Cuando los años pasan, sobre todo si son décadas, se hace difícil tener clara la fecha precisa. José Vela Zanetti viajó a Santo Domingo, acompañado de su esposa. Iba a ser la última vez… y presentaría una individual importante, cuya preparación le tomó tiempo. Tuve el placer de colaborar y escribir un texto. El maestro obsequió un hermoso dibujo a “Marianne, guardián de mi pintura en Santo Domingo”, fechado del 1981.
Ahora bien, la exposición no se realizó de inmediato, ya que el Centro Cultural de España presenta la muestra “Cuarenta años después”, en memoria de la última exposición de Vela Zanetti en Santo Domingo. Las profesionales del arte María del Carmen Ossaye y Delia Blanco se asociaron para la investigación, la curaduría y la cesión temporal de las obras, tarea exigente y ardua cuando los cuadros provienen de colecciones particulares. Son en su gran mayoría pinturas, pero hay también tres esculturas de pared y algunos dibujos virtuosos.
Puede leer: Maquillaje: ¿Con o sin protección solar?
La Exposición
Lo que nos parece esencial es que María del Carmen Ossaye no ha querido reunir obras de un solo período, puesto que las fechas, en las diferentes pinturas, se extienden desde el medio siglo hasta su último decenio, unas hechas en Santo Domingo, otras luego del regreso a Milagros, sin una sucesión sistemática. También, otros aportes notables son la proyección de un documental excelente, y la colocación espaciada de varias citas críticas.
Después de recorrer el circuito expositivo – gran nave y sala anterior- , una impresión, más bien una convicción, se formula en la apreciación. Un dibujo incomparable, asociado a un colorido magistral, la fuerza de la composición y de la construcción, son fehacientes de un saber académico incuestionable.
La energía viril –¡hasta en la representación de las mujeres!- anima un realismo, a la vez vigoroso e ilustrado., aunque José Vela Zanetti, si lo sentía, podía aligerar la factura, privilegiar la síntesis y/o llegar al expresionismo.
Los últimos años de su pintura exaltaron una expresión vernácula del terruño natal, identificación fervorosa con los hombres de la tierra, como él mismo lo expresó. Afirmamos que el campesino caribeño late en sus cuadros con la misma vitalidad que el labrador español, igual dignidad y nobleza. Ahora bien, no cabe duda de que fue en el período dominicano cuando José Vela Zanetti ha producido sus obras de excepción. Choque cultural, la revelación de un mundo -naturaleza, gente, tradiciones, patrimonio popular- fueron más que fuentes de inspiración, una renovación al contacto con el trópico.
Una mirada atenta
Todas las obras expuestas ameritan una mirada –cuidadosa o repetida-. En distintos tamaños, medios, soportes, fechas, hay pinturas fascinantes, entre ellas “La Confidencia”, “Familia jugando, “Contemplación”, o “El Gato Harpo”.
Nadie, creemos, ha “dibujado-pintado” con tanto gusto… la hogaza de pan, que aquí nos ofrecen “La Última Cena “ o “El pan nuestro de cada día”. Un bodegón minucioso, realista y poético, sorprende, casi saludando a Cezanne. La serie de dibujos “significa” una demostración, y, entre las tres esculturas, la “Mujer con Antifaz” es un encanto. Vela Zanetti era un adepto de la madera, igualmente como soporte de la pintura.
No cabe duda de que “Cuarenta años después” va a ser una de las exposiciones más concurridas, por el artista, su fama, su estética, sus temas, su maestría. Cuando suelen celebrar el centenario o los cincuenta años, María del Carmen Ossaye ha optado por un aniversario distinto. ¡A José Vela Zanetti, esto le hubiera agradado!
Apuntes biográficos
José Vela Zanetti nació en Milagros, Burgos (España) en 1913. Formado profesionalmente en España e Italia, llegó a la República Dominicana entre los artistas e intelectuales republicanos en 1939 –su padre había sido fusilado por el “bando nacional”-. Desde que entró a Santo Domingo, pintó con entusiasmo. ¡Más que sus cuadros, a menudo magistrales, sus decenas de murales – unos 70, hay quienes afirman que llegaron a 100-, para la mayoría de los dominicanos, lo representan especialmente! Pintados para instituciones y edificios, plasman historia, economía, educación, salud, justicia, cultura y otros valores fundamentales para la humanidad.
En la década del 50, viajó al exterior varias veces y en 1960 había dejado ya nuestro país, retornando pronto y definitivamente a España. Premiado nacionalmente y sin dejar el muralismo, su ámbito esencial fue su casa de Milagros y la dedicación a su taller. Falleció allí en 1999, causando su muerte profunda tristeza.