JOHANNA GOEDE: ESCRIBIR PARA LA INFANCIA

JOHANNA GOEDE: ESCRIBIR PARA LA INFANCIA

Quería comenzar este ensayo escribiendo sobre la inocencia innata que requiere escribir para la niñez, y contarles sobre el secreto mejor guardado de Puerto Plata: la poeta Johanna Goede, quien ya lleva publicados siete libros de cuentos para niños y niñas que son, en mi criterio, lo más refrescante y hermoso que se haya publicado en ese género.
Quería contarles sobre NUBE DE CARAMELO, su primer cuento; sobre YA SE QUIEN ES DIOS; LAS MARIPOSITAS MIRABAL, la mejor interpretación histórica de lo que fue esa tragedia, donde Trujillo es un abejón; EL CABALLITO LUPERON, otra manera de contar la historia desde Puerto Plata para el país; AGUITA, que debería ser lectura obligada de los y las medioambientalistas; LAS GALLETICAS DE LA ABUELA; y ATOMO, EL PRIMER PUEBLITO, la mejor clase de física (de una física empírica) para la niñez de primaria, cuento que debería ser lectura obligada para las escuelas primarias del país.
Y, estaba reservando este ensayo para Navidad, porque el mejor regalo para esos días debería ser un cuento que desate la maravillosa imaginación de la niñez, mucho mejor que un celular o que un IPOD, o uno de esos tantos juegos donde el desafío es como matar al adversario.
Quería escribir sobre la Navidad, ese respiro de la realidad cotidiana, y de cómo en la Zona Colonial hay exposiciones de Belenes en el CallejónMacorís, y en la iglesita cercana a la Plaza España y de cómo esa plaza tiene el arbolito más bonito de toda la ciudad, pero me ha llamado mi cuñada Marta, contándome sobre su horror al visitar la Unidad de niños y niñas con raquitismo del Hospital Robert Reid,hoy Dr. HugoMendoza, donde el problema es no tener alimentos, y se me ha caído el alma, porque ese es uno de los pocos hospitales que reciben una subvención del Estado y las monjas preguntaban, ¿Cómo sobreviven las criaturas en otros hospitales?
¿Raquitismo? ¿En esta media isla que proclama tener el nivel de crecimiento económico más alto de la región? ¿Raquitismo, con tanto despliegue de derroche? Me sobrepongo y decido reproducir lo que escribí para Johanna cuando me tocó presentar uno de sus libros en Puerto Plata, recomendándoles que esta Navidad busquen sus libros de cuentos para la niñez, una demostración de lo que puede la ternura en tiempos de la cólera.
Infidencias, confidencias, cartas, memorias, diarios, ensayos, impresiones de viaje, columnas periodísticas, o pinceladas, han comenzado a adquirir una dimensión hasta hace poco ignorada o menospreciada, como expresiones del mundo cotidiano e íntimo de la mujer.
“Si me permiten hablar”; “Cartas de Viajeras al Caribe”; “Hasta no verte Jesús, mío”; o “El diario de Anais Nin”, son solo ejemplos de esta corriente que abarca desde Estados Unidos hasta Bolivia, reflejando un mundo escrito y descrito a retazos, como es de esperarse en seres que se dividen y multiplican en una infinidad de tareas, desde las consideradas más “elementales” (como las relacionadas con la supervivencia de la especie), hasta las más “sublimes” como son la poesía y la narrativa.
Camila HenríquezUreña, en un trabajo pionero que publicara la revista Lyceum, en febrero del 1951, en La Habana, afirmaba que una gran parte de la literatura del presente y del futuro, como lo han corroborado las corrientes actuales, “tiene sabor a revelación íntima”, no ya en los géneros subjetivos por definición como la poesía lírica, sino en aquellos más objetivos como la novela, donde escritores contemporáneos parecen esforzarse en hacernos percibir que “nos están tomando como confidentes”. Eso hace cada vez más difícil determinar si una obra de nuestro tiempo es novela, ensayo, o autobiografía, como lo demuestran la prosa de Joyce, de Faulkner, Gertrude Stein o Virginia Wolf, o las novelas de Mme. De Lafayette, Emily Bronte, George Sand, o María Luisa Bombal.
“En el futuro los libros llegarán a ser puras efusiones liricas, colecciones de cartas, ensayos y observaciones psicológicas”, sentencio Camila y efusiones liricas, reflexiones, observaciones, declaraciones de principio, en algunos casos denunciativas y contestatarias, constituyen la voz de Johanna Goede, en libros donde comienza a darnos a conocer su conmovedor, cándido y límpido mundo interior.
Libros, donde la urgencia por decirse, por contar su historia, progreso hacia laliteratura infantil, y ascendió de lo personal a la necesidad de que la infancia conociera su historia, el universo en que habita, el agua que hay que preservar, la evolución del ser humano desde el átomo, desde la mirada de la poeta, que es siempre la de Eva cuando por primera vez descubrió el Génesis e intentó, en un primer ejercicio libertario, definir el mundo.
Luego viene el fomento de la lectura programada, la investigación, la comparación, el descubrir que otras y otros han pasado por lo que estamos experimentando, y el desafío de poder decir quizás lo mismo con nuestras propias palabras, esas que esperan húmedas (como decía Carlos Drummond de Andrade) en un reino oscuro y te preguntan con pereza o menosprecio: ¿Has venido a buscarme?
Toda primera palabra, como todo primer acto de liberación, es motivo de esperanza, de regocijo. Pensamos, otro niño ha descubierto la senda del encuentro consigo misma, un camino donde siempre los otros son referencia, y donde la palabra es intima alternativa a la inseguridad de un mundo que se desmorona, y la terrible fragilidad de ser humano.La palabra, única que depende totalmente de nosotras. Por eso a quienes se asoman al mundo una les recomienda como salvavidas la escritura. Como mejor amiga. Como confidente y compañera que nunca falla.
Empero, la literatura es más que eso. Es penetrar con asombro en el reino de las palabras y descubrir que nos han mutilado la capacidad de recrear el mundo a nuestra imagen y semejanza. Es descubrir que estamos gobernados por el lenguaje legado por los muertos. Es aprender las reglas de ese legado para crear, esa pequeñita y simple palabra de la cual depende nuestro renacimiento y nuestra expresión, nuestra originalidad, la proclamación de nuestrabrevísima y transitoria presencia en la infinita vastedad del planeta; de la ventana que de improviso anuncia sus mundos de secretas interioridades, de la señora que riega los geranios, del niño que se asoma y agita las manos como si supiera que en ese momento se queda en la imagen que nos apropiamos para el poema.
La literatura es descubrir que tenemos un arma indestructible porque es nuestra, y un poder. El de decirnos y decirlos a ellos, a los que no pueden decirse: la niñez, siempre definida por lo que piensan y quieren los adultos.
En ese descubrimiento del poder multitudinario de la palabra, la infancia constata que no estamos solos, que no somos tan frágiles y entonces les embarga la embriaguez que debió sentir Eva cuando fue nombrando las cosas y descubriendo que al nominarlas les daba vida, que la palabra podía derrotar con su conjuro esa sospecha de soledad, esa sensación de vulnerabilidad que siempre acecha detrás de toda fe, de toda proclama.
Bienvenidos, pues, a este húmedo y vibrante útero universal, del cual no pueden expulsarnos, donde siempre espera la niñez, y no pueden excluirnos, a menos que el silencio nos ofrezca una manzana.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas