El que espere una campaña electoral en que no se hablen mentiras, en que no se exageren verdades o se digan a medias, no hay la menor duda que es un iluso. Los más recientes ejemplos de estos señalamientos, es que faltando apenas días para celebrarse las elecciones presidenciables, se viene observando de una manera inconsciente en el seno de la sociedad dominicana, un sinnúmero de controversias con un desasosiego impreciso, asociado con angustias y ansiedades, por los destinos futuros del país.

Es preciso que en todo proceso electoral, la exageración es parte del juego. De manera pues, que a los votantes lo único que nos queda es separar las cosas buenas de las malas y no dejarnos arrastrar por la ilusión de quienes le han fallado con promesas que luego han resultado vacías.

A mi humilde modo de entender, sería bueno recordar que nosotros los dominicanos somos seres humanos muy difíciles para tomar decisiones en la vida. Usualmente, escuchan con atención todo lo que le dicen los demás, otros se dejan sobornar y luego van y hacen lo que les da la gana. De manera pues, que preparar una buena decisión, saber lo que se quiere y hacerlo, es algo que requiere fe, valor, sabiduría y libertad, esto por consiguiente, lleva tiempo y se requiere método.

Ahora bien, en este torneo electoral que se nos avecina, el ciudadano dominicano muy fácilmente tiene muchos puntos de referencia a su disposición para decidir por quien votar el 16 de mayo. Por ejemplo: Esta usted hoy mejor que hace cuatro años? Si se siente mejor vote por el Partido Revolucionario Dominicano, pero si no se siente bien, usted tiene otras opciones.

Estaría usted de acuerdo con el sistema de gobierno que ha llevado en los últimos cuatro años el Partido Revolucionario Dominicano? Si su contestación es favorable. Entonces vote por el PRD. Pero si usted se siente inconforme, molesto por todo lo que ha ocurrido en este período y considera que es preciso darle la oportunidad a otros hombres y que se produzcan nuevos procedimientos, entonces ponga su voto por otras de las alternativas que se le están presentando.

Urge pues, que se imponga la sensatez y que se cree la firmeza conciencia de que mediante la acción directa y las soluciones extremistas, como lo demuestra la experiencia, jamás se han logrado soluciones justas ni permanentes. Que bueno sería, si todos los dominicanos en medio de esta turbulenta y agitada campaña, tratáramos de buscar la paz del alma, pues la prisa, la ansiedad y la angustia no son entorno conducente a la decisión certera para «saber escoger».