Joan Guzmán
El campeón que venció los golpes de la pobreza

<p><strong>Joan Guzmán<br/></strong>El campeón que venció los golpes de la pobreza</p>

POR FERNANDO QUIROZ
Joan Guzmán recibió muchos golpes de la pobreza, lloró, sonrió, pero nunca se dejó noquear. Tan marcado quedó por las necesidades insatisfechas en su infancia, que hoy el nombre de su barrio, Guachupita, es emblema que muestra con orgullo en su frente al momento de subir al cuadrilátero en los escenarios internacionales.

De ahí  que el primer asalto de su pelea no fue en un “ring”, sino en su empobrecida barriada, donde tuvo que enfrentar las más duras adversidades, la  tentación  de las drogas y   la delincuencia.

Pero la rudeza que Guzmán exhibe en el “ring” dista  mucho de sus palabras. Se declara como muy creyente en Dios y como un hombre muy emotivo, que llora con facilidad, sobre todo ante la impotencia que le generó la pobreza.

Es el único dominicano que se ha coronado campeón en dos divisiones, Super Gallo (122 libras) y Súper Ligero Junior (130 libras), de la Organización Mundial del Boxeo .

En el círculo familiar y de amigos de infancia le quedó el apodo de Teki, de tanto su padre decirle “que te quite de ahí”. Admite que desde niño era muy necio, y todos los días se iba a las trompadas en las calles de su barriada.

Nació en el barrio conocido como La Isla del Diablo, en un caserío debajo del puente Duarte. A los cuatro años, sus padres se mudan a Guachupita, donde comienza a enfrentar las situaciones más incómodas de pobreza y precariedades.

Uno de cinco hermanos, dos varones y tres hembras, cuando contaba con siete años sufre el golpe de la separación de sus padres.

Los varones quedaron con el padre. Guzmán tuvo que aprender a cocinar para él y su hermano con el poco dinero que pudiera llevar su padre mecánico en horas de la tarde. A veces le buscaba leña a “fritureras” a cambio de algo de comer. Cuando su papá llevaba dinero cocina arroz con huevos e improvisaba cualquier comida de manera rápida.

“No teníamos hora para comer. Teníamos que esperar a que llegara papá del taller, a veces sin dinero”, recordó. A los ocho años se interesó por el boxeo. Su padre era boxeador, pero nunca lo tomó en serio.  Con su estilo de vida bromeaban hasta entrenadores de boxeo, que llegaron a decir en son de burla “ustedes cree que Joan llegará (como boxeador) comiendo arroz con huevos”.

En la actualidad, ya Guzmán vive en condiciones cómodas y recientemente recibió oferta para una pelea en marzo por US$600,000, pero la rechazó porque está entrenando para reiniciar las peleas en mayo. Está a la espera, indicó, de las grandes peleas, entre ellas con el astro mexicano Marcos Antonio Barrera y el filipino Manny Paquiao, ambos considerados por los expertos, como los dos huesos duros de roer para el campeón dominicano.

Le anima, dijo, a seguir avanzando, el estar consciente de la pobreza que vivió y de donde viene. “No me ciego, nunca se me subirán los humos a la cabeza”.  Debido a su fuerte pegada, y a la agresividad en sus combates, ha recibido el sobrenombre del pequeño Tyson en alusión al ex campeón mundial de los pesos pesados, Mike Tyson.

Su casita

En Guachipita, las paredes de la casa de Guzmán eran otras tres casas que le rodeaban. “Ahí no había de nada”, recuerda. Cuando abría la puerta de su casa, narró, todo el barrio se enteraba porque era de zinc. “Ya viene Joan”, adivinaban los vecinos.

Con Leonel

A propósito de recibir el Premio Nacional de la Juventud de manos del presidente Leonel Fernández, el 31 de enero, Guzmán contó la anécdota basada en conversaciones con el mandatario. “Yo le dije que tengo dos fajas mundiales y él ha ganado dos veces las Presidencia, pero que yo buscaré una tercera faja, y no se él…”. 

Un cambio

Aún con las dificultades de la pobreza, Guzmán llegó al primer del bachillerato. Cuando cumplió 15 años de edad, fue ingresado por el Ejército Nacional e incluido en la selección de boxeo del equipo olímpico dominicano.

Ya las cosas comenzaron a cambiar mínimamente, recordó Guzmán, al percibir un cheque como raso del Ejército. Aunque para poder ser ingresado también atravesó por dificultades diversas, pues a su edad no disponía acta de nacimiento.

Es entonces cuando aprovechó para que un tío de apellido Guzmán lo reconociera y no firmar el Tolentino de su padre. Tampoco asumió el segundo nombre de Manuel que le habían puesto al nacer.

Los ojos le brillan a Guzmán cuando recuerda el primer viaje al extranjero. Al llegar a Ciudad México miraba asombrado hacia todos los lados, contó. Era el año 1993. Perdió su primera pelea, pero al trasladarse a Acapulco, ganó medalla de hora al salir victorioso en tres peleas.

En la ocasión le regalaron US$100, con los que compró un regalo a su madre y unos zapatos que costaron 50,000 pesos mexicanos.

Su alegría fue mayor porque salió triunfador, pues le habían advertido que quien no ganara no volvería a viajar. Luego viajó a Venezuela donde también logró medalla de oro.

Cuando se enteró que el entonces presidente Joaquín Balaguer prometió un apartamento a los medallistas de oro, se preparó e hizo los esfuerzos para vencer en los juegos de Ponce, Puerto Rico, donde también ganó oro. Aunque no sabía quien era su contrincante, resultó ser un cubano.

Familia

Lleva doce años casado con Angélica, con quien ha procreado a María, de siete años, Joan Junior once meses y adoptó a Michael, de tres años, hijo de una cuñada.

En el caso de sus padres, admite que le afectó mucho su separación hasta el punto que le crearon poco hábito de comunicación con ellos. Cuando contaba con 19 años de edad, logró llevarse a sus padres a los Estados Unidos.  

En bromas

En su jocoso y coloquial estilo de hablar, Guzmán contó que de joven daba mucha “cotorra” a las mujeres (era muy enamorado), pero con poca suerte hasta que hizo su primer viaje, y ya algunas muchachas comenzaban a decir: “Pero él no es tan feo”. Otra de sus anécdotas es que cuando comenzó el servicio de la OMSA, en el año 1997, un descuidista, bien vestido, intentó robarle la cartera. Él había salido del Estado Olímpico de practicar, y cuando se percató de la situación, el ladrón comenzó a gritar, que era él a quien asaltaban. Guzmán dijo que se cuadró y le dio una trompada que lo puso a dormir. Esa fue la última vez que usó su puño en la calle.

El campeón

Guzmán, con 30 años de edad, es considerado un boxeador que tiene estilo, defensa y poder para golpear, con récord de 27 victorias (17 por nocaut), sin derrota. El 16 de septiembre, en Las Vegas, ganó por decisión unánime al argentino Jorge Barrios, para lograr su segundo título mundial en su carrera.

Durante el año 2006 tuvo tres presentaciones 2006. Su primer enfrentamiento fue ante el ex campeón mundial ligero de la FIB Javier Jauregui, de México, a quien derrotó de forma unánime en Las Vegas, Nevada, el 6 de mayo. Era la primera vez que Guzmán enfrentaba a un peleador de las 130 libras, en este caso un veterano de 65 peleas, entre ellas 51 victorias con 35 nocauts.

Menos de cuatro meses después, Guzmán enfrentó con éxito al entonces campeón superpluma de la OMB, el argentino Jorge Rodrigo -La Hiena- Barrios, con récord a la sazón de 45 triunfos, dos derrotas, un empate y 33 nocaut en 50 peleas.

El 16 de septiembre Guzmán venció a Barrios por decisión dividida en el hotel MGM de Las Vegas, para erigirse en el primer quisqueyano que se adjudica dos cetros mundiales en igual cantidad de divisiones, ya que el 17 de agosto de 2002 se coronó monarca supergallo al superar por nocaut en el tercer asalto al también argentino Fabio Daniel Oliva en pelea celebrada en Cardiff Castle, de Gales.

El 18 de diciembre pasado Guzmán enfrentó en el país al estadounidense Antonio Davis, donde retuvo el título de la 130 libras. El periodista deportivo José Oscar Fernández, señala en un artículo reciente que Guzmán es el más grande peleador dominicano de todos los tiempos.

Como campeón aficionado cita Centroamericano y del Caribe (Ponce, Puerto Rico, 1993) y Panamericano (Mar del Plata, Argentina, 1995). En profesional, varias veces campeón regional, dos veces monarca mundial e invicto.

No cruzar raya

Guzmán, ejemplo para la juventud dominicana, aconsejó a los jóvenes a no cruzar la raya de las drogas. En ese espejo, dijo, hay que verse, pues es evidente el daño que hacen las drogas. “Todos sabemos como se pone el que fuma droga”, señaló.  Expresó que el ser humano puede lograr lo que se propone siempre que lo haga de manera correcta y con el corazón.

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