Javier Marías: «Si me ofrecieran algún premio estatal, no lo aceptaría»

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Viena, (EFE).- El escritor español Javier Marías recibe mañana en Salzburgo el Premio austríaco de Literatura Europea, el segundo galardón extranjero, tras el italiano Nonino, que logra este año un autor que tiene por norma «no aceptar nada de lo que venga del Estado de mi país, menos aún algo que lleve aparejado dinero».

El también académico de la RAE, traductor y articulista nacido en 1951, recibe el premio al conjunto de una obra «de auténtica dimensión europea», según el jurado, y muestra en una entrevista telefónica con Efe su «contento y alegría» por recibir semejante distinción de un país de gran tradición literaria. «

Es un premio que se viene dando desde 1965 y que han ganado personas que uno casi ve como míticas, porque están ya lejanas en el tiempo, como el poeta (Wystan Hugh) Auden, Italo Calvino o Simone de Beauvoir. Ídolos de la primerísima juventud», afirma.

Quien es uno de los mejores escritores europeos contemporáneos, en opinión del Nobel de Literatura J.M.

Coetzee, y posiblemente el autor español contemporáneo más reconocido internacionalmente, considera que los galardones foráneos son «probablemente más limpios que los españoles o más desprovisto de factores tal vez espurios». Y aunque precisa que en España nunca ha ganado en sus 40 años como escritor «ni siquiera un premio nacional de narrativa», en caso de obtener alguna distinción de ámbito estatal, no la aceptaría.

«Creo que el Estado no tiene por qué dar nada a un escritor. Dado que ésa es mi norma, si alguna vez se me ofreciera algún premio de los que llamamos estatales u oficiales, pues no lo aceptaría», subraya.

Ante el contraste de los numerosos premios que recibe fuera con los escasos obtenidos en España, afirma- «Es posible que haya simpatías y antipatías que intervienen. Y es posible que dentro de lo que podemos llamar el ‘establishment’ literario español tal vez tenga más antipatías que simpatías y eso haya podido influir».

 Dotado de una prosa de inconfundible estilo, envolvente y cargada de resonancias, en sus novelas los personajes principales se mueven en un ambiente cosmopolita y políglota. Esta circunstancia, recuerda, hizo que en un principio algunos editores extranjeros pusieran algún reparo al considerar su obra «poco española».

«De España se esperaban cosas más folclóricas, dramas rurales o grandes pasiones, navajas por aquí y por allá. Evidentemente esto ha cambiado ya mucho. Luego resulta que la literatura que yo he escrito ha sido bastante apreciada fuera de España, y en ese sentido me alegraría también pensar que he contribuido un poco a la normalización de la percepción que de España o de su literatura se ha tenido en el extranjero», destaca.

 «Alguna vez se me ha reprochado incluso que la mayoría de mis personajes son personas cultivadas, que hablan bien. Lo que sí he procurado es dar voz a un tipo de personajes que han existido siempre en España. Una burguesía equiparable a la de cualquier país europeo, más o menos cultivada, más o menos educada, que tiene cosas que decir y que se expresa más o menos bien», indica.

 Marías considera que en la tradición literaria española se ha desatendido a «ese tipo de gente que es la mayoría, gente digamos que de nivel medio, relativamente cultivada». Al autor de «Corazón tan blanco», al que aún le sorprende el éxito de sus escritos, no le interesa el Nobel de Literatura, de hecho, responde con una risa cuando se le pregunta.

«Una de las razones por las que creo que no hay ninguna base para pensar en ello es precisamente que en Suecia se me ha traducido poco, comparado con otros países. Se dice más en el mundo anglosajón que en la propia España, que no se dice apenas.

 Pero vaya, es una cosa que no me preocupa lo más mínimo» El secreto y las repercusiones de conocer lo que no se debiera, son algunos de los grandes asuntos que recorren sus novelas, valores que cotizan a la baja en la era de las redes sociales en Internet.

«Todo lo que uno cuenta sobre uno mismo puede ser utilizado en su contra. Y eso es una percepción que quienes vivimos parte de nuestra vida bajo la dictadura de Franco, teníamos muy claro.

 Teníamos un concepto muy fuerte de que había que ser reservado y que había que tener cuidado con lo que uno contaba y dónde. Hoy parece que eso se ha perdido.

 No hay una dictadura, pero si hay mecanismos que asemejan mucho a los de una dictadura y que pueden utilizar lo que uno dice de uno mismo en su contra», sostiene.

Para Marías, los tiempos actuales en los que se exige una inmediatez permanente también suponen un problema para encontrar el poso necesario para dar con una voz propia, algo que él consiguió en su «cuarta o quinta novela».

 Por ello considera que si empezase a editar ahora, «es posible que no hubiera podido llegar a la tercera o cuarta novela porque no habría habido paciencia para esperar, y quizá a la tercera o la cuarta los editores habrían dicho- mire no le publicamos ya más».

«Las cosas ahora son más rápidas, veloces, impacientes. Quizá se están perdiendo posibles escritores que lo que necesitan es más tiempo», concluye. EFE

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