Johnny de la Rosa, víctima de injusta decisión en PR

Johnny de la Rosa, víctima de injusta decisión en PR

POR CARLOS NINA GÓMEZ
Johnny De la Rosa: ¡casi campeón del mundo!.
El introito de este trabajo puede servir para un título -¡a todo trapo!- para una crónica publicada en la sección deportiva de un periódico de circulación nacional.

A este respecto, analistas del boxeo local recuerdan a Johnny de la Rosa, un joven atleta dominicano que, en los años 80, se perfilaba como un monarca mundial del peso pluma (126 libras). De la Rosa, compadre del escritor de esta serie de trabajos-reportajes, llegó a ser «El Benjamín» del boxeo profesional de República Dominicana cuando corrían los años 1981,-1982-1983…

Tras realizar contados combates en Santo Domingo -de donde es oriundo- este fino gladiador, de unos cinco pies y diez pulgadas, enjuto, fino peleador, con un certero golpe en recto (largo) y preciso jab, decidió establecer residencia en la ciudad de Miami, Estados Unidos.

Pero antes, cuando terminó sus estudios de la educación media (el bachillerato), dio a conocer sumo interés de ir a la universidad y cursar estudios de periodismo.

Según lo hizo saber, tenía «gran vocación» por el periodismo…hasta amenazó con colgar los guantes, pese a su juventud (apenas contaba con unos 18 años) para ingresar a la academia donde estudiaría Ciencia de la Comunicación Social.

Sus hermanos (y padres) le respaldarían, sin tapujos, en esta iniciativa…pero De la Rosa no podía defraudar, también en función de su vocación por el boxeo, a la fanaticada que seguía -paso a paso- sus labores por los cuadriláteros nacionales.

Como boxeador, De la Rosa, según opinan sus allegados, constituía la ¡excepción! entre los pugilistas quisqueyanos. La «excepción», agregan, partiendo de que tenía un buen desenvolvimiento cuando era entrevistado por la prensa. Su léxico era fluido, amplio y no dejaba «baches» cuando daba respuestas a las preguntas de los reporteros.

Además ya antes de ir a vivir a Miami exhibía pleno dominio del indioma inglés. Cuando se estableció en la llamada Ciudad del Sol, De la Rosa profundizó en el anglosajón. Hace ya una decena de años que domina el inglés a la perfección.

Casi campeón

Sí, Johnny de la Rosa fue casi un campeón mundial del peso pluma, título que le disputó (el 25 de junio de 1983) al puertorriqueño Juan Paporte.

De la Rosa buscaba convertirse en el quinto campeón mundial dominicano y emular así a sus paisanos Carlos -Teo- Cruz, Juan Guzmán, Leonardo «Leo» Cruz y Eleoncio Mercedes quienes en ese momento eran los únicos criollos que habían conquistado sendas coronas mundiales.

Este redactor estuvo presente en el Coliseo Roberto Clemente de Hato Rey, Puerto Rico, escenario del match del quisqueyano con el boricua.

José Antonio Salcedo, Freddy Mondesí, don Guillermo Henríguez Rosell, considerado como uno de los más sapientes conocedores del boxeo, y Horacio Bakemón Rodríguez también asistieron al citado pleito.

Todos coincidieron -e incluso periodistas boricuas se sumaron a esta opinión consensuada- en que Juan Laporte, quien nunca fue un derroche de técnica depurada, fue favorecido con una decisión amañada de los jueces (¿?).

La decisión, a favor de Laporte, fue dividida…¡y cuando se produce una decisión dividida, en la casa de quien es declarado ganador, se da por seguro que éste, en realidad, no fue el auténtico triunfador, dicen observadores del boxeo.

Laporte, en los 15 asaltos que duró la pelea, enseñó poca cosa», agregan los especialistas, mientras que el dominicano, con mejor dominio del cuadrilátero y colocando con efectividad su imano izquierda (en jab), así como combinación del gancho izquierdo con el recto, conectó los mayores y más fuertes puños.

Cuando el anunciador del ring informó que «Laporte es el ganador», De la Rosa, quien ya celebraba la victoria, quedó absorto…igual que su apoderado, Félix «Tuto» Zabala y los cronistas deportivos dominicanos!.

El joven pugilista quisqueyano, que tenía como entrenador al experimentado Enmanuel Stwart, había llegado a Puerto Rico -con por lo menos dos semanas de antelación al combate- con un expediente de unas 22 peleas. Estaba, realmente, listo para ir a una pelea mundialista. y Preparado, decían expertos, para darle a su patria un campeonato del mundo.

Por cierto, Laporte duró poco tiempo como dueño del cetro pluma, pues cuando enfrentó a su compatriota -el inmenso Wilfredo Gómez-, fue vapuleado. Gómez, quien había abdicado al cinturón súper gallo, tras defenderlo en 18 ocasiones, más defensas que ningún otro monarca en ese peso, pasó a ser el titular mundial de las 126 libras.

EL SEGUNDO FRACASO

Johnny de la Rosa, después de irresponsables «jueces haberle hurtado la victoria ante Laporte, tuvo un descanso de unos nueve meses.

Pero regresó a las cuerdas e hizo varias peleas. Ganó más que las que perdió y ya no tenía como manager a Tuto Zabala.

De la Rosa, siempre con su residencia en Miami, encontró a un millonario apoderado que no conocía el negocio del boxeo.

Y el quisqueyano casi no peleaba….permaneció poco más de año y medio sin tirar un golpe hasta que, por una de esas coyunturas que ofrece la vida, le llegó una segunda oportunidad para una pelea de campeonato mundial.

Esta vez -el 16 de octubre de 1987- el todavía joven pugilista criollo enfrentaría a un estadounidense de nombre Rocky Lokrige a quien desafió para contender por la faja del peso ligero junior. De la Rosa, en los primeros ocho asaltos, había dado una tremenda demostración. Sobre todo a base de buen boxeo, pegando con precisión su combinación de jab-recto.

Y prácticamente tenía nocaut al campeón a quien envió al piso en el octavo round y este periodista, que asistió al combate montado en la ciudad de Tucson, Arizona, ya tenía -en la mente- el «lead» para escribirlo y dar a conocer la grata noticia (De la Rosa como nuevo monarca mundial ligero junior) a través del diario El Nacional diario para el cual laboraba.

Sin embargo, producto del prolongado descanso, De la Rosa, con poco aire, se vio exahusto…el cansancio, no Lokrige, fue lo que ocasionó su derrota. De la Rosa, por ese gran cansancio, se derrumbó. Y el campeón sólo tuvo que conectarle dos golpes para que el criollo se fuera de bruces a la lona y perdiera por nocaut.

De esa manera, en su segunda oportunidad en busca de un cetro mundial, bajó del ring sin la corona. Tampoco pudo escribir su nombre en la lista de los campeones mundiales que registra la historia del boxeo de República Dominicana.

Hoy, según informes oficiales, De la Rosa sigue residiendo en Miami. En una universidad de aquella ciudad había iniciado estudios de odontología, la misma carrera que cursó una hermana.

Ha llevado una vida decente, organizada y siempre apegado a las buenas costumbres que le enseñaron sus padres en Santo Domingo.

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