José R. Yunen – El arte de hacer posible lo deseable

José R. Yunen – El arte de hacer posible lo deseable

Ya los candidatos están a la vista de todos. Durante los periodos electorales, ese intenso desafío que enfrentan los concursantes por la lucha en escalar la presidencia de la República los transforma en simpáticos, iniciando su primer punto en la orden del día con la demagogia, que nunca se ausenta.

Es propicio reconocer que el más idóneo de los instrumentos de medición de los pueblos son las encuestas de preferencias electorales. Los resultados emitidos por diferentes empresas resalta con fuerzas de evidencias que las cifras que le proyectan al candidato del Partido de Liberación Nacional es mayor que cualquier otro candidato a la presidencia. Sin embargo, es difícil pronosticar cómo se moverá el electorado dominicano en mayo 2004. Todos nos aventuramos a hacer predicciones, no solo de cómo votarán los dominicanos en las próximas elecciones generales, sino también de la suerte de la democracia dominicana a manos de quien se perfila como posible candidato presidenciable.

El actual periodo electoral no es una excepción y a nadie le debe extrañar que la gente no lo dice y si se le pregunte tal vez lo niegue por el empacho confusional que una gran mayoría de dominicanos tienen, porque están hartos de tanta propaganda, el tanto escarceo electoral que ha generado una preocupación del público sobre la violencia, las mentiras a granel con irrefrenables demagogias sobre todo acompañadas de insinceridades. Como efecto de esa hirviente desesperación una gran cantidad de ciudadanos se despachan con reclamar el deseo de acostarse a dormir y amanecer el 17 ó 18 de mayo.

Cuatro años es suficiente para que podamos realizar un balance de los aspectos positivos y negativos que se han evidenciado como constante en el desenvolvimiento de este periodo de gobierno. El balance se nos vuelve apremiante ya que los gobiernos de turno están situados en el foco de la atención pública y constituye un blanco ideal para todo tipo de crítica. Saber lo que se ha hecho bien y lo que se ha malogrado; pese a las buenas intenciones no es solo responsabilidad de quien dirige la nación. Cada uno de sus colaboradores más cercanos tiene una responsabilidad política en la sociedad de la que no se puede evadir. No se debe olvidar que el poder corrompe y puede agregarse que el mucho poder corrompe también.

Alguien ha dicho que la política «es el arte de lo posible», si la cambiáramos dentro de un nuevo posicionamiento ético, podríamos definirla como «el arte de hacer posible lo deseado». De aceptar este perfil, se impone la reflexión de exigirle al candidato antes de la selección en este torneo electoral: que tenga cordura y discreción no solo en lo que dice sino en la prudencia de su vida personal y pública, para que le permita elaborar un modelo de sociedad coherente de metas que señalicen lo que tenemos que realizar como nación o comunidad para crear un mejor país.

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