Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer al padre jesuita Jorge Cela en su condición de director en el Centro de Estudios Sociales P. Juan Montalvo, fue luchador incansable contra la pobreza y las desigualdades en República Dominicana, para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo sabemos que la partida física del Padre Jorge Cela nos enlutece a todos.
Sus invaluables aportes en el estudio de la realidad social dominicana lo convierten en un pionero en el estudio de la pobreza y la desigualdad, basta leer su libro “La otra cara de la pobreza”, para conocer una mirada diferente en el abordaje de este fenómeno.
Jorge planteaba que la pobreza no es meramente un estado de carencia o privación padecido por algunos segmentos de una sociedad que comparte de manera homogénea una cultura común, como se entiende con las metodologías de estudio de base estadística, sino la expresión de una dicotomía cultural que resulta de procesos históricos de diferenciación social, estructuralmente consolidados.
Desde el punto de vista antropológico, precisaba Cela, que la pobreza es una cultura o subcultura dentro de una cultura nacional más amplia, entendida como forma o patrón de vida que pasa de generación en generación, y que tiene sus propias modalidades y consecuencias distintivas sociales y psicológicas para sus miembros.
Como gran conocedor de esta realidad asumió una postura de defensa de los sectores más desposeídos, fue un defensor a carta cabal de los valores democráticos y de los derechos de los pobladores de nuestros barrios, un jesuita comprometido con los más pobres, con los sectores marginado y excluido de una sociedad que no ha sido capaz de crear políticas públicas que contribuyan a una menor desigualdad.
Recuerdo que decía en uno de los análisis de coyuntura de los sábados, que el mejoramiento de la calidad de vida de la población a través de la inversión en salud y educación, incidiría de manera real en la disminución de la pobreza, contrario a la política social de entrega de ayudas que contribuyen a la dependencia y no crea capacidades para que la personas puedan salir de ese círculo vicioso.
El sacerdote expresaba en los diferentes escenarios que el Estado tiene una responsabilidad con los más necesitados, por lo que debe hacer énfasis especial en ese ámbito, es necesario la implementación de una política social que favorezca a los pobres, a los fines de garantizarles los derechos fundamentales.
Físicamente, ya hoy Jorge no está con nosotros, pero su legado permanecerá para estas y las futuras generaciones.
El autor es dominicano, abogado y presidente de FUJUDEL