POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Desde el pasado viernes 1. de julio la Galería de la Fundación Centro Cultural Altos de Chavón, en La Romana, mantiene abierta la exposición «BUSCAMETA», de la reconocida artista curazoleña Jean Girigori (1949), quien, desde hace más de una décad trabaja intensamente entre sus talleres de Amsterdam, Willemstad y Jarabacoa.
Compuesta por una impactante serie de pinturas en técnica mixta sobre tela y otras tantas esculturas en cerámica seleccionadas por el curador y crítico de arte Abil Peralta Agüero, «BUSCAMETA» es una exposición en la que podemos apreciar algunos extractos de una de las producciones pictóricas más cargadas de signos, resistentes y palpitantes del Caribe contemporáneo.
Asimismo, para los amantes, especialistas y seguidores de su obra, la presentación de la muestra de Jean Girigori en la Galería de Altos de Chavón tiene importancia y muchos significados. Por ejemplo, han pasado más de quince años desde que la artista visitara Altos de Chavón por primera vez con la ilusión de exponer sus pinturas. Entonces, algunos sueños se han cumplido y a otras metas se ha llegado rematando. Además, conociendo la obra, el pensamiento y la trayectoria creativa de la Girigori, la Galería de Altos de Chavón deviene escenario excepcional para la exhibición de los trabajos recientes de una artista que durante más de treinta años viene ejercitando la imaginación artística como pasión vital, como acción humanística y como hecho solidario.
Precisamente, Abil Peralta Agüero nos advierte que: «Jean Girigori, definida por especialistas en arte caribeño como una de las grandes pintoras del arco antillano, luego de una larga carrera de éxitos, expone en Altos de Chavón una selecta colección de pinturas, en las que desborda la vitalidad de su fantasía de raigambre ancestral, desde la que toca aspectos fundamentales de la realidad social de nuestros tiempos y los traduce a sus telas a la categoría de símbolos de un fuerte componente testimonial y colectivo. Asegurándose de que su pensamiento atávico esté ahí, vivo y en plena capacidad de observación de todo cuanto late como drama, amor, pasión o desesperanza en el corazón de nuestra vibrátil cultura antillana»(1).
Por su parte, Frank Marino Hernández señala que: «Cada una de las pinturas de Girigori parece un girón arrancado de esa realidad antillana hecha de alegría, de negritud, de pobreza y miseria, de dominación y quimeras representadas por los blancos herederos representantes de todos los imperios y de todas las épocas. Y todo nuestro ambiente primitivo, adornado de modernidad y de informática, sale vestido del color de una rica paleta manejada con el oficio magistral de alguien que sólo es artista, que sólo pinta, que hace del lenguaje intraducible de la plástica su lenguaje, o en el caso de Jean, su dialecto, su creole o papiamento. Una medida de la autenticidad de las pinturas de Girigori es que aunque pueda discernirse con claridad toda su temática, esta aparece con la frescura y la impronta de la creatividad, la imaginación y la originalidad del tratamiento dado a las imágenes, sean estas las más sencillas o complicadas, las más abstractas o figurativas»(2).
Jean Girigori nació en la Republica Dominicana en el año 1948, de padre curazoleño y madre dominicana. Durante 13 años vivió en Puerto Príncipe, Haití, donde realizó sus primeros estudios bajo la protección del afamado pintor y escritor haitiano George Paul Héctor. En 1968 realiza su primera exposición individual en el «Cumbio Studio» de Puerto Príncipe, bajo la orientación del propio George Paul Héctor. En 1970 expone por primera vez de manera colectiva en la República Dominicana (Aerovías Quisqueyana) y al siguiente año participa en una exposición en el Montego Beach Hotel de Kingston, Jamaica.
En 1972 Jean Girigori instala su taller en Curazao. Entre 1977-79 realiza cuatro exposiciones individuales en la Galería Libertas, el Centro pro Arte y el Culture el Centrum Curaçao. Desde 1978 hasta 1980 estudia en la Art Students League de Nueva York, bajo la orientación del reconocido artista norteamericano Knox Martin. En este último año exhibe su obra en la Art Students League y en Womens Art Gallery de Nueva York. Entre 1981 y 1983 retorna a la Art Students League de Nueva York para recibir lecciones de escultura bajo la orientación del profesor y escultor José de Creeft. Jean Girigori ha vivido en Haití, Estados Unidos, Jamaica, Puerto Rico, República Dominicana y Holanda.
Hay una historia representada o cifrada en cada obra pictórica de Jean Girigori. En sus trazos y en sus imágenes muchas veces surgen los signos de la violencia como referencia simbólica de la realidad, como desenmascaramiento y negación del orden y el poder autoritarios. Muchos de sus hallazgos pictóricos son reiterativos en su temática. Durante más de veinticinco años no ha dejado de agregar cuadros a su ya célebre serie «Futuro Incierto», en la que aborda el tema de la situación de la niñez de la calle, proponiendo una confrontación comprometida contra el abuso de la inocencia, contra la situación de indigencia, opresión y degradación muchos niños, niñas y adolescentes de Santo Domingo, Jamaica, Haití, Curazao y otros pueblos del Caribe, Africa, Asia y América Latina.
Sin embargo, la obra pictórica de Jean Girigori no sólo contiene la impugnación de la realidad y del presente que se agota en su cultura de la muerte. Ella también se retroalimenta con el tesoro de sus vivencias, de sus interioridades. Su temperamento está permanentemente desbocado hacia las ilusiones, hacia la poesía, hacia la celebración de la riqueza del tiempo, de la vida, de la naturaleza. A través del estallido de un universo que emerge en la transparente policromía ella expresa y materializa espléndidamente sus ideas y sus emociones más vitales para proponernos un diálogo auténtico y sencillo ante el cual no hay resistencia posible.