Jean Bertrand Aristide

Jean Bertrand Aristide

En principio creímos que, ante el asedio de las tropas rebeldes y las presiones de los jefes de Estado de las potencias tutelares, el presidente Jean Bertrand Aristide había renunciado la madrugada del domingo 29 de febrero recién pasado. Pero parece que no fue así.

Ahora se sabe que después de una larga travesía aérea de más de 20 horas en un avión norteamericano, el ex presidente Jean Bertrand Aristide llegó, alrededor de las seis de la mañana del lunes 1 de marzo, a Bangui, capital de la República Centroafricana del Congo, acompañado de su esposa, Mildred Aristide, de un cuñado y de dos guardaespaldas haitianos; y que allí fue recibido por autoridades de ese país, quienes lo hospedaron en un palacio custodiado por tropas francesas y centroafricanas.

Por el momento se desconoce si el depuesto presidente seguirá viaje a otro destino.En una entrevista que concedió el mismo día de su llegada a Bangui a la cadena de televisión CNN, el ex presidente Aristide afirmó que e

fectivos militares norteamericanos se presentaron la madrugada del lunes a su residencia de Puerto Príncipe y le obligaron firmar su renuncia, bajo la amenaza de que si no lo hacía iban a comenzar a matar a sus partidarios.

Dos congresistas norteamericanos y un activista de la comunidad negra en Estados Unidos acusaron al gobierno de ese país de haber perpetrado un golpe militar contra el presidente Jean Bertrand Aristide y de haber utilizado fuerzas militares estadounidenses para sacarlo de Haití.

De ser ciertas esas acusaciones, el gobierno del presidente George W. Bush enfrentaría una acusación gravísima de violación al derecho internacional que rige las relaciones entre los Estados soberanos.

Pero pocos jefes de Estado se atreverán a dar la cara por un presidente como Jean Bertrand Aristide, que mientras estuvo en el poder permitió que se cometieran crímenes execrables y todo tipo de violaciones a los derechos humanos.

Y es tan así que el secretario general de las Naciones Unidas acaba de declarar que más importante que Jean Bertrand Aristide es la ayuda que esa organización le prestará al pueblo haitiano.

La lucha del pueblo haitiano por su libertad y por su bienestar se incrementó con el derrumbe de la dictadura duvalierista. A partir de ahí, un empuje vigoroso de movimiento de protesta se extendió por todo Haití. El despertar popular fue tal que ninguna situación de emergencia a la usanza tradicional pudo imponerse y sobrevino el caos.

Después de más de un intento por celebrar elecciones libres en Haití, en 1987 se llevaron a cabo en esa nación caribeña unos comicios muy cuestionados donde resultó electo Leslie Manigat.

Cinco meses después, el presidente Manigat fue derrocado por los militares.

En 1991, después de muchos infortunios, de nuevo se celebraron elecciones para elegir un gobierno en Haití bajo la orientación y supervisión de las potencias tutelares, resultando ganador de las mismas Jean Bertrand Aristide, candidato a la presidencia de ese país por el Frente Nacional de Concentración Democrática (Lavalás).

Para entonces Jean Bertrand Aristide era un sacerdote católico de la Orden de los Padres Salesianos y párroco de una iglesia de un barriada pobre de Puerto Príncipe.

El sacerdote Jean Bertrand Aristide, quien cursó sus estudios teológicos en el seminario Santo Tomás de Aquino de la República Dominicana, era un jefe carismático; un verdadero líder de masas. Sus seguidores tenían puestas en él todas sus esperanzas de un futuro mejor.

Siete meses después de hacer sido juramentado, el presidente Aristide fue derrocado por un golpe de Estado que encabezó el entonces jefe de las fuerzas armadas haitianas, general Raoul Cédras.

En su oportunidad, el regreso al orden constitucional y la reintegración de depuesto presidente Aristide constituyeron un prerrequisito indispensable para la puesta de nuevo en marcha del proceso democrático interrumpido por el golpe de Estado perpetrado por el general Raoul Cédras.

Con la intervención decidida de los presidentes Carlos Andrés Pérez, de Venezuela, y Bill Clinton, de los Estados Unidos, Jean Bertrand Aristide pudo regresar de nuevo a Haití y complementar el período para el cual había resultado electo en las elecciones de 1991. Con su regreso al poder se abrió de nuevo la esperanza del surgimiento de un liderazgo político ilustrado y modernizador.

Pero el presidente Jean Bertrand Aristide lo que hizo fue apartarse de los usos y de las normas civilizadas. Las acciones fraudulentas, los actos de terrorismo, los asaltos a organizaciones opositoras, las comisiones de crímenes y las violaciones a los derechos humanos normaron sus quehaceres al frente del gobierno haitiano.

Con ayuda o sin la ayuda de las potencias tutelares, a los haitianos les será muy difícil salir del atolladero. Deberán procurar la instauración de un nuevo régimen; reorganizar su sistema judicial; crear una nueva fuerza de seguridad; poner en funcionamiento los servicios básicos; abaratar el costo de la vida; ponerle costo a la corrupción y al tráfico de drogas, y echar a andar su economía muy afectada por la inestabilidad política de los últimos años.

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