Josefina Padilla: 60 años de luchas

Josefina Padilla: 60 años de luchas

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Cada vez que alguien habla de cansancio o frustración en las luchas sociales y políticas para la superación de la sociedad dominicana yo pienso en ella, y la busco y la encuentro siempre enhiesta, como una bandera que flota eternamente al ritmo del viento caribeño, símbolo de reciedumbre humana, precursora del ascenso de la mujer dominicana.

Ahí está sin que le pesen las ocho décadas que hace casi dos años viene celebrando y desde que la conocí en los años sesenta la he visto presente en todas las causas, como primera mujer candidata a la vicepresidencia en la boleta socialcristiana que encabezara Alfonso Moreno Martínez en 1962.

En la defensa militante de la soberanía nacional tres años después. Luego en los movimientos de la izquierda socialista.

Tropezó con los pragmatismos, sectarismos y demás miserias de las luchas partidarias y se salió pero nunca ha dejado de militar en las luchas por la justicia, la libertad, la dignidad de nuestro pueblo, tomando apenas los descansos necesarios para meditar y retomar impulsos. La hemos visto en todos los escenarios de lucha por la libertad de los presos políticos, por el retorno de los exiliados, por las libertades sindicales y políticas, por la libertad de expresión, por la transformación de la universidad, en la denuncia de la corrupción y las exigencias de transparencia y rendición de cuentas.

En los años setenta y ochenta dedica parte de sus inagotables energías a las actividades académicas, donde tampoco se conformó con poca cosa y por eso fue dirigente fundamental del Movimiento de Transformación Universitaria, llegando a la vice-rectoría  de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Desde la fundación del movimiento Participación Ciudadana la hemos visto en todos los momentos de luchas y agonías, sin lamentos, dando testimonio de firmeza y constancia, de que como decíamos hace tres décadas, “en las luchas del pueblo nadie se cansa”.

Los méritos de esta imperturbable mujer son mucho mayores cuando se recuerda que ella partió de una noche nacional apenas salpicada de chispazos de resistencia.  Entró a la facultad de medicina de la Universidad en 1943 cuando la tiranía trujillista imponía su férreo dominio sobre todos los ámbitos de la nación. Entonces sólo 7 de 80 estudiantes de medicina eran mujeres. Su espíritu refractario a toda dominación y opresión pronto anduvo alentando las rebeldías iniciales contra la tiranía y entre 1945 y 47 forma parte de los doce fundadores (ella la única mujer) directivos de la Juventud Democrática, un movimiento político apartidista que “defiende los intereses políticos, sociales y culturales de la juventud, de los trabajadores y de todos los dominicanos” y que “lucha por el desarrollo y consolidación de un régimen democrático, progresista y popular, por la consecución de las libertades políticas y de la independencia económica de nuestra patria…”

Proclamado el 15 de octubre el movimiento de la Juventud Democrática no pudo ser resistido ni un año por la tiranía, que lo declara fuera de la ley, junto a otras expresiones de la resistencia política originados tras la segunda guerra mundial aprovechando la brecha impuesta por el escenario internacional. Casada con Rafael Augusto Sánchez, mantendrá en silencio su rebeldía durante los años de apogeo de latiranía.

El preso político desde 1959 es asesinado el 2 de junio de 1961 en la cárcel de La Victoria, tras el ajusticiamiento de Trujillo.

Y ella queda con 8 hijos, seis mujeres, que desde entonces son su mayor haber espiritual y con los que ha disfrutado y sufrido, incluyendo la muerte temprana de dos de ellos y otros dramas humanos.

Pero nada ha logrado perturbar este espíritu indomable que se mantiene como ejemplo energético de entrega, demostración palpable del inconmensurable valor de la condición humana.

Por todo eso y muchas cosas más es que en estos días en que se oye hablar de desalientos he buscado a doña Josefina Padilla Deschamps viuda Sánchez para que su ejemplo contribuya a insuflar alientos y renovar esperanzas.

Todos sus amigos y los que insisten en hilvanar sueños solidarios deberíamos unirnos para reconocer en vida y plenitud a esta extraordinaria mujer, ahora, el 15 de octubre próximo cuando se cumplen 60 años de la emergencia de la Juventud Democrática.

A ella y a sus compañeros sobrevivientes: José A Martínez Bonilla, Juan Doucudray Mansfield, José Ramón Martínez Burgos, Alfredo Lebrón Pumarol, y Carlos León Pumarol.

El desafío está lanzado. Debería ser una ocasión justa para proclamar la persistencia de los sueños y las semillas de la solidaridad humana.

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