Jesucristo en el siglo XXI

Jesucristo en el siglo XXI

La aspiración de los seres humanos, en su existencia terrenal es poder disfrutarla y vivir en armonía con sus semejantes. Esa meta nunca se ha logrado desde el mismo momento que los seres humanos adquirieron conciencia de su racionalidad, capaces de discernir y apreciar sus condiciones esenciales de las pasiones y de sus virtudes.

Las distintas regiones de la Tierra fueron hoyadas por oleadas de seres humanos, que desde su incipiente primitivismo hasta sus asombrosas capacidades tecnológicas, que cada día nos asombran, hay todo un reguero de las acciones maravillosas o perversas de los hombres y mujeres, que en un momento dado aspiraban a aplacar la ira de sus dioses con sacrificios humanos, al tiempo que la filosofía, la religión y creencia en Dios penetraban las conciencias de los pueblos helénicos y orientales.

Al momento de enviar Dios a su Hijo, el mundo de entonces se encontraba sometido al poder del imperio romano en todo el Mediterráneo y hacia el este, en Asia, los grandes reinos persas, indios y chinos se ocupaban de ir sembrando en sus dominios la firmeza de religiones que perduran al día de hoy. Pero en el medio oriente un indefenso niño se encargaría en su adultez de asentar las bases del amor al prójimo, que su Dios quería insuflar a los seres humanos del entorno romano.

Jesucristo esparció su mensaje en las agrestes tierras palestinas, seguido por un nutrido grupo de seguidores, más interesados en ver qué ventajas obtendrían, en la creencia de que el reino que Él predicaba era de este mundo.

Su mensaje, de aquella alborada del cristianismo, no ha sido entendido plenamente. Por conveniencias de los abanderados, que se apoderaron del mismo, lo convirtieron en un instrumento sangriento de opresión para someter voluntades y sembrar, a sangre y fuego, una doctrina que era todo lo contrario a lo que se predicó en sus orígenes.

El sacrificio de Jesús en la cruz, que Él quiso rehusar pero obedeció los designios de su Padre con absoluta fe, ya que de esa forma aseguraría y señalaría el camino de la redención de la humanidad, siempre y cuando asimilaren que solo por medio del amor al prójimo es posible un entendimiento entre los pueblos.

Ahora ocurren por doquier tragedias naturales y humanas, que mezcladas, atemorizan a la humanidad con sus pasiones que buscan aniquilarse, dándole las espaldas a la razón fundamental de la existencia para asegurar la convivencia pacífica.

Jesucristo, en el siglo XXI, pudiera aparecer desfasado de la realidad del modernismo que impulsa el desarrollo tecnológico, en donde el sector de las comunicaciones cada día experimenta avances inauditos para beneficio de la humanidad, aun cuando hay miles de seres que mueren cotidianamente en hambrunas terribles o viven sumergidos en miserias humillantes fruto del egoísmo de los gobernantes.

Hoy, la Iglesia Católica conmemora el episodio fundamental de la fe, cuando Jesús, en su última participación previa a su crucifixión, sostuvo un largo parlamento con sus seguidores más íntimos para establecer los fundamentos de lo que sería su reino de amor. Aun cuando se coloca esa prédica en el marco de la Última Cena, es lógico pensar que aquella noche no había tiempo para una reflexión tan profunda, ante las angustias de los acontecimientos que ocurrirían después de esa cena.

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