El pasado miércoles, en la Sala Augusta de la Suprema Corte de Justicia, se le rindió un homenaje póstumo a mi padre, el Dr. José A. Silié Gatón. En la oportunidad fue designada con su nombre la juramentación de nuevos abogados, acción obligatoria ante el pleno de los jueces de dicha corte. En la carta de invitación que se nos envió a la familia para el solemne acto en que esa juramentación se dedicaba a la memoria de mi padre se señalaba: “cuya vida profesional enaltece y ennoblece esta hermosa labor del Derecho”, firmada por el Dr. Luis Henry Molina Peña, presidente del tribunal rector de la justicia dominicana.
En su discurso, el honorable magistrado presidente, el Dr. Molina Peña, señaló: “Cuando comprendemos y asumimos que el tejido social es un entramado interconectado para evitar el mal, asumimos como parte funcional el trabajar por el bien. La ética, es la búsqueda del bien y sus delectaciones, hablar de la ética es perder el tiempo si no se asume un compromiso con la verdad, porque ella misma encarna un sistema de búsquedas personales con relación a la conducta y a la mejora continua de toda acción social. Se trata de asumir que somos parte de esto, de ese todo que nos acoge, pero que también necesita de nuestra interacción”.
Quiero aprovechar la oportunidad para describir el paso de don José Altagracia Silié Gatón, a quien dedicamos esta juramentación de abogadas y abogados, agradecemos a sus parientes que hoy nos honran con su presencia. Don José como todos le decíamos, nació el 30 de diciembre de 1920 y murió el 8 de abril del 2014. Sus aportes en materia de ética, su prolífica carrera como escritor, doctor en derecho, jurista, especialista en derecho público, penal y electoral, lo llevaron a un ejercicio elevado de más de 60 años. Fue miembro directivo de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y catedrático de Derecho Público y Ética Profesional por 47 años en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. 23 libros componen su legado, recibiendo en vida el reconocimiento de la comunidad jurídica y de toda la sociedad dominicana. Si un buen padre es superado por sus hijos, es la máxima expresión de que su obra queda plasmada, los hijos de don José Silié son ciudadanos de respeto y de gran dignidad, este es su mejor legado, su familia. El fue un ejemplo viviente de la moralidad y del decoro, por eso los que lo conocimos y toda la sociedad lo consideramos el padre de la Ética en el país. Su compromiso fue más allá de exponer ideas, en la práctica irradió con sus muy buenos ejemplos, incluso a generaciones que no llegaron a conocerlo”.
En el solemne acto en la Suprema, en algún momento al ver el pleno del más alto tribunal reunidos los 12 jueces, cerré mis ojos y volví a releer un párrafo de uno de los 23 libros de mi padre, el de “Ética del Juez”, donde señala: ¨Ser juez es marchar emocionalmente al compás de la dignidad, a lo largo de la honorable ruta de la judicatura, y la realización de hechos dignificantes de su profesión de juez. Es hacer prevalecer un estado de espíritu con fisonomía moral en todas sus actuaciones dentro del ánimo de hacer justicia sin herir susceptibilidades ni humillar a nadie¨.
Todos los miembros de la familia Silié, deseamos agradecer públicamente este hermoso homenaje a nuestro padre, a todo el pleno de la institución y en particular a su presidente, el Dr. Luis Henry Molina Peña, por esta distinción que realmente nos compromete más como ciudadanos a seguir el ejemplo de ese prohombre, de trato cordial que en vida nos enseñó que la dignidad y el decoro es lo más enaltecedor que pueda tener ciudadano alguno, quien murió soñando con un país con más ética, más honorabilidad y más honestidad. El se perpetúa en sus nietas Carolina, Rosaline y Melissa, tres inteligentes abogadas.