POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
El próximo jueves 19 de enero, a partir de las 8:00 de la noche, la Secretaría de Estado de Cultura, el Museo de Arte Moderno y la galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo, dejarán inaugurada la exposición Obras Recientes del artista cubano José Bedia, reconocido como una de las figuras emblemáticas del arte caribeño y latinoamericano de las últimas dos décadas.
La muestra estará instalada en una de las salas de exposiciones temporales de la segunda planta del MAM y entre sus obras más impactantes destacan: Pensando el próximo paso en soledad (2002),Niombo nfunbi(2003), Visitante inoportuno rompiendo la armonía (2004), Un prócer que continúa inútilmente mirando al futuro(2004), Kitembo, Encuentro del Bentley con nkungo nfinda en guerra, Los ratos buenos, Momentos del perro jíbaro, Al final hay un paso, Vista del monte parcelado, Sra.Venado y Algo incontrolable(2005.
El inicio de este año expositivo con la inauguración simultánea Bedia-Miriam Calzada, es una reafirmación de nuestra línea expositiva, comprometida con el arte local y global. Nuestro diálogo con el arte internacional nos permite en esta ocasión presentar la obra de José Bedia; destacado artista cubano, ampliamente conocido en nuestro país gracias al respaldo de la galería Lyle O. Reitzel. Su destreza dibujística y el manejo del color cohabitan en perfecta conjunción con la concepción temática de su obra de marcado acento socio-cultural, sostuvo la historiadora de arte María Elena Ditrén, Directora del Museo de Arte Moderno.
José Bedia nació en La Habana, Cuba, en 1959. Entre sus más recientes exposiciones personales destacan: Mi Esencialismo, Hyde Gallery, Trinity College, Dublin, Irlanda (1996), La isla, el Cazador y la presa, Santa Fe, Nuevo México, USA y Joslyn Art Museum, Omaha, USA (1999), Galerie Nathalie Obadia, París, Francia(1999), The Art Museum, Florida Internatinal University, Miami, USA. Annina Nosei Gallery, New York(1999), Galería Joan Prats, Barcelona, España (2000), Visionary Condition, Iturralde Gallery, Los Angeles, USA(2001); Blanco Espiritual, Museo de Bellas Artes de Granada, España (2002). Bedia ha participado en las bienales de La Habana, Sao Paulo, Cuenca, Ecuador, Lima, Perú, Venecia, Italia, y Cumaná, Venezuela, entre otros eventos de importancia. Actualmente vive y trabaja en Miami.
Sobre las obras recientes del artista cubano, el respetado crítico de arte residente en Miami Alfredo Triff nos advierte que: Con su distintiva mitología mestiza, hombre-silueta en capacidad de mujer, pájaro, animal, isla, o simplemente rostro, José Bedia explora el mito de la incorporación. Siempre queremos ser -y hacer- lo imposible. Su arte, desde el acerbo caribeño y latinoamericano, recrea la leyenda de la serpiente emplumada de Quetzal pasando por el mito Lambayeque del Perú. Repito con el poeta: Dame alas para volar y conocer los secretos del libre y diáfano espacio entre el cielo y la tierra.
Con el selecto cuerpo de obras recientes que en esta ocasión presenta el Museo de Arte Moderno, José Bedia no sólo se reafirma como uno de los máximos exponentes del arte latinoamericano contemporáneo, sino también como el prodigioso orquestador de un universo visual vitalizado por un bestiario y una simbología, más que híbridos, mutantes, polimórficos, polivalentes, polisintéticos y reactivos. En estos últimos resultados, Bedia sigue insaciable y preciso como lúcido transmutador de signos, cosmogonías, tradiciones religiosas, formas de pensamiento y valores culturales de origen amerindio, africano y europeo. En toda su obra la simbolización es directa y en ocasiones mágicamente hermética.
Respetuoso del poder y la armonía de la naturaleza. Estudioso de la Santería afrocubana, de las diversas tradiciones culturales precolombinas, del Voudu haitiano y de la religiosidad popular dominicana, su sensibilidad y voracidad de conocimiento, así como su extraordinaria capacidad como asimilador y transmutador de símbolos e iconografías multiculturales, predisponen a Bedia hacia la polisíntesis. El también utiliza símbolos abstractos. Pero muchas veces estos símbolos son extraídos de la realidad. En su práctica artística incorpora un vital sentido de ritual y de espiritualidad. Su condición de iniciado en el complejo magicorreligioso cubano de la Regla del Palo Monte y su brillante manipulación del signo primordial, aportan una nueva dimensión, una carga significativa sumamente especial a cada una de sus obras.
Si a lo largo de las décadas de los 80 y 90 la obra de José Bedia estuvo marcada por un antropologismo de poderosa convicción identitaria, en los últimos cinco años su repertorio simbólico admite un horizonte de apertura en el que confluyen las huellas de la comunidad cósmica, las raíces terrenales, las mitologías y ritos cotidianos, así como la temperatura política, tecnológica y espiritual del tiempo que le ha tocado vivir. La observación se confirma ante una serie de pinturas de notable capacidad metafórica en las cuales Bedia profundiza su reflexión sobre cuestiones humanas, políticas, científicas, culturales, éticas y ecológicas, que nos tocan sensiblemente en estos deslumbrantes, caóticos y espantosos instantes posmodernos.
En estas pinturas estalla una visualidad fabulosa y expansiva a través de un bestiario de seres mutantes con cuerpos de ídolos, pájaros, insectos, máquinas, escualos. Visiones, imágenes o espectros de hombres y mujeres con cabeza de venados, pumas, toros, perros, leonas, halcones, buitres, bestias salvajes y domesticas que manejan dispositivos tecnológicos, automóviles o fuman cigarrillos. Aquí la bestialidad habita el mismo reino que domina el hombre civilizado. Los seres están entregados a los trabajos del deseo y la acción imaginaria se establece a perpetuidad.
En obras como: Pensando el próximo paso en soledad (2002),Niombo nfunbi(2003), Visitante inoportuno rompiendo la armonía (2004), Un prócer que continúa inútilmente mirando al futuro (2004), Kitembo, Encuentro del Bentley con nkungo nfinda en guerra, Los ratos buenos, Momentos del perro jíbaro, Al final hay un paso, Vista del monte parcelado, Sra.Venado y Algo incontrolable (2005), Bedia reactiva su universo visual mediante la resignificación de elementos o códigos mitificados y mixtificados por los sistemas de valores del poscapitalismo globalizante, tales como automóviles, estructuras arquitectónicas, máquinas, barcos, armas de fuego y una soberbia profusión instrumental.
La belleza y la verdad de la obra de Bedia se nos revelan como resultado de una práctica artística auténtica. El Perro jíbaro es el rebelde. Un precioso homenaje a la libertad, sensualidad, desobediencia e irreverencia consubstanciales de la consciencia Caribe/Latinoamérica. El Encuentro del Bentley con nkongo nfinda en guerra nos remite a la relacion de lo físico con lo metafísico, de lo material con la inmaterialidad. Kitembo es el precioso y significativo relato de un despertar milagroso. En algo incontrolable, el artista nos lleva a reflexionar sobre las catastróficas contradicciones entre mundo factico y naturaleza.