José María Escrivá de Balaguer

José María Escrivá de Balaguer

POR ÁNGELA PEÑA
El padre Juan Carlos Monge, sacerdote de la Prelatura del Opus Dei, abrió a los periodistas de HOY las puertas de la Residencia Universitaria Vallenuevo, de los religiosos de esa orden en Santo Domingo, para hablar del beato José María Escrivá de Balaguer, honrado con una calle de la ciudad que hace esquina, precisamente, con la casa donde ellos desarrollan su labor apostólica, evangelizadora, misionera, inspirada en las enseñanzas de su fundador.

Accedió a recibirlos para narrar la vida del santo y contar la historia de la vía que lleva su nombre pero al sentirse interrogado y fotografiado se sintió sorprendido. No sabía, dijo, que se trataba de una entrevista. Con humildad y una sonrisa que siempre mantuvo espontánea reiteraba: “esta entrevista fue un engaño. Debió haber sido con uno de los laicos”.

Rió con ganas cuando se le preguntaba sobre la versión generalizada de que los miembros del Opus Dei son agentes encubiertos que seleccionan como sus miembros a la crema y nata de la sociedad, a empresarios, magnates de la prensa y las finanzas, jefes de Estado, aristócratas y ricos. Que esa fue la misión de San José María, de quien aseguran fue consejero espiritual del dictador Francisco Franco, en España.

“Tengo que reírme, es que es increíble. Hubo una época que sufría mucho con todo esto, uno sufre demasiado con las cosas que escucha del Opus Dei”, comentó y recordó el día que dejó de molestarse y comenzó a tomarlo en broma que fue cuando circuló un panfleto afirmando que la Universidad de Navarra, del Opus Dei, se llevaba el 90 por ciento del presupuesto nacional de educación. Él era muy caliente, nervioso, refirió, y se presentó frente al autor preguntándole: “¿No te das cuenta que esto no se lo cree nadie?” demostrándole la existencia de otros 15 centros superiores que recibían los mismos beneficios. “No importa, es que cualquiera se lo cree”, argumentó el delegado. “Me di cuenta que la gente miente, miente, miente”, se lamenta el padre Juan Carlos.

El amoroso cura responde que todo “es absolutamente mentira” que el Opus Dei trabaja para todo el mundo y que es sorprendente la cantidad de gente humilde con que cuenta. Naturalmente, aclara, “a veces, cuando empezamos, empezamos por la gente intelectual, porque como es una labor de catequesis, de formación, cala más fácilmente en la gente con cierto nivel intelectual, pero ¿para qué? Para después llegar a todo el mundo”. Intelectuales era la predilección de San José María, profesionales que comenzaran la labor, “era la única selección, después, llegar a todo el mundo”.

El sencillo religioso Juan Carlos conoció a Escrivá en Pamplona, antes de ser sacerdote, y de tres veces que lo escuchó, lo que más le impactó fue la homilía que éste pronunció en la misa del 8 de octubre de 1967. “Esa homilía fue para mi fundamental, como una especie de obra maestra, se llamaba “Amar al mundo apasionadamente”. Explicaba la libertad de la gente del Opus Dei en política, para ser honrada, que sirve a los ciudadanos, a la Iglesia, a su país, pero que no se sirve de la Iglesia para hacer política ni mezcla la política con la Iglesia, eso no puede ser: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, contó.

Recuerda que en esa prédica, Escrivá de Balaguer se refirió a su teoría fundamental: “el materialismo cristiano, o sea, ser santos con lo material. Este mundo es material, donde estamos en la calle con todos sus defectos, miserias, debilidades, es un mundo que lo ha creado Dios, y es bueno, y por tanto, hay una cosa: que a pesar del ambiente que me rodea tengo que ser santo, o sea, el mundo es bueno, la materia es buena, esa idea que había antes de que el espíritu es bueno y la materia mala, no, no, la materia es buena, es obra de Dios, las cosas materiales, carnales, son buenas, hay que estar de acuerdo con la ley de Dios, ese es el materialismo cristiano, esa es la idea de aquella homilía que a mí me quedó, que el mundo es bueno, que hay que amarle y hay que hacerle mucho mejor”.

Monge es de Ávila, “tierra de Santa Teresa”. Es biólogo, fue profesor de biología y genética de la Universidad de Valladolid. En octubre de 1975 se trasladó a Roma donde estudió teología. Ordenado sacerdote en 1977, inició su trabajo pastoral en el país vasco hasta que llegó a República Dominicana en 1988. Fue superior de la Obra y canciller de la Universidad Católica Santo Domingo. Ahora confiesa en el colegio Santo Domingo y ofrece atención espiritual a los miembros del Opus Dei.

José María Escrivá de Balaguer

Las publicaciones en torno a su vida, sus milagros, canonización, oraciones, conversaciones, inspiraciones, frases célebres, virtudes, son tan innumerables como las fotos de todas sus edades que circulan impresas o a través de Internet. Sin embargo, se le ha llegado a atacar con irreverencia. Se le acusa de haber agregado el Balaguer a su identidad, de aspirar a ser Rey de España, de ostentar títulos de estudios que no realizó. Algunos escriben que era complejo, enigmático, inestable, rodeado de cierta aureola de misterio, inconstante, incluso, algunos de sus detractores afirman que era “un caso digno de análisis psicológico por sus frecuentes cambios de nombre, por la no aceptación de sus orígenes”. Aseguran que poseía inclinaciones aristocratizantes y que se hacía llamar “Marqués de Peralta”, título que, según Monge, le correspondía y él lo reclamó para su hermano.

La mayoría, empero, lo califica de “Santo enamorado de Dios”, y son interminables los milagros y curaciones que le atribuyen. Para el padre Juan Carlos Monge, esos ataques se hacen “porque él es el que tiene una doctrina de la Iglesia, que la defiende a capa y espada y a ese es que hay que atacar. Esos son inventos. Han dicho mil barbaridades, están difundidas, pero no son verdad”. A los defectos de su temperamento, propios de todo ser humano, San José María respondió con perdón, cien veces, manifiesta.

Aparte de fundador del Opus Dei, para el padre Juan Carlos, Escrivá “fue un hombre que recibió un mensaje de Dios en su corazón, que vio que el Señor le pedía y dedicó su vida a hacerlo. ¿Qué mensaje era? Que todos podemos ser santos en nuestro trabajo, que no hay que ser religioso, ni cura, ni monja, para ser santo. Yo vivo mi vida cristiana donde estoy y ahí tengo que ser santo con las dificultades que me rodean”.

José María Escrivá de Balaguer nació en Barbastro (Huesca, España), el 9 de enero de 1902, hijo de José y Dolores. Tuvo cinco hermanos, Carmen y Santiago y otros tres menores que él que murieron siendo niños. En 1925 fue ordenado sacerdote. “Se entregó al servicio de las barriadas periféricas, pero la misión que el Señor quiere confiarle es: abrir en la Iglesia un nuevo camino vocacional, dirigido a difundir la búsqueda de la santidad y la religión del apostolado mediante la santificación del trabajo ordinario en medio del mundo sin cambiar de estado. Y el 2 de octubre de 1928 nace el Opus Dei”, narra un biógrafo.

Falleció repentinamente en Roma después de haber mirado “con inmenso cariño, por ultima vez, una imagen de la Virgen que presidía el cuarto de trabajo”, el 26 de junio de 1975. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002. Su cuerpo reposa en la iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz.

“No hay ningún proceso de canonización que esté tan bien estudiado, con lupa y cantidad de datos, como el de San José María. Lo fundamental son las virtudes cristianas, el milagro es como la prueba de Dios de que es Santo”, significa el sencillo Padre Juan Carlos, tras mostrar el pequeño pero impresionante oratorio, las salas de estudios y estar y otras dependencias para luego preguntar: “¿Ha visto usted algún misterio?”

La calle

Fue designada con el nombre de “Beato José María Escrivá de Balaguer” el 4 de octubre de 2001 atendiendo una solicitud de la Fundación Nacional de la Juventud, Inc.,  coordinada por el doctor Domingo Rojas Pereyra. Está localizada en el ensanche Piantini, entre las calles Miguel Ángel Báez Díaz y Freddy Prestol Castillo. Se inauguró el 9 de enero de 2002 y en la vía se colocó una tarja justificando la denominación en agradecimiento al cariño que el beato sentía por esta tierra. Escrivá de Balaguer estuvo en Santo Domingo hospedado en el hotel El Embajador cuando el avión en que viajaba desde México hacia Madrid sufrió un fallo. Pero también conocía a los dominicanos por doña Fernanda Mallorga, a quien trató frecuentemente en Roma y le comunicaba que sentía especial amor por los dominicanos.

Entre los cientos de frases que recogen del santo está: “Oro, plata, joyas…, tierra, montones de estiércol. –Goces, placeres sensuales, satisfacción de apetitos…, como una bestia, como un mulo, como un cerdo, como un gallo, como un toro. Honores, distinciones, títulos…, cosas al aire, hinchazones de soberbia, mentiras, nada”.

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