Javier Benítez ¡entre palacios y catedrales!

Javier Benítez ¡entre palacios y catedrales!

En todas las épocas, los artistas siempre han sido víctimas de la omisión y la insensibilidad. De hecho, los artistas generalmente son vistos como seres “raros” por la gran mayoría de la gente. Sin embargo, las más significativas y trascendentales revoluciones sociales y culturales, siempre han sido anticipadas por ellos. El proceso creador y la experiencia estética nos arrasan y renuevan íntegramente. Existen muchas teorías para explicar cómo el arte le permite a los seres humanos alcanzar niveles sublimes de comunicación, tanto a nivel individual como colectivo.
El acercamiento al arte contemporáneo, nos permite acceder a la oportunidad de entender mejor el mundo en que vivimos y al mismo tiempo transmitir este conocimiento a las presentes y próximas generaciones. A pesar de ello, en nuestro tiempo, el espacio de confusión sobre los aspectos relacionados con el rol del artista en la sociedad, parece expandirse con una simetría desconcertante.
Javier Benítez es uno de los artistas dominicanos de personalidad más discreta y reconcentrada. Su producido es bastante considerable y consistente. Paradójicamente, su productividad resultaría “equitativa” a su celebridad. Y esta es la razón por la que en algún momento hayamos tenido que advertirle como un “exitoso fugitivo de la bohemia y la autopromoción”. Sin embargo, su reservada personalidad y su admirable capacidad de aplicación al oficio de taller han sido clave para su desarrollo como uno de los escultores y muralistas dominicanos más completos y activos durante la última década.
En la producción a escala cívica de Javier Benítez confrontamos de inmediato una intensa espiritualidad, una profunda visión humanística y un giro pedagógico definitivo. Esto se pone de manifiesto en una serie de obras ejecutadas en las catedrales de Bani y San Juan de la Maguana. En algunas obras relevantes instaladas en distintas instituciones educativas del país como la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Instituto Técnico Superior Comunitario (ITSC) y en cinco impactantes pinturas murales que adornan el interior del Palacio del Ayuntamiento del municipio Santo Domingo Este.
En la Catedral de Baní se encuentra su mural al óleo sobre tela “El Bautismo de Jesús” (2008). En esta obra, Javier Benítez enfatiza sobre el momento de ruptura y renovación en el proceso existencial. Y, precisamente, el concepto del rompimiento se torna en clave motivadora en la mayoría de sus trabajos de contenido social y religioso. Incluso, el artista asume y desarrolla este concepto en su vida y en sus creaciones como principio ético. En la misma Catedral de Baní se localiza su versión personal de la “Última Cena” (2008), un óleo sobre tela de gran formato que representa con sobrecogedora majestuosidad este aleccionador pasaje de la existencia humana de Jesucristo.
En la Catedral de San Juan de la Maguana, su relieve escultórico en fibra de vidrio “Las doce estaciones del Viacrucis” (2006) y los bustos de “Los doce apóstoles” (2006) se constituyen en elementos consustanciales de la liturgia católica. Asimismo, en la Iglesia Cruz Grande de Baní, Javier Benítez ha realizado una de sus últimas obras de arte sacro. Se trata de un retablo instalado en la puerta principal y representando un Angel que sostiene la cruz del calvario. La pieza supera los cuatro metros. Su base fue tallada en caoba y las figuras modeladas en fibra de vidrio.
En la Sala del Concejo de Regidores del Ayuntamiento de Santo Domingo Este, nos llama poderosamente la atención “Daniel en el foso de los leones”, ejecutada al óleo sobre lino y la cual nos impacta por su fuerza expresiva y su gran elocuencia evocadora. Su integridad compositiva opera a partir de una formidable síntesis de figuración y abstracción que también resalta por la riqueza plástica y la vivacidad cromática del espacio pictórico. Su contenido pedagógico alude a la importancia de la fe en el proceso de transformación espiritual, social y material de los individuos, los pueblos y las naciones.
“Se trata de una celebración de la fe y la capacidad de persistencia de las personas, las comunidades, la ciudadanía y los seres humanos en pos de la justicia social, la redención y la trascendencia espiritual que se merecen justamente. Daniel es el gigante de la fe porque fue probado varias veces y salió airoso. Solo por su fe, por la firmeza de sus principios y creencias. Y eso es lo que yo también quiero demostrarme a mí mismo como artista en mi accionar cotidiano”…
“Iluminar”, es el título de otra impactante pintura de gran formato que se encuentra en la sede del Ayuntamiento de Santo Domingo Este. En el centro del paisaje destaca una mujer desnuda en estado de gestación. Entre los elementos arquitectónicos del plano izquierdo superior se distingue el “Faro a Colon”, monumento emblemático del municipio. El plano derecho superior está dominado por tres planetas que gravitan como signos tutelares. Cuatro pirámides y un trabajador evocan los frutos del conocimiento y el esfuerzo personal. La atmósfera cósmica y transparente; la maternidad, el mar, la tierra y el trabajador son elementos místicos y metafóricos que nos remiten a la vida como “alumbramiento” y a la misma identidad cultural del pueblo dominicano.

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