Evitamos citar nuestros textos, como principio, pero ahora lo consideramos necesario cuando sucedieron una conmoción y un contrasentido incomprensibles por una instalación de Jorge Pineda.
“Siempre Jorge ha puesto en evidencia a los atentados cometidos en contra de la integridad física y moral de la juventud, de los adolescentes y las niñas particularmente, ahora desde el ámbito y período escolar, aprovechando ignorancia e indefensión”.
“Nadie podrá olvidar aquella instalación, de violencia silente y sutil, que simplemente exhibe uniformes impecables… para escolares embarazadas, vistiendo a una de ellas, maniquí impresionante. Un letrero invita el contemplador a una participación activa: “Si usted lo desea elija un modelo y cambie la niña”.
Suponemos que nadie se atreverá, pero está dicho, y, conceptualmente, es una de las obras que más culpabilizan. El elemento lúdico y el humor, tan impactantes en Jorge, ceden aquí ante un llamado a la conciencia”. (Fin de la cita).
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Lo escribimos como parte de un análisis en 2014, cuando Jorge Pineda presentó esta “Colección primaveral”, en el contexto de su gran exposición antológica en el Museo de Arte Moderno. No era en el primer piso a un lado como ahora, sino en la segunda planta, totalmente ocupada por obras del artista, y ciertamente una de las instalaciones más notorias, sin que haya habido entonces la menor equivocación interpretativa.
Mencionan un retroceso en la apreciación y la connotación del arte. Así parece, y es más grave cuando ha aumentado aquella desgracia -incluyendo violación e incesto – en niñas apenas púberes. Jorge se pronunció en contra de esos atentados, en otras obras. Recordamos la “Niña tatuada” con piropos masculinos, o la chiquilla preñada, enmascarada con piel de muñecas…
El siempre ha denunciado los crímenes cometidos contra la niñez. Hay, puesta en la muestra que se le dedica, una pieza dramática del 2001: Jorge Pineda la había titulado “Frágil, figura de cerámica de un niño de ocho años”.
“Nuevas anatomías”
En la acogedora sala cerrada del MAM se expone “Nuevas Anatomías”, una exposición de Jorge Pineda, muy bien concebida, organizada, montada en equipo, con una mayoría de dibujos.
Muchos son una revelación de obras impactantes, distintas en tamaño, contenido, técnica y confirmación de una identificación total con el dibujo. “El dibujo es mi vida”, creemos que lo expresó Jorge. Es como una prolongación de su cuerpo y de su mente. La mano, el oficio, la estética son insustituibles.
Es de los pocos artistas contemporáneos adscritos a la proporción, la armonía, el equilibrio, y la fealdad no existe para su sensibilidad, su pulcritud, su línea efusiva.
Ahora bien, estos dibujos, oriundos generalmente de cuadernos, lucen a la vez íntimos y liberados, prestándose para una interpretación abierta.
La confrontación reiterada, mujer-mujer, hombre-mujer, “abre” los trazos –infinitos e indescriptibles dentro de los cuerpos también- a nuestra imaginación, a una lectura discrecional, las partes íntimas incluidas. Tampoco falta la figura polémica: una mujer se enfrenta, real y simbólicamente abierta, con el fruto de la maternidad entre la plegaria.
¡Hay amor y humor, felizmente reina la libertad!
Creemos haber leído que Jorge Pineda, en su pasión inagotable, se había obligado a dibujar con la mano izquierda. Dentro de las fantasías que sugieren esos conjuntos eufóricos, nos preguntamos si, como una travesura, él no había asociado esta otra mano…
Pero dibujar con torpeza le era imposible, la auto-exigencia mandaba, y hasta la composición menos formal se ve elaborada y construida, cual sea el formato. Y siempre ese dibujo-escritura nos enseña la diversidad de soluciones gráficas en microcosmos, y provoca nuestro encanto.
Jorge Pineda no solamente, como todo artista, aspira a compenetrarnos con su creación, también quiere asociarnos físicamente, a usar componentes de su obra para que nos expresemos –¡disparates incluidos!-. Recordamos el gigantesco esqueleto de tiza, cubierto de pan de oro… que corrompieron y rompieron, escribiendo… Ahora, en “¿Qué es Patria?, proponen pequeñas reproducciones de los próceres… y el espacio asignado no basta para tantos interlocutores. El espíritu lúdico se manifiesta de nuevo en los innumerables autorretratos de Jorge Pineda y sus fantasías, de gráficas a ortográficas.
Cuando visitemos las obras seleccionadas en la Bienal, nos ofreceremos un descanso, volviendo a disfrutar las “nuevas anatomías” de Jorge Pineda.