Entre que se pone o no se pone a redactar su libro de memorias en el que promete contar toda la verdad y nada más que la verdad de su relación, matrimonio y ruptura con Brad Pitt, Jennifer Aniston se ha puesto a limpiar su casa de recuerdos.
Y al llegar al armario vio que, pese a haber prometido mandar por sus cosas, allí seguían montones y montones de pijamas, camisas, calcetines, zapatos, jerseys y hasta trajes impecables de Armani.
Le llamó, le puso un par de emails, y un día, harta de la dejadez de Brad, abrió el maletero de su coche, lo llenó hasta los topes y se fue a la parroquia más cercana.
Imagínense la cara que se les puso de alborozo a los organizadores del próximo rastrillo benéfico. Gracias a la desprendida Jennifer van a hacer su agosto en el puesto de ropa usada. Porque claro, a parte de haber pertenecido a Brad Pitt, la ropa está en buenísimo estado y es toda de primerísimas marcas.