José Antonio Martínez Rojas

José Antonio Martínez Rojas

Una gran cantidad de personas piensan que vivir o tener oficina frente o en los alrededores del Palacio Nacional significa tener un privilegio en cuanto al suministro de energía eléctrica se refiere. Craso error.

Desde hace más de una semana, nosotros en nuestra oficina que está situada en la esquina suroeste del Palacio Nacional, no recibimos durante la jornada laboral ni un haz de luz, con lo cual no sólo nos incumplen del suministro que contractualmente hemos rubricado, sino que además perdemos horas muertas improductivas, teniendo que además pagar, a un personal ocioso que no es culpable de tan deleznable proceder de parte de la transnacional AES Distribuidora del Este, la cual hace caso omiso a las innumerables quejas por este arbitrario proceder.

Poco le importa a esta abusiva transnacional, que del lado oeste de la calle Dr. Delgado existan importantes oficinas gubernamentales, que por supuesto, pasan el día entero en las galerías o marquesinas debido al sofocante calor, ni tampoco rinden en los importantes trabajos que deben realizar como parte del tren administrativo del Estado.

Se afirma, pero no lo hemos podido comprobar, que esta empresa prefiere suministrar energía eléctrica a sectores en donde no pagan por el servicio, para garantizar que la estafa que cometen a los que si pagan la facturación, como una medida de salvaguarda y protección contra las acciones que esos marginados puedan tomar contra la empresa. Como intuyen, que los que pagan no se pueden confabular y tomar represalias contra la empresa, actúan sin sentido de equidad o justeza.

¿Por qué decimos que AES es injusta? Porque mientras en el lado suroeste de la calle Dr. Delgado la energía sólo llega en la noche, los del lado sureste, el del Palacio Nacional al parecer por temor al Gobierno gozan del privilegio de tener el preciado fluido eléctrico todo el tiempo. Entonces, si en ambas partes de la importante vía se paga la misma tarifa y se tiene el mismo tipo de contrato ¿Por qué no distribuir equitativamente los apagones cuando sea necesario apelar a esta desagradable medida?

La población de esta media isla está viviendo momentos desesperantes debido al recrudecimiento de los prolongados apagones que mantienen en vilo a ciudadanos que poco a poco están perdiendo el sosiego y la cordura. Cuando usted se levanta con todo oscuro, no se puede bañar porque el motor de la cisterna no enciende al no tener energía y cuando sale a la calle en su vehículo se encuentra con un inmenso «tapón» porque los semáforos no funcionan y los «Amet» sólo solucionan y ordenan el tráfico cuando existe un semáforo, se va montando en cólera hasta que ese estado de ánimo depresivo le lleve a que le ocurra una desgracia, debido a ese estado de irritación y zozobra en el cual se encuentra sumido la mayoría de los ciudadanos.

En este estado caótico de cosas, no ha valido que la opinión pública o los medios de comunicación de masas, protesten de viva voz. Las omnipresentes compañías de generación energética y las distribuidoras del fluido son entes intocables, porque esgrimen el chantaje de que el Gobierno no les paga. Si el Gobierno o las instituciones autónomas no les pagan, porque tienen que cortarle la energía eléctrica a los que si la pagan. Este acto de cobardía tiene su límite y ya se está tomando conciencia de las acciones que se deben tomar, sin violentar el orden público, para hacer respetar el derecho que le asiste a todos los que cumplen con el pago de la factura, mes por mes.

No obstante recibir menos horas de luz y que la misma llega en la noche cuando la mayoría de las oficinas están cerradas, el monto facturado en lugar de descender, sube. A título de chiste se afirma, que ahora no cobran los «prendiones» que son muy pocos, sino los apagones que tienen una duración más prolongada y sirven además, para ahorrar combustible.

Si las ciudades sufren apagones de un promedio de diez horas, en el sector rural los mismos tienen duración de más de veinticuatro horas. La mayoría de los talleres de ebanistería, soldadura, metalmecánica, peluquerías y bodegas y almacenes de comestibles, sufren grandes pérdidas y muchas de esas microempresas se han ido a la quiebra.

Es preferible, que el señor Presidente deje de seguir inaugurando obras y que los recursos del Estado los dedique a comprar combustible, ya que la mayoría de los apagones no son causados por falta de equipos generadores, sino porque los mismos no reciben el combustible que les permita operar. Para los que crean que los alrededores del Palacio Nacional están privilegiados, los invitamos a que pasen por la Casa de las Raíces donde funciona una oficina gubernamental, que no tiene planta propia y pregunten ¿Hay luz? Cuando hagan esta interrogación, deben de ir preparados para responder: la tuya por si acaso.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas