La diferencia es clara. Los estudiantes que se benefician de la jornada extendida tienen un mayor rendimiento académico y un mejor comportamiento. Su alimentación está garantizada, su permanencia por ocho horas en la escuela los prepara para la vida con la formación de cursos técnicos y artísticos, pero además esos niños, adolescentes y jóvenes están menos expuestos a los peligros de la calle porque no están ociosos.

En cambio, en los centros educativos donde aún no funciona esa modalidad la calidad de vida de los alumnos y del personal docente y administrativo no es la mejor, así como la calidad de la enseñanza es deficiente. De la jornada extendida también salen gananciosos los profesores, el personal del área administrativa, de seguridad y los conserjes. Esas apreciaciones son expresadas por los directores, profesores y alumnos de los centros educativos visitados ayer por reporteros de HOY.

Se pudo observar que en el Centro de Excelencia Salomé Ureña y en la escuela República de Colombia, situados en la Ciudad Colonial, así como en el politécnico María de La Altagracia, ubicado en el sector de Villa Duarte, los estudiantes recibían docencia en buenas condiciones ambientales. Los cursos no pasan de 30 alumnos, cuentan con laboratorios de informática, salones de artes y multiusos, entre otras facilidades. Asimismo, se observó a los maestros concentrados en sus labores.