NACIONES UNIDAS — El presidente Joe Biden dijo en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU el martes que el mundo se encuentra en un “punto de inflexión en la historia” y debe actuar rápida y cooperativamente para enfrentar los problemas de la pandemia de COVID-19, el cambio climático y los abusos a los derechos humanos.
En medio de las tensiones crecientes con China, Biden declaró que Estados Unidos “no quiere una nueva Guerra Fría”.
Sin nombrar a China, el presidente reconoció que el aumento de las tensiones causa preocupación en el mundo, pero dijo que “no queremos una nueva Guerra Fría ni un mundo dividido en bloques rígidos”.
Dijo que su decisión de poner fin el mes pasado a la guerra más prolongada de Estados Unidos, en Afganistán, le permite a su gobierno dedicarse a la diplomacia intensiva en momentos de múltiples crisis. Expresó su convicción de que “para cumplir con nuestro propio pueblo, debemos comprometernos profundamente con el resto del mundo”.
“Hemos puesto fin a 20 años de conflicto en Afganistán”, dijo Biden. “Y al cerrar este período de guerra implacable, debemos iniciar una era de diplomacia implacable utilizando el poder de nuestra ayuda para el desarrollo para invertir en nuevas formas de mejorar la vida de la gente en todo el mundo”.
Biden arribó a Nueva York el lunes por la noche para reunirse con el secretario general António Guterres.
En breves declaraciones antes de la reunión, reiteró que “Estados Unidos ha regresado”, una frase con la que pretende encapsular su promesa de tener una relación drásticamente distinta con los aliados que su predecesor Donald Trump.
Sin embargo, el presidente enfrenta un alto nivel de escepticismo de parte de los aliados durante su semana de diplomacia intensa. Los primeros meses de su presidencia han comprendido varios momentos difíciles con naciones que esperaban una mayor cooperación de Biden tras cuatro años de la política exterior de Trump basada en el “Primero Estados Unidos”.
A ocho meses de iniciada su presidencia, Biden se encuentra fuera de sintonía con los aliados respecto del caótico fin de la guerra en Afganistán. Enfrenta diferencias sobre la manera de compartir vacunas contra el coronavirus con el mundo en desarrollo y sobre las restricciones a los viajes. Y hay preguntas sobre la mejor manera de responder a las medidas militares y económicas de China.
A todo esto se suma un diferendo diplomático con Francia, el aliado más antiguo de Estados Unidos, tras anunciar un plan, junto con Gran Bretaña, de equipar a Australia con submarinos nucleares. Con esto se espera mejorar la capacidad de Australia de patrullar el Pacífico ante la creciente agresividad de China, pero desbarató un contrato de la defensa francesa de al menos 66.000 millones de dólares para vender submarinos diésel a Australia.
El canciller francés Jean-Yves Le Drian dijo el lunes que había una “crisis de confianza” con Estados Unidos debido al episodio.