Sin duda, la vida es un regalo divino, por tal razón la celebración tuvo un motivo muy especial… Con este mensaje como premisa, y con gran alegría, el embajador de Japón, Haruo Okamoto conmemoró el natalicio de Su Majestad, el emperador Akihito, quien el 23 de este mes cumplirá 70 años.

Cabe destacar que por la Constitución del Japón el Emperador es “el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, derivando su posición de la voluntad del pueblo, en quien reside el Poder soberano.

A la entrada de la residencia, ubicada en Arroyo Hondo, el anfitrión junto a su esposa Mariko Okamoto, y Takuma Inoue, tercer secretario de la Embajada recibieron los saludos afectuosos de diplomáticos, empresarios y funcionarios del gobierno.

Llegado el momento de pronunciar su discurso, agradeció la presencia de los invitados, al tiempo que destacó que “Dichoso aquel que alcance sus 70 años, tan raro desde la antigüedad, así ha expresado Du Fu, un famoso poeta chino en uno de sus poemas. Hoy en día, sin embargo la esperanza media de vida de los japoneses ha superado fácilmente los 70 años, siendo uno de los países donde la población goza de mayor longevidad del mundo”.

Con alegría manifestó que “afortunadamente, Su Majestad, el Emperador del Japón disfruta de una excelente salud, y la noticia que nos llega del Japón hasta República Dominicana de que el Emperador está ejerciendo tranquilamente sus funciones diarias, lo que nos embarga de inmensa felicidad”.

También resaltó que entre Japón y República Dominicana se mantiene tradicionalmente una buena relación, la que ha profundizado y ampliado aún más, a raíz de la visita oficial al Japón del presidente Hipólito Mejía, el año pasado. “Fruto de ello podemos destacar que en julio y septiembre de este año, más de 10 jóvenes de sendos países han visitado al Japón como a este país y realizaron intercambios de buena voluntad logrando estrechar una relación de amistad y comprensión mutua entre la juventud de nuestros pueblos”.

Al finalizar, hizo un brindis por la salud de Su Majestad, el emperador Akihito; del presidente Hipólito Mejía y por la de todos los presentes.