Joaquín Balaguer, querido por unos y despreciado por otros, a 18 años de su muerte

Joaquín Balaguer, querido por unos y despreciado por otros, a 18 años de su muerte

El doctor Joaquín Balaguer Ricardo.

Hoy se cumplen 18 años del fallecimiento de Joaquín Balaguer, uno de los políticos más enigmáticos y hábiles de la República Dominicana y el último de los caudillos, un hombre a quien no le importaba el juicio de la historia, que preconizaba con parábolas sus ansias políticas, y asumía con desdén, en la mayoría de los casos, las críticas de sus adversarios.

El análisis de sus discursos deja entrever que sus acciones estaban fríamente calculadas, que jugaba al cinismo, que poseía una vasta cultura, que sabía manejar las debilidades humanas, pero sus seguidores entienden que fue el político más brillante del país, y el más entregado a los auténticos intereses de la patria.

Para el historiador Emilio Cordero Michel Balaguer fue un verdadero animal político, en cuyo accionar hubo luces porque a su juicio ni el dictador Rafael Leonidas Trujillo tuvo sólo sombras.

Durante su ejercicio presidencial se aprovechó del analfabetismo para manipular a las mayorías, ya que las mantenía al borde de la miseria para manejarlas fácilmente, según el historiador.

Víctor Gómez Bergés, cercano colaborador del expresidente, consideró que éste consolidó la democracia dominicana, y que si no hubiese ganado las elecciones en 1966 todavía el país estaría inmerso en un baño de sangre, por los odios que provocó la guerra civil de 1965.

Balaguer nació el primero de septiembre de 1906 en Navarrete, Santiago de los Caballeros, y era hijo de Joaquín Balaguer  Lespier y Carmen Celia Ricardo. En su libro “Memorias de un cortesano de  la era de Trujillo” aparece como un joven solitario, que abandonó su carrera de abogado por las limitaciones del medio y para dedicarse a la política.

Su carrera política se expandió por más de 60 años, iniciándose en la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en la que ocupó varios ministerios, representaciones diplomáticas, y la presidencia de la República desde el del 30 de agosto de 1960 hasta el 31 de diciembre de 1961, cuando el régimen había llegado a su fin tras el ajusticiamiento  de Trujillo el 30 de mayo de ese año.

En más de una ocasión dijo que pasó por la dictadura sin mancharse, sin embargo, Cordero Michel entiende que su silencio lo hizo cómplice de los desmanes del dictador.

En términos intelectuales la obra de Balaguer abarca la literatura, la poesía y el ensayo, y entre sus libros más reconocidos se citan “Los carpinteros”, “La isla al revés”, “El cristo de la libertad”, “La palabra encadenada”, y “Memorias de un cortesano de la era de Trujillo”.

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Uno de los libros más conocidos de Joaquín Balaguer.

EL JUICIO DE LA HISTORIA

Los rasgos positivos de los gobiernos de Balaguer Cordero Michel los sitúa “en el proceso de la mal llamada democratización del país, la continuación de la política de construcción de Trujillo con todo y su concepción faraónica de dejar plasmada su obra en tierra, cemento y varilla.

“Hizo importantes vías de de comunicación, hidroeléctricas, y algunas obras de relumbrón y otras inútiles como el Faro a Colón”.

Al abundar en lo negativo, principalmente en el período de los 12 años (1966-1978), el historiador expresó que ese fue un régimen corrupto aunque él no lo fuera, hubo persecución política y criminalidad porque se exterminó a todo el que representaba un peligro desde el punto de vista de las ideologías de izquierda.

Esa era, según él, la política del imperio norteamericano en la región.

“No había libertad de prensa ni de movimiento, había impedimentos de salida y entrada, no se vivía en democracia y, sin embargo, algunos alegan que eso era necesario porque se trataba de la transición política de una guerra civil que dejó muchos odios, pero esas son excusas baladíes porque Balaguer pudo hacer otro tipo de gobierno, pero él era autoritario, eso fue lo que vio en la dictadura de Trujillo”.

Cordero Michel se detiene en ese período para resaltar que el expresidente no evidenciaba deseos de poder porque lo hubieran exterminado, ya que el dictador no dejaba que nadie le hiciera sombra.

“El era un fiel servidor del régimen Trujillista, de hecho, él mismo dijo que era un cortesano. Aunque no participaba en los chismes alrededor del jefe siempre estuvo ahí, detrás del trono, y murió siendo admirador de Trujillo”.

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Joaquín Balaguer durante su juventud

DE SU INCURSION A LA POLITICA HASTA TRUJILLO

Balaguer creció en un país en bancarrota, inestable en términos políticos, y luego intervenido militarmente por Estados Unidos desde 1916 hasta 1924.

Esa situación hizo que se enrolara en el Partido Nacionalista, una organización que realizaba jornadas cívicas en contra de la invasión norteamericana, y que las encabezaban en Santiago Rafael Estrella Ureña, Ercilia Pepín y Rafael César Tolentino, según consta en sus memorias.

En septiembre de 1924 los marines norteamericanos se marcharon del país, y luego se realizaron elecciones en las que resultaron electos Horacio Vásquez y Federico Velásquez, como presidente y vicepresidente respectivamente.

La crisis política provocada por las intenciones continuistas de Vásquez, quien en 1927 reformó la Constitución para completar un período de seis años, lo llevó hasta el Partido Republicano que fundó Estrella Ureña, quien conspiró para sacar a Vásquez del poder con la complicidad del brigadier Trujillo.

En sus memorias Balaguer refiere que los contactos con Trujillo se hicieron discretamente, y que la intención era deponer a Vásquez mediante un asalto a la mansión presidencial, propósito que fue descartado posteriormente por Estrella Ureña.

De acuerdo con Julio Genaro Campillo Pérez, autor de “Elecciones Dominicanas”, “el poderoso ejército de Vásquez no pudo vencer a los grupos casi desarmados que salieron del Cibao con destino a la capital el 23 de febrero de 1930.

“Trujillo, en un alarde de hipocresía, fingió cumplir con sus deberes de soldado; Vásquez, para evitar un derramamiento de sangre y creyendo en la obediencia de Trujillo, renunció a la presidencia”.

Después de ese hecho se designó a Estrella Ureña como secretario de Interior y Policía y, en consecuencia, como primer mandatario.

El 17 de marzo de 1930 Trujillo y Estrella Ureña participaron en las elecciones, en competencia con Federico Velásquez y Angel Morales, quienes renunciaron al recibir amenazas de muerte.

Durante la dictadura trujillista Balaguer ocupó importantes cargos, entre ellos subsecretario de Relaciones Exteriores, subsecretario de la Presidencia, secretario de Relaciones Exteriores, secretario de Educación, así como la presidencia de la República.

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Joaquín Balaguer en uno de los momentos en que tomaba posesión de la Presidencia.

Al desaparecer Trujillo, el 30 de mayo de 1961,  Balaguer estaba al frente del Poder Ejecutivo, pero su primer paso por esa instancia resultó más efímero de lo que quizás esperaba, porque las presiones políticas lo condujeron al exilio en 1962.

Pero antes de que eso se produjera intentó iniciar una transición política al permitir el regreso de Angel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, avanzada del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), propició la formación de otros partidos, formó el Consejo de Estado -presidido por él- que organizaría las elecciones de 1962, y disolvió el trujillista Partido Dominicano.

José Henríquez Almánzar expresa, en la semblanza “El político”, que desde la presidencia “regalada” que Balaguer obtuvo se propuso sacar del país a los familiares y amigos de Trujillo y a desarticular el aparato político de la dictadura.

“Era el momento en que resonaba en la plaza pública el !basta ya! que demandaba el pueblo por boca de Viriato Fiallo, de la Unión Cívica Nacional (UCN). Entonces Balaguer decía: “yo también soy civilista, yo pasé por ese charco de sangre sin mancharme”.

Luego de la salida del país de los familiares de Trujillo la UCN y el partido 14 de Junio presionaron para que Balaguer dimitiera, y convocaron a una huelga general que se prolongó desde el 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre de 1961.

A este hecho se sucedieron dos golpes de Estado y finalmente el caudillo se refugió en la Nunciatura Apostólica el siete de marzo de 1962, desde donde partió hacia Nueva York.

En 1962 se realizaron las primeras elecciones libres después de la muerte de Trujillo, cuyo triunfador fue el profesor Juan Bosch, el candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que solamente permaneció en el poder hasta el 23 de septiembre de 1963, al ser derrocado por un golpe de Estado.

Esa acción abortó el proceso democrático y degeneró en la revolución de abril de 1965, la cual dirigió el coronel Francisco Alberto Caamaño y cuyo propósito era reponer el gobierno de Bosch. Como respuesta los norteamericanos invadieron por segunda vez el país, el 28 de abril de ese mismo año.

Mientras eso ocurría Balaguer ya tenía una plataforma política, pues en 1964 fundó el Partido Reformista. Con esa zapata retornó al país en 1966, año en el que el gobierno provisional de Héctor García Godoy organizó unos comicios cuyo resultado fue el triunfo de Balaguer y la derrota de Bosch.

Desde ese momento el caudillo se convirtió en pieza clave de la política dominicana, hasta el día de su muerte, el 14 de julio del 2002.

EL GOBIERNO DE LOS 12 AÑOS

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Joaquín Balaguer tenía un discurso candente. Era maestro de la oratoria

En 1966 Balaguer inició un período presidencial que se prolongó durante 12 años,  y que se caracterizó por la represión política, la ausencia de libertades públicas, por sus afanes reeleccionistas, y por la corrupción que él mismo advertía pero que se detenía en la puerta de su despacho.

La prensa, que jugó un valiente papel en defensa de los derechos humanos, le pisaba los talones en reclamo de mejores prácticas gubernamentales. Y pagó su precio porque en ese afán perdieron la vida los periodistas Orlando Martínez y Gregorio García Castro.

De hecho, el periódico El Nacional de Ahora, en su editorial del 20 de febrero de 1967 expresó que “el presidente de la República dice que en este país no hay represión contra determinados sectores políticos, y cuando se lee esta afirmación cualquiera está tentado a creer que el jefe del Estado sabe menos que “los chinos de Bonao” acerca de lo que ocurre en esta nación.

“Por otra parte, el jefe de la Policía asegura que aquí no hay persecución  policial pero las razones son obvias: ni Joaquín Balaguer ni Luis Ney Tejada Alvarez están en el pellejo de los muertos, los atropellados y los encarcelados por el simple hecho de no pertenecer al Partido Reformista ni a los cuerpos armados”.

El PRD, el Movimiento Popular Dominicano (MPD) y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio fueron los grupos políticos que enfrentaron abiertamente al expresidente durante ese período.

El 28 de febrero de 1972 Balaguer expresó, según el diario El Caribe, que “el porvenir es para la juventud que estudia y se prepara para  las tareas del futuro, por eso ya no malgastan su tiempo en vociferaciones inútiles ni en sacrificios románticos ofrendados absurdamente en aras de ideales hermosos pero impracticables”.

En ese contexto, el dos de febrero de 1973 el coronel Caamaño desembarcó en Playa Caracoles con la intención de enfrentar el régimen balaguerista, junto con Hamlet Hermann, Heberto Lalane  José, Toribio Peña Jáquez, Claudio Caamaño, Mario Galán, Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguín y Juan Ramón Payero.

La Fuerzas Armadas los replegaron y solamente sobrevivieron Hermann y Claudio Caamaño, y en ese sentido, el 27 de febrero de 1973 Balaguer expresó que: “los que abogan porque los derechos humanos se apliquen no toman en cuenta que vivimos en un estado de desquiciamiento general, y que el orden constitucional  ha estado sujeto a  una constante conspiración.

“Mientras  la barbarie política impera en todas partes del mundo, nuestro país disfruta de un grado de tranquilidad y respeto de los derechos humanos, si alguien ha dicho que este país tiene un régimen represivo, comete no sólo una infamia, sino también un crimen”.

En otras declaraciones, pronunciadas el dos de julio de 1973, refirió que se sentía tranquilo y sereno, y que el juicio de la posteridad no le importaba porque le interesaba el bien del país.

Entre corrupción y reelección

Los opositores de Balaguer consideraban que su gobierno era corrupto, y sobre ese aspecto éste manifestó que “nadie ha osado nunca proponerme un tipo de oferta a cambio de un acto que lastime el interés nacional, sin embargo, todos los días sale de labios irresponsables la especie de que somos  un gobierno corrupto y de que patrocinamos desde la presidencia la malversación y el peculado”.

Sus adversarios también rechazaban sus planes continuistas, que comenzaron en 1970 con su segunda repostulación presidencial, pese a que en 1966 había dicho que el continuismo no era saludable, según reportó El Nacional de Ahora.

El 16 de febrero de 1974, como para dejar claramente establecido el tiempo que quería permanecer en el poder, se refirió a los peligros que entrañan  el ejercicio indefinido del mando, pero recordó que el libertador Simón Bolívar fijó en 12 años el lapso que un ciudadano necesita para servirle a su país.

En 1978 concluyó su primer mandato, en medio del recrudecimiento de las críticas y de una crisis generada por las denuncias de fraude electoral y la resistencia de sus allegados, sobre todo de algunos mandos militares, de entregarle el poder al electo presidente Antonio Guzmán Fernández.

Su regreso en los 80

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Hasta el ocaso de su vida, Balaguer olió a poder.

Al dejar el poder en 1978 Balaguer dejó entrever que el retiro de la vida política era inminente, en momentos en que ya le afectaba una progresiva ceguera.

Pero el desgaste del PRD le dio la oportunidad de ganar los comicios de 1986, creándose una serie de dudas sobre la posibilidad de que gobernase con la misma mano dura que en los 12 años.

Las circunstancias habían cambiado y eso era prácticamente imposible, de manera que el casi octogenario mandatario asumió las riendas de la nación con el propósito, esta vez, de respetar las garantías constitucionales y desarrollar un vasto programa de construcciones que tuvo su máxima expresión en el Faro a Colón, un mausoleo donde reposan los supuestos restos del descubridor de América.

Igualmente se citan la edificación de grandes complejos habitacionales en todo el país, y la modernización y ampliación de carreteras, sin embargo, a principios de 1990 enfrentó una aguda crisis económica.

Pero esos diez años de gobierno arrastraron dos sombras: la corrupción y el fraude electoral. Durante ese período hubo denuncias sobre el uso doloso de los recursos del Estado, de parte de funcionarios públicos, e inclusive para el financiamiento de las campañas políticas.

En la primera repostulación de Balaguer, en esa etapa, se denunció un fraude electoral en contra de Bosch, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y en 1994 la misma situación pasó con José Francisco Peña Gómez, candidato del PRD.

Sin embargo, en esa ocasión las denuncias del líder perredeista provocaron una fuerte crisis política que mereció la intervención de organismos internacionales y la reforma constitucional.

El conflicto se solucionó mediante un Pacto por la Democracia, a través del cual se admitió como ganador a Balaguer, pero se acortó su período en dos años.

En 1996 Peña Gómez volvió como candidato y debido a que no ganó en la primera vuelta,  tuvo que enfrentarse al presidente Leonel Fernández, quien contó con el apoyo de los reformistas mediante el denominado Frente Patriótico que le permitió llegar a la presidencia.

Ese año Balaguer le dijo adiós al poder aunque en el 2000 volvió como candidato del PRSC, pero sus intenciones quedaron truncas al obtener el triunfo el expresidente Hipólito Mejía.

Ya casi se acercaba el final de su vida pero el exmandatario seguía siendo el eje de los demás partidos, porque su casa de la Máximo Gómez se convirtió un santuario para sus seguidores y para los antiguos adversarios que buscaban alianzas políticas.

El Balaguer Democrático

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A Balaguer muchas personas lo tildan de asesino. Para otros es un padre de la democracia.

Gómez Bergés consideró que como político Balaguer tuvo una gran visión de Estado y de futuro, y es en ese aspecto el responsable de la creación de la clase media en la Republica Dominicana.

“El creó toda la infraestructura que le ha permitido al país su desarrollo económico y social, y hoy día todavía estamos disfrutando de esas grandes conquistas.

“Fue un defensor de la dignidad de la República, de hecho me correspondió ver como canciller la forma en que defendía los intereses nacionales en momentos en que la Guerra Fría polarizaba las fuerzas de los países del continente”.

A su entender su obra de infraestructura, la construcción de 16 grandes presas, de todas las autopistas, de los canales de riego más importantes, la aplicación de una reforma agraria que proporcionó a millares de dominicanos la repartición de más de 2.5 millones de tareas de tierra, y el plan de construcción de escuelas y viviendas como nunca nadie lo había ejecutado.

En el aspecto político en sus primeros 12 años de gobierno recibió al país dividido, exaltado, cargado de violencia como resultado de la revolución de abril y de la intervención de los norteamericanos en 1965, “los odios que generaron esos conflictos fueron difíciles de manejar desde el poder”.

Sobre ese aspecto entiende que si Balaguer no hubiese ganado las elecciones de 1966 los dominicanos todavía estuvieran navegando en un baño de sangre, y la economía fuera un desastre como lo es en otros países de Centroamérica que tuvieron dictaduras como la de Trujillo pero aún no han logrado alcanzar el desarrollo.

“De manera que la República Dominicana tuvo la suerte o el privilegio de que fue un hombre de las condiciones de Balaguer quien le gobernara en esos 12 años, para provocar una transición en medio de la vorágine de la violencia.

“Balaguer es el verdadero consolidador de la democracia dominicana, la comenzó a prohijar en el 61 cuando logró que los herederos de Trujillo no intentaran entronizar una nueva dictadura, y propició, con el apoyo de Bosch, la salida de los familiares del dictador dejando al país en la ruta de la democracia”.

Asimismo, dijo que el régimen de los 12 años fue difícil, porque Balaguer tuvo que esforzarse mucho para evitarle una tragedia a la nación, pero en su segundo período de 10 años hubo un respeto absoluto a las libertades, y se siguió el programa de reconstrucción de la nación.

Gómez Bergés destacó que el expresidente se opuso al endeudamiento externo porque se afianzó en los recursos nacionales para su plan de construcciones.

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Un día como hoy del 2002, falleció a los 95 años, el expresidente Joaquín Balaguer Ricardo, quien gobernó la República por 22 años.

Se reproducen los Balaguer

¿Se merecía este país a un gobernante como Balaguer? Al responder esa pregunta Cordero Michel se niega a aceptar que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, porque entonces los dominicanos habrían merecido a Buenaventura Báez, a Pedro Santana, a Cesáreo Guillermo o a Ulises Heureaux, y al propio Trujillo.

“Los pueblos tienen los gobiernos que los sectores de poder imponen, así como los yanquis, que son los que gobiernan en este país, el pueblo va como una manada de borregos, quienes imponen las reglas del juego son los yanquis y la burguesía y los aliados que se benefician.

“Pero yo no creo que se merezcan los malos gobernantes, son los sectores hegemónicos de poder que para defender sus intereses o garantizar su futuro desarrollo ponen gobernantes de mano dura”.

Al referirse a la posibilidad de que el modelo de Balaguer se reproduzca expresó que “en términos de las prácticas políticas no lo creo, a lo mejor Leonel Fernández se convierta en un Balaguer, el hombre cambia tanto cuando está en el poder rodeado del llamado anillo, pero yo no creo que él tenga madera para ser  un Balaguer, porque el pueblo no aguantaría un gobierno como  el los 12  años