José Saramago:
El heredero de Portugal

José Saramago: <BR>El heredero de Portugal

Su muerte niega su afirmación de que “la muerte es sencillamente no haber estado”. No, él sí estuvo aquí. José Saramago no vino a la vida para pasar desapercibido. No podría ser invisible un hombre de tanta conciencia y de tanta valía, que salió del montón humilde de una comarca sencilla llamada Azinhaga, en Portugal, a convertirse en la voz más importante del idioma portugués al ganar su primer Premio  Nóbel (1998).

Esta alta investidura que lo llevó a ser un escritor conocido, leído y admirado en todo el planeta, nunca le hizo olvidar su origen humilde, sus principios políticos de izquierda, su sentido de la libertad y el respeto por los valores esenciales del hombre.

Su asumido ateísmo lo mantuvo enfrentado a la Iglesia Católica, la que ni con su muerte le perdona que escribiera obras apócrifas como “El evangelio según Jesucristo”,  o “Caín”, su última novela, en la que enfrenta al Dios que no ama a Caín y que evidentemente se aferra a Abel.

Ante la imputación llegada desde el Vaticano de que el creador fue un “populista, extremista y antireligioso”, miles de voces se alzaron en las redes sociales con la intención de defender a este prolífico creador.

Si como sostiene Juan Marsé, la literatura es una cuestión de gustos, no se puede negar que los lectores de José de Souza, mejor conocido como José Saramago, son como legión sus mejores defensores.

El impacto que causó su partida provocó  48 horas de Tweets alabando sus cualidades literarias e identificándose con las ideas  liberales que enarboló a favor  de la justicia, la paz,  la erradicación de la pobreza y  el  hambre y de la ecología.

Tal y como vivió. Su muerte no se llevó a sus detractores de una y otra orilla y algunos con ideas “apostólicas, católicas y romanas” pedían en la red no llorar por un hombre que no creía en Dios.

Su posición la estableció en una conversación hecha libro que sostuvo con Juan Arias.  “Me encantaría que existiera Dios, porque tendría todo más o menos explicado y sobre todo tendría a quien pedir cuentas por las mañanas”.

En el libro “José Saramago: el amor posible”, Juan Arias le pregunta si acepta que el hombre inteligente desaparezca para siempre y él vuelve y asume que tiene muy claro que “después de la muerte, nada”.

Sin embargo, explica que en ese momento está hablando desde la razón y que si  en otro -en el de la enfermedad y el dolor- cambia de opinión o dice otra cosa, sería porque lo hace una persona tomada por el miedo “pero ese no sería yo”.

La realidad es que la vida de José Saramago fue tan útil que de alguna manera se puede provocar a los extremistas que combatió  calificandolo  como un dios de la literatura. Porque Saramago creó mundos insospechados, fuera de todo control de la realidad y basándose en esa misma realidad. Con un estilo tan creativo y a la vez creíble que el que lee “Todos los nombres”, “Las intermitencias de la muerte”  o “Ensayo sobre la Ceguera” no podría jurar que lo que se cuenta que pasa no está pasando o pasó..

 No se puede pensar ni hablar de Saramago sin pensar en la fuerza de su palabra, en la belleza con que construía las oraciones, las frases y en la sensibilidad que transmitía a través de las situaciones extremas que narraba. Era un escritor que a la vez que denunciaba la saña del poder y  a quienes lo detentan, expresaba una gran compasión no solo por ellos sino y sobre todo por los desamparados.  A la hora de pensar en que Saramago se fue, o murió, hay que acordarse que sus libros y sus historias siguen aquí. ¡Y él también!

Despedidas desde la web

Cuando leí «Las intermitencias de la muerte» me emocioné. Que alguien pudiera «bailar» con la muerte, no tener miedo, abrir los ojos en este país de ciegos, abrir los ojos de la mente, para salir de las Cavernas que nos privan del trabajo realizado con nuestras manos y que sale de nuestro corazón. ¡Qué la tierra le sea leve!  Firma: Vida Liquida.

María Martí Solaz dice:

“Mi más sincero pésame. Lo escuché en una conferencia decir que tras la evolución habíamos llegado al ‘Homo sapiens’ y cuánto nos faltaba para llegar al ‘Homo eticus’. Que razón tenía!

Laura Vitoria-Gasteiz dice:

“Todos sus nombres me gustaron, incluído el de él, que sea feliz”.

El pensamiento de Saramago

“Vivimos para decir quiénes somos”

Creo que el sentido tiene sus raíces en algo que podemos advertir en cada momento , y es que estamos siempre tratando de conocer al otro. Y si tratamos de conocer al otro de una forma directa o indirecta también estamos tratando de decir quiénes somos nosotros”.

“Yo soy la materia de lo que escribo”

Donde estoy es en las novelas. Allí sí estoy. Lo que está en las novelas no es mi vida, sino la persona que soy, que es algo muy distinto”.

“Mi ciudad está solo en mi memoria”

Nosotros vivimos en un lugar que puede ser el pueblo donde nacemos. Pero si volviera hoy a mi pueblo, ese ya no es mi pueblo, mi pueblo está en mi memoria. Porque llevamos dentro ese pequeñísimo mundo que a la vez tiene que ver con la memoria de un mundo más o menos idílico que nosotros fabricamos a nuestro gusto”.

“¿Qué es en realidad la libertad?”

¿Alguien ha experimentado lo que es ser libre? La libertad se condiciona inmediatamente. La libertad pura no existe y si no existe la libertad en su estado puro, todo lo que tenemos no es libertad.

“Soy un escritor desprogramado”

Si estamos demasiado programados, rechazamos la asociación de ideas, pero si no estamos demasiado programados le prestamos toda la atención: quizás esto venga bien. Claro que no hay que abrir la puerta a todo”.

“Filosofía de las victorias”

Las victorias se parecen mucho a las derrotas, en el sentido de que nunca son definitivas. Lo que tienen de bueno las derrotas es que igual que las victorias nunca son definitivas”.

Las claves

1.  Escribió 39 obras

Que incluían poesía, ensayo, novelas, libros de viajes, teatro, de las que destacamos: Memorial del convento, El evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la Ceguera, Todos los nombres, Ensayo sobre la lucidez y su última novela Caín.

2.- Libros en curso

Al momento de su muerte, Saramago estaba escribiendo una novela sobre el armamentismo. Tenía listo una nueva edición de Cuadernos desde Lanzarote y Alfaguara promete un libro con escritos del  blog.

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