Jesucristo, pasión y polémica en el cine

Jesucristo, pasión y polémica en el cine

La controversia provocada por “La pasión” de Mel Gibson es sólo comparable a la causada por “La última tentación de Cristo”, dirigida en 1988 por Martin Scorsese, en algunas de cuyas escenas Jesús se imagina a él mismo y a María Magdalena haciendo el amor. Se vivió entonces un rosario de protestas, acciones judiciales e incluso atentados en las salas de cine

Si no la más cara, la película más polémica hasta ahora de la historia del cine sobre temas bíblicos había sido “La última tentación de Cristo”, dirigida en 1988 por Martin Scorsese e interpretada por Williem Dafoe en el papel de Jesucristo; Barbara Hershey como María y Harvey Keytel como Judas.

Las escenas en las que Jesús, en su delirio de muerte en la Cruz, se imagina a él mismo y a María Magdalena haciendo el amor, a María mirando su hinchado y desnudo vientre cuando se halla en estado de buena esperanza y a Jesús ya viudo, aceptando las propuestas sexuales de Marta y María, desataron en todo el mundo una oleada de protestas, acciones judiciales e incluso atentados en las salas de cine por parte de los sectores católicos más recalcitrantes.

Durante la celebración del Festival de Cine de Venecia de 1988, Martin Scorsese intentó explicar su visión de un Jesucristo –adaptación de la novela del griego Nikos Kazantzakis, autor también de “Zorba el griego” , tremendamente humano, interiormente desgarrado por un conflicto moral al descubrir que es el Mesías, pero que quiere seguir viviendo, porque ama la vida. “Ha sido un acto de fe. Mi película no es la de un teólogo ni la de un erudito, sino la de un hombre que quiere hablar de tú a tú con Dios”.

Scorsese se mostró estupefacto por las críticas recibidas, cuando él pretendía acercar la figura de Jesucristo a todo el mundo: “El sufrimiento que transmite este Cristo es algo con lo que podemos identificarnos. No es un icono, no es una imagen que brilla en la oscuridad de una iglesia. Es uno que trata de hablar con Dios”.

[b]Reacción[/b]

“La pasión” de Mel Gibson, sobre las últimas doce horas de la vida de Jesucristo, ha conseguido al menos igualar la polémica vivida con la cinta de Scorsese. Incluso antes de su estreno, las críticas le llegaron por todos los lados: la calificaron de “anti católica” los católicos; de “anti semita” los judíos y de “locura” aquellos que no veían un mercado para un filme rodado en latín y arameo y que por tanto ha de verse con subtítulos.

Rodada en los estudios Cinecitta en Roma por 25 millones de dólares y producida por la propia compañía de Gibson, Icon Films, “La pasión” está protagonizada por Jim Caviezel como Jesucristo, Maia Morgenstern como la Virgen María y Monica Belluci como María Magdalena.

“‘La pasión’ es una película que quiere inspirar, no ofender”, declaró el actor y director. De hecho, una vez en los cines las críticas de los católicos se disiparon, ya que las habían basado en las copias de un guión obtenidas sin permiso y que al parecer ni tan siquiera forman parte de la última versión del filme.

La polémica se centró entonces en su supuesto antisemitismo y en la violencia que destilan sus imágenes. En efecto, la pasión es palpable en cada secuencia de la película, que no escatima detalles sangrientos, desde la oreja cortada a uno de los soldados durante su arresto hasta la primera paliza que recibe cuando lo llevan encadenado por el monte Getsemaní, por donde lo tirarán, dejándolo al borde de la estrangulación.

Además está la secuencia de la flagelación, donde los latigazos superan los 40, porque según ha explicado Gibson a la prensa, el santo sudario muestra la huella de un cuerpo en el que apenas quedaba piel.

El culmen llega con la crucifixión en el Gólgota, donde unas explícitas imágenes muestran cómo es clavado de pies y manos, siguiendo una versión imposible físicamente, dada la fragilidad de los huesos de la mano para sujetar el peso de un cuerpo. Allí su brazo es desencajado para que la mano alcance el lugar en el que será clavada y su rostro ya está irreconocible bajo la sangre que le chorrea de la corona de espinas.

Un sufrimiento que, en opinión de Gibson, aún no se acerca a la “enormidad del sacrificio” que Jesús hizo por la humanidad.

[b]DEVOTO CATÓLICO[/b]

Gibson, que es devoto y católico tradicional, tiene 47 años y es padre de seis hijos y una hija, ha declarado que “sentía una profunda necesidad de contar esta historia”. Y es que, pese al centenar de versiones que se han hecho en cine sobre esta versión del Nuevo Testamento, ninguna fue de su agrado.

“Mi intención llevando esta historia a la pantalla es la de crear una obra de arte duradera que genere un debate serio entre un público de diferentes credos (o de ninguno) con un conocimiento diverso de los hechos”, ha aclarado el ganador de un Oscar por “Braveheart”, en un intento de aplacar una polémica que ha llevado a la organización judía Liga Contra la Difamación a solicitar explicaciones.

Respecto a las críticas de los sectores judíos de EEUU, el director explicó que “el antisemitismo no sólo está en contra de mis creencias personales, sino que es contrario al mensaje que reside en mi película”.

Gibson eliminó del montaje final la frase “su sangre recaiga en nosotros y en nuestros hijos”, que sugiere la culpabilidad judía en la muerte de Jesucristo, al creer que no sería comprendida en su contexto.

En sus últimas declaraciones, prefirió aclarar la polémica del antisemitismo con una de sus dosis de humor: “Jesús era un hijo de Israel entre otros hijos de Israel. Había judíos y romanos en Israel. No había noruegos. Por eso los judíos y los romanos fueron los agentes de su muerte”.

Lo cierto es que el éxito del filme ha devuelto a la televisión de Estados Unidos la miniserie “Jesús”, protagonizada por Jeremy Sisto en el papel de Jesús, Jacqueline Bisset como María y Gary Oldman como Poncio Pilatos.

La miniserie fue todo un éxito durante su primera emisión, en el 2000, con 21 millones de espectadores. El reestreno será diferente, ya que la cadena de televisión CBS ha decidido emitir tan sólo la segunda parte de la miniserie de cuatro horas, concentrada en la Pasión.

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