BOGOTA (AFP).- El encarcelado jefe de la guerrilla de las FARC »Simón Trinidad» dio como un hecho que será extraditado a Estados Unidos y advirtió que esa situación «cierra todos los caminos» a un intercambio de secuestrados por rebeldes presos, según una entrevista publicada este jueves.

   «Sí considero cierta la extradición, pero ésta no anula nuestra lucha política. No soy ni narcotraficante ni terrorista, y allá, en los tribunales estadounidenses, no sólo demostraré esto sino que daré la batalla en el campo político», dijo »Trinidad», un ex gerente de banco cuyo nombre real es Ricardo Palmera, al semanario bogotano El Espectador.

   El líder insurgente recordó que ya el pasado 28 de noviembre el Secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -mando central- había dicho en un comunicado que la extradición es una «práctica indigna» y que «interferiría seriamente en las posibilidades de canje».

   «Con mi extradición se cierran todos los caminos», aseveró »Trinidad», quien manifestó ser inocente de los cargos que le formula la justicia estadounidense por narcotráfico y el secuestro de tres norteamericanos.

   Palmera, el dirigente de las FARC de más alto rango que está preso, consideró «remota» la posibilidad de que el grupo armado acoja el ultimátum del gobierno de revocar su extradición a cambio de liberar a 59 rehenes colombianos, tres estadounidenses y un alemán antes del 30 de diciembre.

   El jefe guerrillero calificó la propuesta como un «chantaje» y anotó: «Me llama poderosamente la atención que en el hipotético caso, muy remoto por cierto, de que las FARC liberaran a los prisioneros, y esto evitara mi extradición, ¿dónde quedaría la acusación por narcotráfico?».

   Además, «no hay certeza de qué haría el gobierno conmigo si las FARC sueltan a los prisioneros, pues, de hecho, de eso no quedó nada escrito en la resolución que dispone mi extradición», agregó »Trinidad» en la cárcel de alta seguridad de Cómbita (centro).

   Palmera, preso desde el pasado 2 de enero tras ser capturado en Quito, previó que su entrega a las autoridades norteamericanas marcará «un nuevo capítulo» en el conflicto interno, de cuatro décadas, con «consecuencias en la búsqueda de la paz» que no detalló.

   «El gobierno colombiano creyó amilanar mi moral revolucionaria con la extradición, pero ello jamás sucederá», afirmó, tras indicar que la acusación estadounidense fue inventada ante «la imposibilidad del Estado colombiano» para vencerlo en juicio.

   «Evalúo este montaje más como un triunfo jurídico al haber imposibilitado condenas por delitos que se me han querido imputar injustamente y que han sido desvirtuados. En Estados Unidos también quedará desenmascarada la farsa en el sentido de que soy narcotraficante y terrorista», precisó.