Joker y el hombre que ríe

Joker y el hombre que ríe

Las miles de salas de cine a nivel mundial se mantienen repletas de aficionados al cine para ir a angustiarse y disfrutar de la película Joker (Guasón) que ahora impacta en las pantallas como secuela de una serie de los malvados reivindicados de comics y preludio a una nueva serie para llegar al encuentro a quien le dio origen el personaje que era la lucha de Batman contra el crimen.
El argumento de Joker ni por asomo nos sumerge en la historia del personaje original que se trataba de una novela inmortal del prolífico y excelente autor Víctor Hugo quien escribió alrededor de 1869 su emblemática obra “El Hombre que ríe”. Aquí su personaje es de un joven sencillo e ingenuo muy lejos de la maldad del ambiente de Londres en donde vivía.
Víctor Hugo es reconocido como uno de los autores más completos y cultos del romanticismo, que en el siglo XIX, cubrió un amplio espectro de temas. Dejó publicada 50 novelas y 18 más se publicaron después de su muerte. Aparte fue un buen pintor y escribió miles de artículos. Quizás se le reconoce más por su obra “Los Miserables” y también por “El Jorobado de Nuestra Señora de París”.
Sin embargo, una de sus obras más emblemáticas y personales fue El Hombre que Ríe escrita en el año de 1868. Le tomó dos años para completarla en agosto de ese año. Ahí refleja sus conflictos sociales y aprovecha para narrar la historia de una nobleza disoluta. En sus páginas nos plasma de como un saltimbanqui acompañado de un lobo recorría las villas inglesas llevando su espectáculo y vendiendo baratijas y engañando a la gente con sus actos de magia y atraía un público que los premiaba con escasas monedas y así subsistían.
El, Ursus, y el lobo Homos iba recorriendo los caminos ingleses de principio del siglo XVIII de pueblo en pueblo ofreciendo su magia, baratijas y arte hasta que en su camino aparecieron dos niños, uno de diez años y una niña recién nacida de pocos meses, que llegaron a las puertas del carromato donde vivían. Los niños huían de la tormenta y el frío. La niña era ciega y el niño ya tenía malogrado el rostro que había sido objeto de una cirugía que se le practicaba a niños recién nacidos y secuestrados por los llamados compra chicos que en 1690 era para venderlos a los nobles que los tenían como objetos de distracción y exhibición.
El niño crecía con una sonrisa permanente como el Joker de ahora y en su rostro se afianzaba la deformación con la adultez de ese monstruo para deleite de sus amos. Hasta había casos que a los niños se les deformaban y rompían los huesos y hasta convertirlos en algo elástico.
Hubo otra práctica de introducir a los niños en jarrones de porcelana abierto por el fondo por donde salían los pies y la cabeza por la parte superior. Después de cierta edad se rompía el envase y se tenía entonces un ser muy especial en forma de vasija costosa.
El niño crecía con su cuerpecito confinado en su cárcel. En fin, Víctor Hugo describe tales costumbres definales del siglo XVII como una aberración de sereshumanos queensus cortes yanotenían otrotipode diversión. Necesitaban de nuevas novedades, hasta tenían como mascotas a monos y los domesticaban para que les sirvieran de diversión. Y los niños con la sonrisa permanente en su rostro eran los más apreciados. Tal cosa no llegó a popularizarse por la aberrante del procedimiento quirúrgico elemental que anestesiaban a los niños con una sustancia que se traía de China.
Los niños Gwynplain y Dea crecieron en ese carromato de feria y ambiente de circo. El se convirtió por su presencia y esa sonrisa eterna en su rostro en la principal atracción de Ursus por su voz que deleitaba y aumentando la presencia de público donde quiera que se establecían en las vecindades de las poblaciones inglesas.
La atracción del joven de la eterna sonrisa y de su acompañante contribuía a mejorar las finanzas de Ursus hasta que un día las autoridades se llevaron al joven para confirmar que él había sido un niño que se le había alterado el rostro y era hijo de la nobleza que un compra chico lo haba obtenido y fue objeto de la cirugía deformadora del rostro.
El triste final ocurre cuando se juntan los jóvenes amantes, ella afectada de una terrible enfermedad, y desde la cubierta de un barco se lanza al mar, y más luego, el joven desconsolado hace lo mismo y así termina una hermosa historia que Víctor Hugo la lleva hasta el límite del sufrimiento.

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