Joaquín Ricardo – ¡Reformistas… siempre reformistas!

Joaquín Ricardo – ¡Reformistas… siempre reformistas!

En estos días, previos a los comicios generales a celebrarse el próximo 16 de mayo, con el fin de escoger al próximo Presidente de la República, nos encontramos con un fenómeno que bordea los linderos del descaro cuando supuestos dirigentes, que en verdad sólo son simples camaleones cíclicos, solicitan a los reformistas inclinarse por otro candidato que no es de su propio partido.

Semejante atrevimiento sólo se concebía en el mundo mitológico, en donde seres como Hefesto, que nació tan feo que su madre lo tiró desde lo alto del Olimpo y a pesar de que lo salvaron, quedó cojo y deformado, como las Furias, hijas de Aquerónte y la Noche, Alecto, Tisífone y Negera, con sus cabelleras formadas por serpientes, daban rienda suelta a sus maldades y mediocridades, atormentando ferozmente a los humanos.

Por lo tanto, creo oportuno recordar qué es el reformismo: El Partido Reformista nace como una organización de extracción popular, compuesta por mujeres y hombres de trabajo, mayormente campesinos, por el pueblo pobre y por las legiones de desamparados que tenía el país al momento de su fundación. Posteriormente, por la extraordinaria obra de gobierno y el progreso alcanzado durante las gestiones del partido encabezadas por su fundador, líder y presidente, el doctor Joaquín Balaguer, otras capas sociales surgidas de la dinámica misma del desarrollo se incorporaron al partido. Pero el doctor Balaguer nunca olvidó sus esencias aunque fueran complementadas por otras fragancias.

Es decir, el Partido Reformista no fué ni es un partido mimado por las clases altas de la sociedad, ni ha sido favorecido por los que detentan el poder económico. El reformista ha contado con el respaldo fervoroso del peón ambulante, del campesino que llega a la ciudad en busca de nuevos horizontes, del billetero, del oficinista de escasos recursos; del alma de casa humilde que conoce por experiencia propia el precio de los artículos de primera necesidad, del joven estudiante de escasos recursos, por las madres de familias que carecen de techos y por todas las mujeres que sufren y esperan, en el silencio de sus viviendas, la ayuda de una mano generosa que desde las alturas del poder llegue hasta ellas con verdadero espíritu de caridad, con hondo sentido humanitario y de solidaridad.

El reformismo ha sido el partido que mejor encarna la causa de la moderación y el único que enarbola, con más desinterés, y con más sinceridad, en esta época de ásperas diferencias, la concordia nacional.

Ante esa realidad, el reformismo auténtico no puede hacerle caso al llamado de las Bacantes, bellezas locas y atolondradas que alborotan al mundo con sus piruetas y mantenerse firme, con la frente en alto, trabajando para labrar con fuerza en la tierra el camino que le corresponde al Partido Reformista Social Cristiano. Para que la alternabilidad en el poder se haga una realidad, la moderación y el progreso, símbolos de todo un estilo de gobierno forjado con sus manos taumaturgas por el genio político del siglo XX dominicano, el Doctor Joaquín Balaguer, no pueden desaparecer.

El Pacto de las Gorgonas, Medusa, Esterno y Euriale, con sus Greas, las viejas de un solo diente y un solo ojo, con los nuevos Cíclopes, para que, de estos resultar vencedores, en la contienda cívica de mayo próximo, les faciliten adueñarse de nuestra organización política con el objeto de convertirla en un instrumento de la oligarquía empresarial más retardataria que existe en el país, con el único fin de saciar sus ansias estrictamente personales y, de paso, tratar de lavar la roja serosidad que les ha manchado el pecho y las manos desde hace mucho tiempo, no debe sorprendernos.

El deseo es entregar en bandeja de plata el sacrificio de Joaquín Balaguer y de todos los dominicanos que lo acompañamos por décadas por las mismas 30 monedas de plata con que Judas compró el campo de sangre. Los reformistas no podemos permitir semejante iniquidad y la más burda traición a los principios y a la historia de nuestra organización política. Dejemos que Némesis se encargue de estas traiciones de los hombres.

No es posible que en una franca intromisión en los asuntos internos de otro partido, uno de los aspirantes a la presidencia exprese que nuestro candidato «es un hombre bueno, pero que no es su tiempo». Claro, no es ni será nunca el tiempo del reformismo porque la megalomanía y las ínfulas de grandeza heredadas de un poder endosado lo que le demandan es la absorción del Partido Reformista por su organización. Ese es, en resumen, lo que se persigue aunque no se exprese.

Votemos por nuestro partido, por nuestros principios, por nuestro programa de gobierno y por nuestro candidato, para así dejar satisfechos a los sectores que tienen puesta su esperanza en el glorioso lema: «Ni injusticias ni privilegios» y que aún recuerdan con nostalgia los gobiernos del doctor Balaguer, cuando musitan el final de la primera estrofa de una de las famosas coplas de Jorge Manrique, poeta del siglo XV, en su poema «Por la muerte de su padre» en la que expresa:

Cómo, a nuestro parecer,

cualquier tiempo pasado

fue mejor.

Mantengámonos unidos, reformistas, alrededor de nuestro partido y su candidato. Démosle una lección de dignidad y decoro a los Carontes de la Laguna Estigia… ¡que sigan con sus muertos cobrándoles el pasaje!

Estamos, compatriotas, a nuestro humilde juicio, en vísperas de unas elecciones que serán decisivas para la suerte de la democracia dominicana y de los partidos que la sustentan. Es por ello que las organizaciones políticas movilizan y hacen toda clase de esfuerzos y formulan todo tipo de promesas para concitar el apoyo del electorado.

En nuestro país, donde los vendedores de ilusiones tanto han abusado de la demagogia política, las promesas ya no despiertan interés, están desacreditadas. Pocos son los que no comprenden que los dirigentes políticos sólo buscan el favor de las masas para trepar o para hacer trepar a sus partidarios en las distintas posiciones de la administración pública. Por eso, ya nadie cree en las plataformas ni en las declaraciones de principios elaboradas con fines exclusivamente electorales.

Por las razones expuestas procedentes, el reformista no promete sino que hace. Por Joaquín Balaguer y el partido hablan los hechos. Por eso en las próximas elecciones nos presentamos con sólo dos ofertas: una guerra contra la desconfianza y otra guerra sin pausa en contra de la pobreza, no como efectos electoreros, sino como acción de gobierno dinámica y sostenida.

Por Joaquín Balaguer, por el Partido Reformista, por la conciliación, por la unidad de la familia dominicana, por la dignidad y el decoro del reformismo ortodoxo, por la preservación de nuestro partido como legítimo instrumento de la sociedad dominicana y por nuestro candidato…. ¡Votemos colorao el próximo 16 de mayo!

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