José Antonio Núñez Fernández – Cuesta abajo de una nación

José Antonio Núñez Fernández – Cuesta abajo de una nación

Una nación o mejor dicho el Estado que la representa, bastante se parece a una embarcación, a una nave. En los últimos cuatro años la nave del Estado ha tenido que marchar de bolina y dando bardadas, para inútilmente tratar de ceñirse a los vientos de proa, de popa, de babor y de estribor.

Nos llegó y nos azotó un declinante ventarrón que nos arrojó en el tremedal de la reelección. Y sin dudas, que la reelección constituye un tremendo fatalismo. El reelecionismo es un terrible cataclismo que ha metido a América en las más enmarañadas selvas del oscurantismo fatal y degradante de todas las épocas.

En América el maldito continuismo reeleccionista se ha llamado: En México Porfirio Díaz; en Guatemala Rafael Estrada Cabrera; en Nicaragua Anastasio Somoza padre y Anastasio Somoza hijo; en Venezuela Juan Vicente Gómez y aquí en Quisqueya Lilís, Trujillo y Joaquín Balaguer.

El decaimiento y la declinación nacionales de los últimos cuatro años, nos han hundido, ciertamente, en un revoltoso mar de hambre, de miseria, incertidumbre y descontento, cuyas embravecidas olas amenazan con ahogarlo todo, arrasarlo todo y aniquilarlo todo.

Por eso en este infeliz peñón insular del Caribe, se han arremolinado ya todas las sombras en derrota. Y esas sombras desesperadas gritan: (Cuatro años más, no. imposible!

Tanto ha sido el desacierto de las gentes obcecadas de estos cuatro años de mayúsculo cuesta abajo, que a esta infortunada tierra de bárbaras invasiones… Si invadidos fuimos en el 1916 y por igual, invadidos fuimos en el 1965. Dos veces invadidos y ocupados en menos de cincuenta años, por las hordas y las mesnadas del Hudson y del Potomac. Pero a esta pobre nación de invasiones reiteradas, la han convertido en tierra de invasores. La República Dominicana ya es invasora.

(Infortunadas repúblicas bananas! Nosotros con Honduras y con los amos de aquellos come cocos y de nosotros también, que come cocos, al fin y al cabo, también somos. De manera oronda y cuasi civilizadora fuimos a la invasión imperial de Irak.

)A qué fuimos. Fuimos a reconstruir o a ayudar a destruir y vilipendiar más, a esa legendaria tierra cuna de la civilización universal?

Ya don Miguel, el padre del Caballero de la Triste Figura, lo dijo: «(Cosas veredes Sancho amigo, que hasta las piedras hablarán!».

Ya una sola es la voz, desde Oriente hasta Occidente, una solamente es la voz que se escucha: «Cuatro años más (No! Cuatro años más, No. (Imposible!

Pensemos en Ulises Francisco Espaillat el de 1876 y en Juan Bosch Gaviño el de 1963. Cuanta emoción experimenté en el 1963, una noche en el Palacio Nacional. Me correspondió presentar al Presidente Juan Bosch y este honorable anti-reeleccionista, al acabar su alocución golpeó la mesa y dijo: «Mientras nosotros seamos Presidente, nadie aquí nos verá de rodillas, ni ante Washington ni ante Moscú».

Ahora cuan diferentes resultan los tiempos y las cosas. Ahora: arrodillamiento por doquiera, genuflexión al por mayor, goznes en las rodillas, gelatina en la columna vertebral. Ahora somos invasores de Irak; votamos en Ginebra sumisamente contra la dignidad continental de Cuba; nos irritamos por la postura bolivariana de Hugo Chávez Frías; aplaudimos las cárceles y presidios de Guantánamo. Pero, «Barrabás tiene esclavos y charreteras y en tierra del Cuzco, Chibcha y Palenque se han visto engalonadas las panteras». Y hay quienes sueñan por cuatro años más, trillar los derroteros de los más feos desaciertos.

En cambio Juárez grita, Martí implora, Sandino advierte, Luperón reclama y Caamaño exige; (Atrás la reelección! (No al continuismo! Ya basta el cuesta abajo de una nación. Pueblo dominicano, el 16 de mayo a los continuistas dale tu más rotundo: «(Hasta Fuerate».

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