JCE en proceso de renovación

JCE en proceso de renovación

El país ha mantenido un ritmo sostenido de consolidación en el ejercicio democrático. A partir de la deposición de la tiranía de Trujillo, es mucho lo que hemos avanzado en ese quehacer. El éxito en la materia no podía ser posible sin la existencia de un organismo idóneo para organizar y administrar los procesos electorales. La Junta Central Electoral (JCE) que tenemos hoy es fruto de esa tarea de consolidación continuada de la democracia representativa.

Por dinámica propia, la democracia tiene que renovar sus organismos de control y fiscalización. En esa etapa ha entrado ahora el Senado, con miras a seleccionar cinco nuevos miembros y suplentes para la JCE. Ya ha sido integrada la comisión que debe avanzar en esta gestión y el país aspira a que el objetivo de este proceso sea la selección de personas con las mejores calificaciones técnicas y morales para asumir la tarea de dar continuidad a los procesos de la democracia.

El excelente trabajo realizado por los actuales miembros de la JCE debe inspirar al Senado para buscar gente con condiciones similares a las de quienes habrán de ser sustituidos. Confiables, esforzados, capaces y con el interés del país por delante de cualquier inclinación o preferencia, deben ser las características a buscar para continuar el proceso de consolidación democrática.

Condenados a sordera y estrés

La contaminación por ruido tiene en nuestro país niveles alarmantes. Lo peor no es eso, sino que estamos condenados a soportarlo. Entre la cultura bulliciosa y la falta de recursos y coordinación entre autoridades para aplicar la ley antirruidos, nos condenan a ser sordos y a vivir con los nervios de punta. El procurador de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Andrés Chalas, habla de la falta de consistencia en esta lucha.

Las mediciones indican que en la ciudad se producen ruidos con una presión en decibelios que sobrepasan los umbrales de seguridad para la audición y el sistema nervioso. Vehículos con silenciadores rotos o sin los mismos, tarantines de venta de música con altoparlantes a todo volumen, colmadones, guaguas anunciadoras y otras fuentes están permanentemente  activas entre nosotros. Parte del estrés que abunda entre nosotros proviene de ahí. Estamos condenados a ser sordos y a vivir con los nervios de punta.

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