UBI RIVAS
Este día primero de septiembre se cumple un siglo en que Joaquín Amparo Balaguer Ricardo nacía en la entonces aldea de Navarrete ó Villa Bisonó del matrimonio de Joaquín Balaguer Lespier y Celia Ricardo Heureaux, quien con el decursar del tiempo se constituiría en uno de los tres grandes árbitros del destino nacional.

Los otros dos fueron en orden cronológico Ulises Heureaux, el terrible Lilís y Rafael Leonidas Trujillo, el más bárbaro déspota vernáculo y “más allá”, como se identifica una potente emisora. Trece y 32 años cada uno.

Un siglo es, en cualquier onomástico, motivo de ponderación, “pasar raya”, exponer un arqueo de los pro y los contra de cada suceso y/o persona, el lado oscuro y el luminoso, el anverso y el reverso, lo positivo y lo negativo, porque inexorable, eso es lo que somos, un amasijo pendulante entre la cal y la arena, una mezcla indispensable para formar la masa que consigue dar forma al propósito.

En el personaje que trato hoy, de ninguna manera podría escapar al axioma enunciado, porque entonces, desertaría de la condición humana, y eso es un imposible, una quimera, una ilusión o un tremendismo que caería en el foso amorfo de la parcialidad pasional, y eso no debiera ser nunca la meta de un comunicador, sino siempre esgrimir y asistirse del total de la mezcla para pretender, si eso es posible en un ser humano, la imparcialidad.

El punto luminoso, positivo, trascendente, redituador de beneficios sociales en Joaquín Balaguer radica en la super-colosal obra de infraestructura física que legó a la posteridad puentes, carreteras, escuelas, hospitales, plan habitacional social, distribución de tierras a tanto campesinos como agricultores, sin criterio selectivo, porque campesino es quien reside en el campo y agricultor quien dispone de la vocación de producir la tierra.

En esa versión, supera a frey Nicolás de Ovando, comendador de Lares en la Orden de Alcántara, gobernador de La Hispaniola (1501-1509), constructor indiscutible de la ciudad colonial, declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad que no obstante su trascendencia, sólo ha sido biografiado por la historiadora norteamericana Ursula Lamb.

Difícil escapó o no ocupó el interés del doctor Balaguer la más remota aldea, paraje, sección del territorio nacional a su formidable obra de infraestructura, presas y canales con recursos propios todos, Tavera, Valdesia, Jigüey-Aguacate, Rincón, Sabana Yegua, canal Marcos Cabral, canal Nizao, canal Navarrete, multiplicando muchas veces las áreas de regadío con fines triples, agrícola, acueducto y energía hidráulica.

La contrapartida radica en el despotismo ilustrado que ejerció a fondo, el modo turbio en que se impuso en las elecciones por sobre la decisión de sus paisanos, arbitrando el triunfo con malas artes en la JCE, y la profundización de la corrupción y el auge de los contravalores éticos para uncirlos al propósito nefando del continuismo inconcluso a horcajadas en el poder, pervirtiendo por el susurro aurífero a una multitud impresionante, en un país sin muchas opciones económicas para sobrevivir y sin estructuras sociales para el retiro.

Pero por encima de esas dos vertientes imposibles de aludir para extraer la enjundia de un personaje, se destaca a Joaquín Balaguer escritor, ensayista, cronista, historiador, lingüista y constructor de versos, fallido aspirante a poeta. Sus obras, una 40, van a ser publicadas en un resumen selectivo de diez, una ofensa a su memoria, su estirpe de escritor, una iniquidad de parte de millares a quienes conformó nombre y fortunas, porque debieron publicarse las 40.

Hay naturalmente más, como en el famoso show, en relación a recrear en el tamiz del experticio y la dimensión, la crítica serena, respecto a Joaquín Balaguer gobernante, escritor, maestro para intemperantes y violentos, destacando que la paciencia, serenidad y el tiempo, fueron parte de los principales aliados que consiguieron que signase el destino nacional por 22 luengos años.