JOAN MIRÓ EL COLOR DE SUS SUEÑOS

JOAN MIRÓ EL COLOR DE SUS SUEÑOS

Emprende estudios de comercio sin ninguna motivación y en 1907 abandonará la escuela definitivamente, dejando de lado los estudios para entrar directamente a la escuela de Bellas Artes de la llotja. Durante gran parte de sus años adolescentes y joven adulto estuvo enfermo hasta tener tifus en 1911 y poco a poco se va recuperando después de instalarse en una granja de su familia lo que le permite entrar en un contacto definitivo con su tierra catalana. Cuando se siente mejor de salud regresa a Barcelona para finalizar sus estudios y por fin ser el gran pintor que fue a partir de 1918 cuando termina el círculo de formación en la academia San Luc.
En Barcelona descubre definitivamente el arte moderno en la galería Dalmau.
En París encontrará toda la legitimidad de su duende pues se conmueve con el movimiento surrealista después de haber experimentado el cubismo y el fauvismo. Se siente bien con el humor de estos imaginarios surrealistas, de su mentalidad alegre y juguetona, compartiendo su espíritu libertario y crítico. A partir de ese momento se enfrentará a una gran crisis de identidad y poco a poco irá cuestionando el mismo sentido del arte.
Definitivamente logra resolver sus planteamientos artísticos a través del surrealismo para poder alcanzar su identidad y su espontaneidad tanto con la pintura como con la escultura porque para él, el inconsciente y el mundo onírico son los terruños fértiles en los cuales pudo desarrollar la ligereza, la poética y la libertad de una factura donde el gesto, el movimiento y el dibujo están sumamente estudiados pero a la vez liberados por un sentimiento guardado desde la infancia.
Joan Miró despierta en su obra no solamente el humor, sino también la nostalgia de la infancia perdida. Por eso frente a toda la posmodernidad y a las transvanguardias se queda para siempre como un artista exclusivo único, de factura independiente, profundamente pensada con una descarga de composición extraordinaria que conocemos desde aquella obra de 1925… El carnaval de arlequín… Puramente surrealista y que será mundialmente conocida.
A partir del momento en que el surrealismo toma posturas políticas extremas, Joan Miró se va deslizando y se va apartando de esos dogmas para ser más Joan Miró
Hoy París en el Grand Palais, lo celebra con la exposición… El color de mis sueños… reuniendo más de 150 obras del pintor surrealista Catalán algunas inéditas para muchos de nosotros
En esta muestra después de 44 años de la retrospectiva histórica que se hiciera en 1974 en este mismo Grand Palais, se está demostrando que 44 años después la obra de Miró levanta mucha emoción y mucho compromiso por parte de España, cuyos reyes han visitado al presidente de Francia para celebrar juntos la apertura de esta gran colección.
El conjunto de las 150 obras están seleccionadas por el comisario general de la misma Jean Louis Prat, amigo del artista gran conocedor de su trabajo y por muchos años curador de exposiciones internacionales. El recorrido está secuenciado cronológicamente y empezamos con el famoso autorretrato de deliciosa composición cromática con una sutil armonía de ocre y marrones en un medio cuerpo con rostro juvenil del artista que sorprendentemente tiene un aire infantil, con la insistencia del color tierra probablemente como referente al origen de su campo terruño catalán. Nos hemos impresionado con la obra que le comprara Ernest Hemingway, de exausta factura surrealista con un desorden que compone el mismo espacio del trabajo rural, donde los artefactas e instrumentos de labranza ocupan con desorden el espacio. Aquí, se siente la escuela y factura surrealista en el exceso y multiplicación de objetos y detalles que cumplen con las ansias de narrar. No es de extrañar que esta tela haya apasionado al temperamento de Hemingway…
El tríptico….. El condenado a muerte…. Llama a sentarse para meditar sobre el movimiento de la línea negra que abarca las tres telas en un fondo blanco y que podemos interpretar y sentir como el cordón umbilical de la vida, acechado por la muerte o como soga de condena.
Depurada, transparente, el mensaje es tan intenso que el público se sienta frente al tríptico a compartir impresiones lecturas posibles.
La expresión… El color de mis sueños… salió de la misma boca del artista cuando le hacían preguntas sobre sus colores…Tres obras fundamentales están presentes en la muestra, justamente llamadas los tres azules, tres obras de gran formato que evocan todas las sutilezas del azul mediterráneo.
En estas composiciones el azul lleva la sinfonía lírica de un gran maestro que supo mantener su autonomía en un mundo de alta competencia frente a figuras como Picasso, Matisse, Dalí, y tantos que ya en los años cincuenta dominaban el mercado. Miró manejó su obra con una soltura genial frente a las exigencias de las mercaderes, la hizo como la sintió y pasó de la pintura de caballete a la pintura del suelo, a grandes formatos como un hombre libre buscando en sus telas su territorio existencial su espacio espiritual ´primero, eso era lo que le importaba.
Durante muchos años fue visto como una excepción que sorprendía, que atraía curiosidad y enigma. Hoy su obra alcanza un promedio de diez millones de euros, y está solicitada en el mundo entero. La Fundación Miró, dirigida por su nieto, asume toda la protección de la sucesión, y acompaña todos los proyectos internacionales. A la vez que se presenta esta exibición… El color de mis sueños… en el Grand Palais, la afamada galería Lelong de París, presenta su obra gráfica, donde encontramos una ejecución del dibujo con una gran eficiencia en el espacio y la composición, muchos de estos trabajos alcanzan unos 150.000 euros y dice la prensa especializada que hay una demanda increíble.
Miró significa para siempre la fuerza de una obra sincera y auténtica que supo mantener una personalidad visual e intelectual, generosa y libre, con una ética al servicio de lo humano.

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