4, había anunciado este sábado la Agencia de Seguridad Nuclear.  

Los electricistas soportan una enorme presión porque el éxito de su misión es esencial para restablecer el suministro eléctrico que permitiría el funcionamiento de las bombas que suministran el agua al sistema de enfriamiento de los reactores y llenar las piscinas en las que se guardan las barras de combustible usado, cuyo vaciado amenaza con liberar importantes cantidades de radiactividad en el medio ambiente.  

 El fallo de los sistemas de refrigeración de la central y de los equipos auxiliares ha provocado ya escapes radiactivos, que podrían aumentar si el bombeo no se reanuda pronto.  

No obstante, aunque la corriente eléctrica quede restablecida en los reactores, no es seguro que llegue hasta las diferentes máquinas, ya que las instalaciones pueden haber quedado dañadas por los efectos del tsunami o por las explosiones e incendios que se produjeron posteriormente en la central.  

A la espera de conocer el resultado de estas operaciones, camiones cisterna continúan vertiendo agua sobre las instalaciones.

 Para tratar de tranquilizar a la población, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) anunció la realización de controles para medir los niveles de radiactividad, diferentes a los hechos por el gobierno japonés, que sostiene que no existe peligro más allá de 30 km alrededor de la central.  

 Este sábado, las autoridades japonesas emitieron una primera alerta de contaminación en productos de consumo tras detectar niveles elevados de radiactividad en leche y espinacas en las prefecturas de Fukushima y de Ibaraki, cercanas a la central nuclear accidentada.   Y en Tokio y otras localidades las autoridades detectaron rastros de yodo radiactivo en el agua corriente, aunque inferiores al límite legal permitido en Japón.  

El temor a sufrir radiaciones desencadenó un éxodo de extranjeros, sobre todo después de que Gran Bretaña, Francia y otros países aconsejaran a sus ciudadanos que partieran de Tokio, situada a 250 km de la central.   México repatrió ya a un centenar de personas y Argentina anunció un vuelo para los ciudadanos que deseen salir del país.  

Los extranjeros que no quieren abandonar Japón encuentran refugio al sur del archipiélago, especialmente en Osaka, la segunda ciudad del país, donde Alemania ha instalado una embajada provisional.   Pero la desconfianza se instaló entre los habitantes de las regiones cercanas a la central por las informaciones juzgadas muy técnicas y parciales.  

 «Sólo quiero que el gobierno nos diga la verdad», declaró Teechi Sagama, un director de escuela de Miyako, en medio de la zona devastada.  

En los países extranjeros los temores por la contaminación radiactiva eran elevados. Por primera vez se detectaron en California restos «minúsculos» de radiactividad procedente de Fukushima, anunció el viernes el ministerio de Energía estadounidense.  

El último balance de la policía contabiliza 7.320 muertos y más de 11.300 desaparecidos como consecuencia del sismo y el tsunami en el noreste de Japón.   El terremoto de magnitud 9, el más fuerte jamás registrado en el archipiélago nipón, provocó un tsunami con olas de hasta 23 metros, según un estudio científico japonés.  

La situación sigue siendo complicada para alrededor de 440.000 siniestrados, enfrentados al frío intenso y a la escasez de alimentos, agua corriente y electricidad en algunos centros de acogida.

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