Jorge Severino nJorge Severino nuestro…uestro…

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Entrevista al pintor Jorge Severino, en el Mirador del Sur próximo al hotel Embajador. Hoy/ Napoleón Marte 06/05/2010

Se me fue mi Mariloly”…. Inolvidables son estas palabras de Jorge al fallecer su amada e inseparable esposa. Ahora se nos fue Jorge Severino y, junto a la contundencia de su obra real maravillosa, no se borra el recuerdo de su rostro en la entrega del Premio Nacional. Si la muy dulce media-sonrisa y los ojos humedecidos parecían vislumbrar la eternidad, no obstante, el ‘Príncipe’ –así le llamaban– y amigo seguía erguido, alto, elegante. Nadie hubiera pensado que, a los cinco meses apenas, nos dejaría para el supremo viaje.
Surgió una personalidad pictórica excepcional. Muy importante es notar que las primeras obras de este puertoplateño de pura cepa se situaban en un contexto criollo humilde, recurriendo a materiales populares, ya con una mayor presencia femenina. Dibujo y pintura, al filo de años e incontables éxitos, se sublimarían en las obras más refinadas, más personales, más sofisticadas de la plástica dominicana…
Desde los susurros prometedores, la pintura de Jorge Severino propuso una lectura placentera y de fácil acceso. Una modernidad discreta, figurativa y asociada a un tema, se desvinculaba de las vanguardias y se distanciaba del expresionismo dominante en el arte dominicano.
De hecho, el período decisivo para el talento de Jorge se ha ubicado entre dos épocas de las artes plásticas nacionales: militancia del retorno a la democracia y ruptura inminente en busca del arte contemporáneo.
Jorge Severino demostró una habilidad y una conceptualización ascendentes.
Siempre se caracterizó por la elegancia y el acabado en la figura humana, la precisión del rostro, la lozanía del cuerpo. Él exaltaba, con esmero, los rasgos físicos, cuidaba los atuendos, iba conformando sigilosamente una mitología qu le hizo inconfundible.
Una segunda intención ha guiado su expresión. Defensor de la condición femenina, él destacaba la nobleza natural de la mujer y la situación social que le correspondía: fue un compromiso permanente. No enmascaró el infortunio y el desasosiego intenso que embargaba a la sociedad. Indignado por una tragedia y suceso, él alcanzó el clímax de expresión y reconocimientos en la secuencia de Amantina Villalona, gran premio de la XIV Bienal Nacional.
Jorge Severino, pintor ya celebrado por todos, de los coleccionistas a los críticos, continuó e intensificó sus búsquedas, estéticas e históricas. Cimera y próxima al fin de siglo fue su investigación sobre Juana la Loca, en un contexto de neo-surrealismo y de ‘pop-art’, mostrando también su afición por las tiras cómicas. La curiosidad, el juego, la pasión evidentemente se fundían…
Si su colorido, de “blanco sobre blanco”, es famoso –él mismo lo ha enfatizado en palabras–, humor, pulcritud y referencia podían integrar en un cuadro, obras “apropiadas” de Toulouse-Lautrec o de Mucha, destacando contraste estilístico y canto del color. Jorge fue dibujante y colorista.
El gran intérprete afroantillano. La apología de la belleza negra, filiación del África ancestral y considerada única en el arte dominicano, es la que más identifica al artista. Sin embargo, hemos querido destacar otros discursos pictóricos –faltando varios como la moda, los modelos, las muñecas–, porque el auge de Jorge Severino no se circunscribe a una sola formulación, aunque fuera la más definida y definitiva.
Él ha convertido a la mujer negra, afroantillana, en una criatura sublime.
Conscientemente, la hizo ascender de la discriminación y condición sometida, a la posición aristocrática de dueña y dama de alta alcurnia, hermosura intensa y misteriosa, si no sobrenatural. Serio y jocoso a la vez, el artista presentaba a sus heroínas como miembros de su familia; eran tías, primas…
En aquellos retratos reales-imaginarios, vislumbramos no a una, sino a varias reinas, coronadas de cayenas cual una diadema mítica, ataviadas de ropajes inmaculados y joyas seculares. ¿Jorge Severino habrá representado a la reina de Saba, amada por el rey Salomón? ¿Se habrá recordado de la primera reina haitiana de América, esposa del rey Christophe y solemnemente consagrada?
¿O, más sencillamente y avanzando en la historia, el pintor habrá plasmado a divas de la escena, la pantalla o la pasarela o mujeres criollas, anónimas y hermosísimas, como las hay tantas?
Líneas y colores, armonías y contrastes triunfan en el negro modulado de la tez, el rojo dramático de la flor, el blanco reluciente del traje. Identidad y definición de Jorge Severino que, partiendo de Diana, en 1974, y Marta la Dominadora,divinidad del panteón vudú en la Bienal de Sao Paulo del 1978, las llevó hasta las ‘Novias de Ogún’.
No dejamos de recordar célebres versos de Charles Baudelaire dedicados a la hermosura tropical: “Allí, todo no es más que orden y belleza / Lujo, calma y voluptuosidad”. El poeta se inspiró en su compañera, Jeanne Duval, mulata, nacida en Haití.
Orden, belleza, lujo, calma, voluptuosidad, forman parte de los encantos pictóricos perennes que Jorge Severino nos ha legado, y se lo agradecemos hoy, infinitamente.

Datos biográficos

Jorge Severino nació en Puerto Plata en 1935. Inicialmente empresario y especialista en informática, se dedicó a la pintura desde antes de la década del 70, primero a tiempo parcial, luego de manera exclusiva, siendo laureado repetidamente en concursos desde sus primeras participaciones
Ganó premios en certámenes nacionales e internacionales, del Concurso de Arte E. León Jimenes –inicio de su carrera artística profesional–, la Bienal Nacional de Artes Plásticas, del Concurso de la Casa de España de Santo Domingo, hasta la Trienal Latinoamericana de Grabado de Buenos Aires, el Festival Internacional de Pintura de Cagnes-sur-Mer, y un aporte trascendental –pintura e instalación– en la Bienal de Sao Paulo.
Pese a su renombre y a la incontenible demanda de su obra, hasta en el Medio Oriente, él presentó pocas exposiciones individuales, participando en colectivas mayores con obras nuevas. Su temperamento prefería la libertad creadora y la privacidad del taller.
Después de residir en Madrid como diplomático de la misión dominicana, volvió definitivamente a Santo Domingo. Muy tarde, en 2019, le otorgaron el Premio Nacional de Artes Visuales.

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