POR ÁNGELA PEÑA
No es posible escribir o hablar de la Independencia Dominicana sin mencionar su nombre. Ella fue la digna madre del más vehemente de los luchadores por la libertad y amado discípulo de Juan Pablo Duarte, pero además, fue la depositaria de la confianza del Padre de la Patria y por tanto, la primera en enterarse de los propósitos revolucionarios del patricio. Poseída de extraordinarios valor y entereza, no vaciló en proporcionar su casa para que fuera el escenario donde se fundara La Trinitaria.
Y como esa Sociedad Patriótica fue germen donde se urdieron los planes para implantar una República libre, cada vez que se citan los aprestos independentistas hay que aludir, necesariamente, a Josefa Pérez de la Paz (Chepita).
Pero prácticamente la única referencia que ofrecen los cronistas son dos líneas para señalar que en el entonces «bohío» de la señora, ubicado frente a la Iglesia del Carmen, se formó el decidido grupo que juró por su vida lograr la Separación definitiva del Gobierno haitiano. No hay fotos ni recuerdos de doña Chepita a la que sólo se ha reconocido por una pequeña calle de Los Minas y por la lápida en la fachada de la que fue su vivienda dando cuenta del hecho histórico y secreto que tuvo lugar en sus adentros. Los diccionarios biográficos no la consignan. Es posible que sólo Vetilio Alfau Durán se ocupara de adentrarse en el estudio de su vida para rendirle tributo y conformar una semblanza mínima.
REESCRIBIR LA HISTORIA
Mu Kien Adriana Sang Ben, académica, escritora, historiadora, educadora y biógrafa de sobresalientes figuras políticas dominicanas, cita a Luis Vitale para concluir en que «hay que reescribir la historia para hacer resaltar el papel de la mujer» y considera que con Chepita Pérez de la Paz y Valerio «hemos sido injustos».
«Yo misma asumo mi error: he escrito muchísimo sobre el siglo XIX y en mis libros no aparece la mujer. Pienso que no solamente doña Chepita no ha sido reconocida, sino en general las mujeres que han hecho historia. Como historiadora y maestra, he dado mucho más prioridad a la participación de los próceres masculinos que a las mujeres», significó la catedrática de la Universidad Madre y Maestra.
En cuanto a la madre de Juan Isidro Pérez de la Paz opina que hay nombres de otras de su época «muy sonoros» mientras doña Chepita «apenas se conoce». Para Mu Kien Sang Ben la dama es mayormente asociada a las actuaciones de su hijo. Ella, sin embargo, «tiene la virtud de haber sido aguerrida, porque el hecho de que se formara un movimiento en su casa, y se constituyera allá, es un acto de rebeldía en contra de lo políticamente establecido, sobre todo en una situación tan difícil, como era el período de la ocupación haitiana».
Para la biógrafa de Ulises Francisco Espaillat, Buenaventura Báez y Ulises Heureaux, «el hecho de que conscientemente asumiera el riesgo de permitir que su casa fuera un elemento de insurrección es un gesto bastante meritorio, agregado al de haber parido un hijo al que nadie puede señalarle un acto negativo, lo mismo que a Duarte. Incluso, tengo un amigo historiador que dice que Juan Isidro Pérez debe ser el otro Padre de la Patria, no Sánchez ni Mella».
La distinguida miembro de la Academia Dominicana de la Historia alaba la actitud reservada de doña Chepita en cuanto a guardar el secreto de la Sociedad aunque entonces, agrega, «la discreción era parte de la cultura política de las mujeres, en un momento como el que se estaba viviendo. Creo que el hecho de que Duarte la escogiera es una virtud no sólo de mucha discreción, sino de mucho valor de ella», comentó.
Mu Kien Adriana Sang Ben lamenta que en Santo Domingo existan calles transitadas, amplias avenidas con nombres de gente que no lo merece. «Tengo que pasar todos los días por una que cuando veo la identificación del rótulo se me revuelven las vísceras y, sin embargo, personajes tan valiosos como doña Chepita son desconocidos y su homenaje ha sido muy pobre». Sugirió al Instituto Duartiano, a la Academia Dominicana de la Historia, la realización de un mural con los rasgos físicos de la aguerrida mujer de la Independencia o la celebración de un concurso de investigación sobre su vida.
En el Instituto Duartiano se exhiben un óleo y un diorama de la Fundación de La Trinitaria y en el grupo de patriotas sobresale una representación de la dama como símbolo de su participación y apoyo.
CHEPITA PÉREZ DE LA PAZ
Doña Josefa Antonia procedía de ilustre abolengo, según Vetilio Alfau Durán. Nació en Santo Domingo el dos de marzo de 1788, hija del abogado Juan Isidro Pérez de la Paz Godíñez y de Francisca Valerio. Su abuelo materno fue el capitán Blas Pérez de la Paz, natural de la Isla Margarita. Contrajo matrimonio el veintisiete de noviembre de 1805 con el capitán de granaderos Antonio Beer, de Polonia, de cuyo matrimonio nacieron doce hijos, afirma el reputado historiador.
«Como se colige del hecho de que el Padre de la Patria eligiera el hogar de doña Chepita Pérez para fundar la Trinitaria, los servicios prestados por ella a la patria fueron estimables, pero su máxima ofrenda la encarnó su hijo Juan Isidro Pérez de la Paz, uno de los próceres más puros de que puede sentirse enaltecido el patriotismo nacional», escribió Alfau Durán en Mujeres de la Independencia.
La dama murió el veinte de julio de 1855, en Santo Domingo.
La calle Chepita Pérez de la Paz nace en la Aris Azar y muere en la calle B, de Los Minas.