José R. Martínez Burgos – Sí, hay desconfianza

José R. Martínez Burgos – Sí, hay desconfianza

Acaba de terminar una nueva huelga nacional con un resultado positivo para una gran mayoría del país y muy negativa para la otra, pues ésta última obtuvo una radiografía de lo que piensa el pueblo del gobierno, que nos gastamos: en el informe del radiólogo se establece sin ningún tipo de dudas el diagnóstico irrebatible de la enfermedad que padecemos: «Estado de desconfianza», es decir, desnudar el Estado de sus fundamentales principios, esto es, sus símbolos de poder, que son capacidad fiscal y respeto de la justicia.

Sin estos símbolos, ¿Qué queda del Estado? Otro aspecto en el diagnóstico, que es muy claro, es que, si se desnuda el Estado, se quedará en la nada; otro es, que tenemos un gobierno insaciable, que cada día reclama para sí más poder, hasta llegar a su meta: la reelección. ¿Dónde está la verdad? El país tiene un problema político que lo condiciona todo: la desconfianza. La clase política en su inmensa mayoría desconfía de todo: del PRD, de sus aliados, de sus dirigentes y de todo lo que pueda hacer en el futuro. Más del 75% rechaza la Ley de Lemas para satisfacer a un grupo de aspirantes y rechaza también las medidas económicas del gobierno.

Tal es la desconfianza que las ideas más novedosas son despachadas sin un previo debate abierto a las cosas de fondo, por ejemplo, ¿con autoritarismo y excesos de poder se mejora la tasa de cambio o la eficacia recaudatoria? No. Ese debería ser el debate, pero es imposible por falta de escenario, porque el poder absoluto ya ha dictado su sentencia: se quiere destruir el Estado y por eso existe la desconfianza. Con tal prejuicio, no es posible afrontar los problemas del país.

Atendiendo el resultado de las diversas encuestas, que se han llevado a cabo dentro del proceso electoral, cabe escuchar con justicia y conocer las explicaciones que debe dar el gobierno sobre la verdadera situación dominicana y no seguir agitando el fantasma de la pobreza que arropa a nuestro pueblo, porque sabemos de las ansias de ese pueblo por un cambio social, que el partido en el poder ha sido incapaz de ofrecerle y que ya constituye una tragedia.

La desconfianza radica fundamentalmente en la falta de transparencia del poder y las razones para defender la democracia, es la voluntad de transformar el poder omnímodo de la autocracia y esto es lo que genera actualmente el descontento nacional. Es que el poder, no importa quien lo ostente, debe ser medio más eficaz para garantizar la paz ciudadana y para resolver y prevenir los conflictos. Si restauramos la confianza todos los problemas nacionales se reducirían y algunos desaparecerían.

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