Una atractiva y variada programación trae la Temporada Sinfónica de este año  compuesta de seis conciertos. Ex directores sinfónicos como Jacinto Gimbernard y Julio De Windt, participarán junto a José Antonio Molina, Director Titular y a Caonex Peguero, Director Asociado. Otro gran atractivo de la Temporada es la inclusión de música de compositores dominicanos, como Aura Marina Del Rosario, Bienvenido Bustamante y Otoniel Rojas, así como de reconocidos solistas nacionales e internacionales.

En el primer concierto presentado el miércoles pasado en el Teatro Nacional,  fue presentado el notable cellista Coreano, Jonah Kim, quien interpretó el Concierto en Si menor, Op. 104, para cello y orquesta de Antonin Dvorak, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección del maestro Molina.

Tras la introducción del primer tema por el clarinete, -Jorge Torres Sosa- repetido por la orquesta, inicia el solista, se crea una atmósfera cargada de brillo y pasión, luego el cello dialoga  con la flauta, -Luis Ruíz- terminando el “Allegro con un heroico toque de trompetas –Víctor Mitrov, Jonathan  Baird, Ernesto Núñez y Raldy Ramírez.  Jonah Kim muestra gran musicalidad, dominio de su instrumento.

En el segundo movimiento “Adagio ma non troppo” canta el oboe, clarinete y fagot, el cello repite el tema, luego el “tutti” orquestal inicia un nuevo tema, potente y dramático. El virtuosismo del solista se intensifica en la coda del Finale, un breve canto del violín concertino –Pavle Vujcic- y las maderas, da paso al crescendo, que concluye con un poderoso estallido orquestal. Kim asume apasionadamente cada movimiento y con evidente virtuosismo expone  cada tema, hay además en él una entrañable relación con su instrumento, al que le extrae sonidos maravillosos, que lo transportan  en un vuelo formidable, a estadios de sublimes transparencias, y junto a él…   volamos todos.  José Antonio Molina logra armonía orquesta-solista, conduce el vuelo.

La ovación recibida por Kim, lo lleva a un “encoré” atractivo y por demás sorprendente; haciendo a un lado su cello le dice al público “to be”- grande- entonces, toma el violín del concertino  y sentado, coloca el pequeño instrumento en la posición del cello, desconcertados, creíamos que veríamos un número de feria. ¡Oh, sorpresa! De aquél violín, brotaron las notas maravillosas del nocturno No. 2 de Chopin, las dobles cuerdas semejaban  el sonido de un cello, ¡creíamos que lo habíamos visto todo!

La noche cierra con la Sexta Sinfonía en si menor, “Patética” de Peter Ilich Tchaikovski. Inicia el Adagio con un motivo sombrío, sufrimiento, soledad, miedo, es el alma del compositor que se devela, el fagot transmite en  registro  grave, su honda melancolía. En el segundo movimiento “Allegro con grazia”, prevalece la nostalgia, que se ahonda en la parte media. Los violines emocionan con su plañir, mientras los timbales golpean.

 El tercer movimiento parecería el final, los vibrantes diálogos entre cuerdas y vientos, metales y percusión, y el ritmo agresivo, conducen a una culminación explosiva, mientras los estruendosos golpes de platillos se elevan sobre la trepidante orquesta.  Ante este climax, el público enardecido aplaude, es la reacción espontánea ante la magnificencia de la obra, los entendidos, los más conocedores, contienen la emoción, y es que este podría haber sido el final, Tchaikovski, no lo quiso así, y terminó su sinfonía con un inspirado y emotivo, “Adagio lamentoso” imbuido de honda tristeza. ¿Quizás una premonición? A pocos días de estrenarse esta obra, muere su autor.

Hay que destacar el magnífico desempeño y la profesionalidad mostrada por nuestros músicos  sinfónicos, así como el cabal conocimiento que tiene de esta obra  el maestro Molina, lo que le permite  una excelente conducción.  Tras el final y visiblemente emocionado,  el director recibe los aplausos del público. Una gran noche de inicio de esta  Temporada Sinfónica.