Esta vez, Joaquín Cortés no baila, pero su papel de director y productor dejan su huella personal en De amor y odio, el espectáculo que su compañía Gitana Cortés Company, presenta en el Teatro Lope de Vega de Madrid.
Uno tiene que saber aceptar el paso del tiempo, decía Cortés días atrás y, por eso, en este espectáculo ejerce de todo menos de bailarín. Con De amor y odio, que estará en cartel hasta el 8 de agosto, pretende, además, abrir paso a jóvenes promesas de la danza.
Ballet clásico, danza contemporánea y flamenco se fusionan en este espectáculo alejado de lo convencional, que no deja indiferente al público, con el que Cortés espera que se le reconozcan sus nuevas facetas de productor y director de escena, como ya lo ha sido en las de bailarín y coreógrafo.
Final y Malo conocido; Tiempo, con coreografía de Juan Carlos Lérida; Encuentro, de Cristóbal Reyes; Conciencia, donde participa toda la compañía; Hombre, con Jesús Quintero y Saulo Garrido; y Principio, una creación de Cortés y Juan Carlos Lérida, son las siete partes en las que se divide De amor y odio, un espectáculo en el que participan catorce bailarinas, ocho bailarines, seis músicos y dos voces en directo, y que cuenta con vestuario de Armani, pantallas móviles, arneses para los bailarines y pinchadiscos en directo.
El bailarín cordobés lleva más de un año trabajando en este ambicioso proyecto que se estrenó en Milán hace cuatro meses y que, después de Madrid, irá de gira por otras ciudades de España, antes de viajar a Londres, Nueva York, Latinoamérica y Asia.